«He hablado con todos los grupos y estoy absolutamente convencido de que están cerca de un acuerdo de gobierno», el vicepresidente estadounidense Joe Biden no ha perdido el tiempo en su viaje a Bagdad. Además de asistir a la ceremonia que ha marcado el cambio de misión en Irak, el enviado de Obama ha intentado desbloquear el diálogo entre las alianzas iraquíes que son incapaces de formar gobierno seis meses después de las elecciones, algo que ya intentó sin éxito en su viaje de julio. Sus declaraciones a la cadena CBS fueron la nota positiva de una jornada marcada por el mismo tono moderado del discurso que Barack Obama dirigió a la nación desde el Despacho Oval de la Casa Blanca en la noche del martes. El general Ray Odierno ha puesto final a cinco años de trabajo en Irak y ha cedido el relevo al general Lloyd Austin, que será el responsable de liderar a los cerca de 50.000 soldados que tomarán parte en la «Operación Nuevo Amanecer».
El nuevo mando de las fuerzas americanas, Lloyd Austin, que ya trabajó a las órdenes de Odierno entre 2008 y 2009 como número dos de la Fuerza Multinacional destacada en Irak y que también tiene experiencia en Afganistán, ha advertido que la amenaza de «enemigos» en suelo iraquí sigue vigente y ha repetido las palabras de su presidente asegurando que «nuestro compromiso con Irak no va a cambiar». Además de Joe Biden, el Secretario de Estado de Defensa, Robert Gates, y el Jefe del Estado Mayor Conjunto, Mike Mullen, han estado presentes en una jornada que Washington ha calificado de «histórica» y en la que Biden no se ha cansado de repetir que «EEUU ha terminado las misiones de combate y las tropas iraquíes han tomado el control de la seguridad del país».
Robert Gates, por su parte, ha confesado a los medios que «el problema de la opinión pública americana con esta guerra es que los motivos que nos empujaron a ella pronto se revelaron no válidos», pero ha concluido su intervención recalcando que viendo los resultados «ha merecido la pena».
Indiferencia en las calles
Los fastos del cambio de misión, que ha tenido lugar en uno de los antiguos palacios de Sadam Husein a las afueras de la capital, quedan muy lejos de lugares como la calle Mutabani, rincón de la capital que acoge el centenario mercado de libros. Devastado en 2007 por un coche bomba que causó veinte muertos, a finales de 2008 terminó su rehabilitación y ahora vuelve a tener actividad. La familia de Abdul Nasser regenta una librería desde los años cincuenta y se muestra confundido con la situación. «¿Qué retirada? A la gente normal nos da igual, los únicos preocupados son los políticos. Ellos echan la culpa de todos nuestros males a la ocupación, pronto veremos qué hacen cuando se hayan marchado». Muestra un ejemplar sobre la situación económica de Irak en 1952, es el más antiguo que tiene en el expositor ya que «las auténticas joyas las guardo en casa para no perderlas en caso de un nuevo atentado».
El vehículo cargado de explosivos estaba aparcado frente a la librería de Najah Abdurahman Alawi, que perdió un hermano y un empleado en el ataque. Sus fotos presiden hoy el remodelado comercio en el que Najah vende libros de religión y de política, «dos géneros muy perseguidos en la época de la dictadura». A sus 64 años ha vivido de forma ininterrumpida en el país y estas jornadas de cambio de misión de las fuerzas americanas le parecen «una maniobra más orientada a su política doméstica que a los iraquíes. El problema en Irak es que nadie sabe realmente lo que ocurre, la incertidumbre y falta de liderazgo son totales». Habla mientras busca un ejemplar de «Aprender a escribir mensajes con tu móvil», el libro más vendido del momento, «una señal de los nuevos tiempos que vivimos, se acabaron los poetas y la literatura».
Un blindado iraquí bloquea el acceso de vehículos a la calle Mutabani y ahora las librerías reciben los libros gracias al trabajo de las carretillas. El país ha vivido 48 horas en alerta máxima por el temor a que los grupos insurgentes aprovecharan el cambio de operación y la cobertura mundial para llevar a cabo atentados. Se han reforzado los puestos de control y cortado calles para reducir el riesgo de ataques. Como cada final de mes los medios iraquíes han publicado los datos sobre las bajas civiles que han descendido en agosto con respecto al mes anterior.
295 civiles perdieron la vida el mes pasado, según las estadísticas del Ministerio de Sanidad, un veinticinco por ciento menos que julio, el mes más sangriento de los últimos dos años. La seguridad es la máxima prioridad para los ciudadanos de este país y a partir de ahora serán fuerzas de seguridad las responsables de la misma.
