No estoy bromeando. Mientras que la retórica sesentista de Chavez perderá fuerza apenas comiencen a bajar los precios del petróleo y el presidente venezolano se quede sin petro-dólares para repartir entre sus vecinos, existen indicios preocupantes de que podría darse un repliegue de Estados Unidos de los proyectos de integración hemisférica - y de la cooperación internacional de Washington - en los próximos años.

Una nueva encuesta del Centro de Investigación Pew muestra que a pesar de la creciente opinión negativa sobre el presidente Bush y una cada vez mayor preocupación por el fiasco de Irak, los estadounidenses son aun más escépticos sobre los beneficios de un mayor ''internacionalismo'' de Estados Unidos.

''Hay un regreso al escepticismo general sobre la conveniencia de involucrarse con el resto del mundo'', dicen los autores de la encuesta. ''El porcentaje de norteamericanos que dicen que Estados Unidos debería ``preocuparse más por sus propios asuntos'' y menos por los del resto del mundo ha subido".

Consideren algunos de los hallazgos de la encuesta:

- Mientras sólo el 30 por ciento de los norteamericanos decía en el 2002 que su país debía preocuparse más por sus propios asuntos y dejar que el resto del mundo se arregle como pueda, el porcentaje ha subido al 42 por ciento actualmente.

- Mientras 67 por ciento de los norteamericanos decía en el 2002 que Estados Unidos debía darle todo su apoyo a las Naciones Unidas, el porcentaje de quienes piensan así ha caido al 54 por ciento.

-Cuando se les preguntó quienes serán los principales aliados o socios más importantes de Estados Unidos, los norteamericanos nombraron a China, India, Japón y el Reino Unido. Ningún país de América Latina siquiera apareció en la lista.

Gran parte de este clima de opinión se debe a que, a pesar de que una mayoría crea que Bush cometió un gravísimo error en Irak, los norteamericanos están aún más molestos por la hipocresía de las Naciones Unidas de culpar a los Estados Unidos por la mayoría de los males del mundo, y por permitir que dictaduras como las de Libia y Cuba de hecho controlen su comisión de derechos humanos.

Asimismo, noticias como el anuncio de General Motors de que despedirá a 30,000 trabajadores automotrices o los artículos sobre la avalancha de inmigrantes indocumentados están dándole nuevas municiones a quienes abogan por menos libre comercio, y menos inmigración.

En medio de este clima político, los aislacionistas están teniendo su agosto. Políticos como el congresista Republicano de Colorado, Tom Tancredo, y el perenne candidato presidencial conservador Pat Buchanan están argumentando que Estados Unidos sería un país mucho mejor sin importaciones de productos latinoamericanos, y con menos inmigrantes de América Latina.

Varios columnistas conservadores están instando al Presidente Bush a que aprenda de los recientes disturbios en Francia, y expulse a los indocumentados. Tancredo está visitando todo el país, en un aparente posicionamiento para presentarse como candidato en las primarias Republicanas del 2008, con un solo tema - cerrar la frontera con México.

Afortunadamente, no todas las tendencias apuntan hacia un encerramiento de Estados Unidos: en materia de libre comercio, la encuesta Pew encontro que los norteamericanos menores de 50 años tienen una mejor opinión del Tratado de Libre Comercio con México que los de mayor edad.

Un 51 por ciento del grupo más joven dice que el tratado comercial con México es ''bueno'', mientras que apenas un 34 por ciento del grupo de más edad cree tal cosa.

Mi conclusión: El cuento de Cuba y Venezuela de que la mayoría de los males de América latina son culpa del ''imperialismo norteamericano'' no va a durar décadas, aunque quizás veamos que se expanda a Bolivia después de las elecciones presidenciales del mes próximo.

El siglo XXI estará signado por la existencia de tres grandes bloques comerciales - el bloque Asiático, el bloque Europeo, y el bloque de las Américas - y la mayoría de los países tarde o temprano tendrán que ganar un acceso preferencial a uno de ellos para incrementar sus exportaciones, crecer y reducir sus niveles de pobreza.

Pero hay un peligro real de que el aislacionismo gane terreno en Estados Unidos. Eso sería una tragedia, porque no hay forma de que los Estados Unidos puedan reducir la inmigración ilegal, contener el tráfico de drogas e incrementar sus exportaciones a menos de que ayuden a reducir su enorme brecha de ingresos con América latina. Y eso va a requerir un mayor compromiso con la región, y menos aislacionismo.