Las encuestas vaticinan una segunda ronda entre Bachelet y los dos candidatos de derecha que irían como socios. Esta semana un sondeo del Centro de Estudios Públicos mostraba después de un debate televisivo una baja de seis puntos en la intención de voto de Bachelet –de 45% a 39%– y a los dos candidatos de centroderecha rodando el 22%. Cabe recordar que la ventaja de Bachelet era tan amplia -llegó a ser de 30 puntos- que llevó a los partidos de la Concertación a reforzar sus candidaturas para las elecciones de diputados y senadores, descuidando a la candidatura presidencial de la ex ministra de Defensa de Lagos. También es importante señalar que, según las encuestas, de concretarse una segunda vuelta, que sería el 15 de enero, Bachelet se impondría a Piñera o a Lavín, aunque la ventaja sería más amplia si este último es el oponente.

De ahí que la gran sorpresa de la campaña electoral haya sido el multimillonario Sebastián Piñera, quien en sólo siete meses logró que Renovación Nacional tenga alguna esperanza en estas elecciones. El empresario, cuya fortuna supera 1.200 millones de dólares, desafió casi una década de liderazgo de la UDI, mayoritaria electoralmente y en cuyas filas militan ex ministros y figuras emblemáticas de la dictadura de Augusto Pinochet. Los escándalos de corrupción en torno al ex dictador chileno también debilitaron la candidatura de Lavín. Lo más atractivo de la primera vuelta será, entonces, dirimir la lucha entre Lavín y Piñera.

En lo que respecta a las propuestas Bachelet -que ayer afrontó la muerte de cinco militantes en un trágico accidente- propone un programa de gobierno marcadamente socialdemócrata, poniendo énfasis en el problema de la desigualdad y en su solución a través de políticas sociales redistribucionistas. Sus discursos de campaña enfatizaron el modelo sueco de Estado de Bienestar asumiendo desde el Estado la responsabilidad primaria en ámbitos como la salud, al educación, el empleo y la cultura. Bachelet es consciente que una de las paradojas del modelo chileno es que sus altas tasas de crecimiento no han repercutido favorablemente todavía en los sectores más desfavorecidos.

Desde la derecha, se asume el desafio de combatir con rigor a la delincuencia, un problema social que no deja de crecer en Chile. También se critica a Bachelet por querer alcanzar una meta desarrollo a través de modelos sesentistas de corte europeo que hoy gozan del mayor desprestigio. Su obsesión por agrandar el Estado y aumentar los impuestos, señala el centroderecha, socavará las estrategias de desarrollo que Chile ha implementado con tanto éxito en las últimas décadas.