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09/11/2005 | Lo inútil de ser anti-Bush

Carlos Mota

No cabe duda. Apoyar al actual gobierno de Estados Unidos es lo que deberíamos hacer en México. Es lo más estratégico, lo más sensato, lo más idóneo para el crecimiento de nuestra economía y nuestro bienestar.

 

Pero oponerse al gobierno del presidente George W. Bush es lo más tentador, lo políticamente correcto en círculos intelectuales mexicanos. Es lo inn. Lo que se ve bien. Véase, por ejemplo, todo el revuelo que tuvieron en la prensa nacional las protestas anti-Bush que hubo en Argentina y en Brasil en estos días. Con Diego Maradona en el centro de las protestas el fin de semana, y las patéticas manifestaciones como la del cantante Silvio Rodríguez.

El Mercosur se equivoca, lo mismo que Venezuela, al no apoyar el ALCA. Lo más conveniente para la prosperidad del continente es tener de aliado a Estados Unidos. ¿Acaso en Argentina o en Uruguay está nuestro futuro comercial y económico?

Quienes se manifiestan en contra de Estados Unidos no han sido capaces de mostrar una alternativa idónea a las relaciones internacionales o al comercio libre. Están vacíos. Critican a Bush y al modelo capitalista, pero no se atreven a escupir por completo sus ideas, quizá porque no las tienen. Me imagino que en el ideario del intelectual anti-Bush hay conceptos como “disminuyamos la productividad”, “hagamos menos competitivas nuestras empresas en la escala mundial” o “protejamos a nuestras industrias sensibles del embate de las corporaciones multinacionales”, y otras manifestaciones de retroceso.

Es muy curioso, pero las manifestaciones antiglobalización están cada vez más expuestas al mundo a través de grupos globalizados. Son grupos que se oponen al comercio libre, pero lo hacen unidos a través de los mismos mecanismos que critican: el libre tránsito, las comunicaciones por internet, las facilidades financieras del intercambio de divisas y otros mecanismos que han creado las empresas que a ellos les disgustan. Vaya contradicción.

¿Por qué el comercio libre es tan detestado por estas personas? Porque exhibe lo peor de ellos: sus incapacidades, su falta de garra para invertir en investigación y desarrollo, para crear nuevos satisfactores o para competir con lo mejor de sí. Mediocres, quienes se oponen al libre comercio continental saben que no pueden competir y defienden su parcela de poder quejándose de lo que representan los chinos, o manifestando su interés para que sus gobiernos sigan proveyendo recursos mientras ellos rascan sus vientres.

Reconozcámoslo. Es inútil (y patético) ser anti-Bush. ¿O acaso nos regocija ver cómo los globalifóbicos tiran piedras y queman banderas de nuestro principal socio comercial?

Milenio (Mexico)

 



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