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30/06/2010 | Africa - 50 aniversario de la descolonización de 17 países. ¿Independencias africanas?

Yasmina Jiménez

El año 1960 fue crucial en la historia de África. Fue el principio del fin de una época. Un total de 17 países de los 54 del continente conseguía la independencia entre enero y noviembre de ese año. Cuando se cumple el 50 aniversario, el continente celebra ese desprendimiento político coincidiendo con otro evento que ha desviado por primera vez las miradas del mundo entero hacia el sur africano: el Mundial de Sudáfrica.

 

El reparto del pastel africano a finales del S.XIX en la Conferencia de Berlín fue muy jugoso para Francia, Alemania y Reino Unido, y en menor medida aunque sin dejar de ser dulce, para Italia, Portugal, Bélgica y España. La división supuso una organización territorial carente de sentido para el continente, pero equitativa para Europa. África tenía demasiado que ofrecer -materias primas, mano de obra, mercados nuevos- como para dejarla escapar sin más. Después de las dos grandes guerras, especialmente la Segunda, y los vaivenes que supusieron ambas para el continente deseado, las circunstancias obligaron a soltar la correa que sujetaba Europa con mano férrea.

Cada proceso de independencia fue diferente dependiendo de la colonia. No fue lo mismo la descolonización de la África británica, que la de la África Negra francesa o posteriormente la de las colonias portuguesas. De los 17 países que consiguieron la soberanía política hace 50 años, 13 eran colonias francesas, una anglofrancesa (Camerún), una inglesa (Nigeria), una belga (República Democrática del Congo) y otra angloitaliana (Somalia).

Las naciones recién nacidas miraban ahora hacia adelante con la preocupación que otorga el trabajo pendiente por hacer –había que encargarse de la educación, de la agricultura, de la industria, del gobierno, entre otros muchos asuntos-, pero al mismo tiempo con la esperanza y alegría que da tomar por fin las riendas del futuro propio.

Sin embargo, muchos de los sueños se hicieron pedazos antes de poder desarrollarlos. "Las principales potencias imperialistas ya no estaban interesadas en controlar las colonias desde dentro, sino ayudar a su desarrollo y en sustituir su presencia visible por un gobierno invisible, el de los grandes bancos: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial", entre otros, según explica el historiador francés Marc Ferro en 'El libro negro del colonialismo'.

Dictadura blanca por negra

Mbuyi Kabunda, profesor y miembro del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, asegura que "la independencia de muchos países africanos no fue real, pues consistió en sustituir el colonialismo por el neocolonialismo, cambiando la dictadura blanca por la negra, o sea el endocolonialismo junto a la dominación externa. La verdadera descolonización, la de las mentes, queda por hacer".

A la nueva forma de ocupación europea se sumó el hecho de que África no tuvo la suficiente agilidad para comenzar a caminar completamente sola en la vida política y económica. La deuda externa, la falta de industrialización, la compra desmedida de armamento y la sufrida vida política ahogaron las ilusiones iniciales.

Sin embargo, la última década ha dado un momento para el optimismo. "África está conociendo importantes avances en la última década en los aspectos de desarrollo humano. Desgraciadamente, muchos de estos avances están siendo aniquilados por la crisis financiera y económica mundial en la que África no tiene ninguna responsabilidad. Es preciso distinguir el África que camina, la anglófona, y el África estancada, la francófona, por no haber roto con la dependencia", aclara Kabunda.

Respondiendo a lo que pudo ser y no fue o a ese residuo colonial que aún agarrota los países africanos, el Festival de Cine Africano de Tarifa usó el título 'Utopía y realidad. 50 años de ¿independencias africanas?' para un seminario sobre el tema unidas a un ciclo cinematográfico*. ELMUNDO.es también se suma a este aniversario analítico con un repaso por las independencias de los países conmemorando su historia más reciente a través de los ojos de los propios africanos.

Decía Marc Ferro: "La memoria histórica europea se ha asegurado un último privilegio, el de hablar críticamente de sus propios desaguisados, con una intransigencia sin igual". Esta serie pretende devolver la voz a los otros protagonistas de la Historia.

El perverso peso de las estadísticas

"Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos 'África'. En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe". De esta forma, arranca Ryszard Kapuscinski 'Ébano', como una forma de dejar claro que lo que vas a leer en las páginas siguientes es una recopilación de apuntes y encuentros personales. ¿Cómo describir entonces un continente de 53 países con cuatro pinceladas?

Cargar con la etiqueta de ser el lugar más paupérrimo del planeta -o quizás sobrellevar esa inmensidad a la que se refiere Kapuscinski- ha terminado por reducir África a un baturrillo de cifras. Las agencias humanitarias de la ONU, las ONG, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o los medios de comunicación, entre otros, hemos convertido el continente en un listado de números atroces. En algunos casos, en un intento desesperado de ayudar a aprobar de una vez por todas esas asignaturas pendientes que hacen de la sanidad, la educación o la alimentación africanas unos pesados lastres para conseguir el diploma que abra las puertas por fin a un futuro africano esperanzador.

Sin embargo, repetir con asiduidad los datos sobre las penurias africanas las ha envuelto en un halo de indiferencia internacional, aunque sin rebajar un ápice su crueldad. La población censada en África supera los 1.000 millones de habitantes, lo que supone el 16% de la población mundial. De esta cantidad, casi la mitad es pobre y unos 265 millones ni siquiera disponen de comida suficiente. No se trata sólo de estadísticas, también se da una mezcla de injusticia, carencia y mala suerte. Con esta combinación, una cosecha mala por un año de sequía se convierte en una hambruna insostenible que perdura años. Así le ha pasado a Níger, que mientras miraba su cazo vacío se convertía en el país más pobre del mundo probablemente sin saber que salir de esa lista negra requerirá algo más que lanzarle súplicas a las nubes para que llueva.

Los más pequeños

Más mezquinos se vuelven los números cuando atacan a los más pequeños. Casi cuatro millones y medio de niños del África Subsahariana pierden la vida antes de su quinto cumpleaños, según la organización Save the Children. La región concentra la mitad de los casi nueve niños menores de cinco años que pierden la vida en el mundo.

A veces las estadísticas giran alrededor de enfermedades exóticas para nosotros, como la malaria, la leishmaniasis o la enfermedad del sueño; o males prácticamente erradicados aquí, en el Norte, como la tuberculosis, el sarampión o el cólera; y otras, simplemente recogen las cantidades de afectados por alguna epidemia de preocupación internacional, como el sida. Y este virus además, como si se hubiera aliado con la debilidad continental para ensañarse con los africanos, ha infectado a 33 millones de personas en el mundo, de los que 22 son de África, según Onusida. Y ante la indiferencia internacional sólo dos millones de afectados reciben tratamiento en suelo africano.

Sin adentrarnos en otras cifras igual de espeluznantes como las referidas a la explotación laboral, la desnutrición, la discriminación o los conflictos, uno termina pensando que, con demasiada frecuencia, en la tierra de la luz -como la llamó alguna vez Kapuscinski- se cuelan con furia las sombras.

Más allá de los tópicos

Lejos de los clichés generalizados sobre África, no todo es pobreza, desierto o safaris en el continente africano. Ni tampoco 'negritos' cantando, cacao o tipos en taparrabos. Que solamente reconozcamos los nombres -algunos, incluso las caras- de Nelson Mandela o Kofi Annan, no quiere decir que no existan más personalidades relevantes africanas, simplemente expresa el sesgo de los medios de comunicación. Ni más, ni menos.

Casa África ha editado una guía para los periodistas que cubren el Mundial de Sudáfrica en un intento de dar información fiable sobre el continente y desmontar algunos estereotipos. Cuenta, entre otros detalles, que de África salieron dos secretarios generales de las Naciones Unidas: Kofi Annan de Ghana (por seguir con el más conocido) y Butros Butros Ghali de Egipto. Junto a la famosísima figura de Nelson Mandela y su resistencia pacífica contra el apartheid en Sudáfrica lucha desde 1998 su actual esposa Graça Machel, nacida en Mozambique, y cuya labor en defensa de los Derechos Humanos y la infancia ha marcado su vida.

Buenas activistas de la talla de Machel han crecido moldeadas por la dureza de esta tierra, como la modelo somalí Waris Dirie, una entregada luchadora contra la ablación del clítoris, que ella misma sufrió cuando era una niña. La sierraleonesa Olayinka Koso, Premio Príncipe de Asturias en 1998, o la senegalesa Khady Koita, presidenta de la Red Europea contra la Mutilación Genital, son algunos de los nombres que destacan en esta guerra contra la extirpación genital. También por su activismo destaca la keniana Wangari Muta Maathai, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2004.

No es extraño que la mayoría de las citadas sean mujeres porque África es principalmente un continente femenino. Son ellas las que producen un 80% de los alimentos mientras se hacen cargo de la casa y de los hijos colgados a la espalda. La música de Cesária Évora o la justicia de Fotou Bensouda reflejan ese espíritu luchador e indoblegable de la africana. Y son muchos los que han depositado en ellas la esperanza del continente.

Los africanos tienen el tiempo

Sin ayuda de nombres propios, la idiosincrasia del africano ya destroza tópicos. Mbuyi Kabunda, profesor y miembro del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, elogia de su pueblo "la alegría, la capacidad de sobrevivir en la adversidad, el humanismo, la solidaridad y la reciprocidad". Rasgos reflejados en la sabiduría popular a través de proverbios como este: "El dinero está bien, pero el hombre es mejor porque responde cuando lo llaman".

Otras curiosidades han hecho de África un lugar especial. Se trata, por ejemplo, del continente con mayor porcentaje de políglotas. "Las lenguas más habladas son el árabe, swahili y hausa, y luego el inglés y francés llegados con la colonización", según recoge la guía de Casa África. Además, pocos saben, que un país africano, Nigeria, cuenta con la segunda industria del cine mundial. Con una producción de mil películas anuales, Nollywood se sitúa detrás de Bollywood, pero por delante de Hollywood.

Existe un dicho africano que dice: "Los europeos tenéis el reloj; los africanos tenemos el tiempo". Quizás es que ellos también tienen sus propios clichés sobre nosotros. O no, y simplemente han sintetizado su visión de este "mundo materialista y mercantilizado" -como lo describía Mbuyi en una sola frase- tan sometido a las exigencias de la agenda.

*El título se acuñó para un seminario organizado por Marion Berger y Sandra Maunac dentro de la séptima edición del Festival de Cine Africano de Tarifa y que se extendió a los ciclos de cine que Casa África programó en el contexto del proyecto 'África Vive'.

El Mundo (España)

 


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