En Italia está empezando a aflorar un nuevo escándalo que trae a la memoria algunos de los episodios más oscuros de su historia reciente. Importantes figuras del partido de Silvio Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PdL), están siendo investigadas por la sospecha de formar parte de una red de poder secreta - se habla ya de otra logia masónica, la P-3-implicada en corrupción a gran escala y presiones a los jueces, incluidos los del Tribunal Constitucional. 

Dos de los personajes bajo el punto de mira de los fiscales son el todavía senador Marcello Dell´Utri, ex mano derecha de Berlusconi en la política y en los negocios, condenado a siete años de cárcel por complicidad con la mafia siciliana, y el subsecretario de Economía Nicola Cosentino, procesado por complicidad con la Camorra y cuya detención fue evitada en última instancia por el veto del Parlamento. 

El último escándalo se originó en la investigación sobre irregularidades y presencia mafiosa en la concesión de contratos para realizar parques eólicos en la isla de Cerdeña. Se sabe que el crimen organizado va detrás del lucrativo negocio. Por orden de la fiscalía de Roma, fueron detenidos el empresario Flavio Carboni, el ex dirigente democristiano Pasquale Lombardi y el empresario napolitano Arcanuelo Martino. Está también implicado, además de los citados Dell´Utri y Cosentino, el coordinador nacional del PdL, Denis Verdini. 

La red trató de presionar a los jueces del Tribunal Constitucional cuando debía decidir sobre el llamado laudo Alfano,la ley que daba inmunidad penal a Berlusconi y otros altos cargos (finalmente el Tribunal anuló la inmunidad, pero luego el Parlamento aprobó otra norma de efectos equilvantes). También se les atribuyen maniobras para presionar a la fiscalía de Florencia que investiga la corrupción en las obras públicas para la cumbre del G-8 del 2009. 

Resulta evidente el malestar y el nerviosismo del jefe del Gobierno ante el cariz que toman los acontecimientos. La mayoría parlamentaria de centroderecha sufre peligrosas fisuras. Los escándalos se suceden y se acumulan. Las acusaciones son gravísimas y afectan de lleno a personas muy próximas. En poco tiempo dos ministros han dimitido, uno de ellos después de haber reconocido que un empresario le pagó parte de su apartamento de lujo delante del Coliseo. 

Berlusconi hizo público ayer un comunicado en el que subrayó la necesidad de que, ante la crisis económica global, Italia tenga "plena gobernabilidad". En alusión a los escándalos, il Cavaliere añadió: "Personalmente, pretendo quedar fuera de las artificiosas borrascas desencadenadas por la vieja política politiquera y por cuantos, de manera irresponsable, juegan una partida personal a expensas de los intereses de todos. No es ciertamente una ayuda ese clima jacobino y justicialista en el cual algunos están intentando hacer recaer a nuestro país". Berlusconi recordó la legitimidad electoral de su Gobierno y dijo que evitará que el país retorne a "un pasado que los italianos no quieren más". 

El descubrimiento de la Logia Propaganda Dos (P-2) en los años 80 del siglo pasado destapó una compleja red de conexiones entre servicios secretos, mafia, el Vaticano, poderes económicos y el mundo de la política. 

Si el Parlamento aprueba la nueva ley sobre escuchas telefónicas y sobre publicación de su contenido, será mucho más difícil que escándalos como el actual salgan a la luz.