Con posibilidades: Los sondeos dan a Demócratas de Suecia entre un 4% y un 7% de los voto. Nueva imagen:El partido ha enterrado sus raíces neonazis y promete frenar la inmigració. Shock: La tolerante Suecia descubre que sufre el mismo mal que sus vecinos europeos. Populismo electoral:Los liberales, socios de gobierno, quieren prohibir el velo integral. Un diputado turco:"El problema es la discriminación que sufren los que sí quieren integrarse".
Es una
carta de presentación explosiva. Una anciana se arrastra con ayuda de un
caminador, el semblante pálido, la respiración entrecortada. Mira hacia atrás,
sabe que la siguen. Y sí, a sus espaldas aparece una horda de mujeres cubiertas
con velos negros, empujando cochecitos infantiles a zancadas. La desvalida jubilada
queda atrás mientras una voz en off sentencia: "La política es cuestión de
prioridades. El 19 de septiembre tú decides si recortamos las pensiones o
recortamos la inmigración".
El
anuncio - que una cadena de televisión se ha negado a emitir por incitar al
odio racial-lo firman los Demócratas de Suecia (DS), que podrían convertirse en
los comicios de mañana en el primer partido abiertamente xenófobo en el Riksdag
o Parlamento.
Los
últimos sondeos lo sitúan claramente por encima del 4% necesario, y en algunos
alcanza incluso el 7%. Y como el voto xenófobo tiende al secretismo, nadie
puede descartar un resultado aún mejor para un partido que ha abrazado el mismo
cóctel antiinmigración y antiislam que tanta fortuna está teniendo en la Europa
de la recesión.
Todo un
golpe para una sociedad tan autosatisfecha como la de Suecia, que tras el
efímero paso del populismo de Nueva Democracia en los años 90 se había
mantenido a salvo de la ultraderecha. Los suecos se han despertado bruscamente
de su idílico sueño de tolerancia e igualitarismo para darse cuenta de que, al
fin y al cabo, no son tan distintos de sus vecinos europeos.
Fundado
en 1988 a partir de un movimiento supremacista de nombre Conservemos Suecia
Sueca, DS tiene su feudo en el sur más conservador y rural. En los últimos años
ha emprendido un intenso lavado de carrocería, distanciándose de sus raíces
neonazis y expulsando a los elementos más radicales. "Durante años han ido
observando como la ultraderecha avanzaba en países vecinos. Y, mientras soñaban
en algún día llegar ellos también al Parlamento, han aprendido de sus errores y
han copiado sus estrategias - dice Daniel Poohl, activista de la organización
contra el racismo Expo-.El gran logro de DS ha sido que muchos votantes hayan
dejado de verlo como un partido extremista y neonazi para verlo como un partido
legítimo, aceptable". En este camino han cambiado a líderes con cabezas
rapadas y botas militares por el joven Jimmie Akesson, de 31 años, educado,
vestido con trajes rutilantes, gafas de diseño y hablar sosegado..., aunque sea
para afirmar que el islam es la peor amenaza para Suecia desde la Segunda
Guerra Mundial.
"Ha
sido una transformación muy rápida. Han entendido que tenían que depurar el
antisemitismo, dejar de hablar de razas - señala Ulla Ekström von Essen,
profesora de historia de las ideas en la Universidad de Södertörn que
sigue al partido desde sus orígenes-.Pero conservan el mismo patrón de
pensamiento. Sólo que dónde antes decían judío ahora dicen musulmán. Dónde antes
decían raza ahora cultura, religión, civilización. Debajo hay la misma
convicción: una sociedad sólo funciona si es homogénea". Afirmaciones de
este tipo le han costado a la profesora llamadas y e-mails amenazantes, y hasta
envíos a contrarreembolso de pornografía o subscripciones a revistas
judías.
Muchos
suecos aún se resisten a asumir que la ultraderecha llama a las puertas del
Parlamento. Piensan en Nueva Democracia, el partido populista que en 1991 logró
entrar en el Riksdag pero desapareció en una legislatura. La comparación no es
posible, opina Anders Sannerstedt, de la universidad de Lund: "Este no es
un partido que haya aparecido de un día para otro. El DS ha venido para
quedarse".
Martin
Ådahl, director del think tank liberal Fores y ex economista del Banco Central,
también se toma la amenaza en serio. Se ha pasado la semana colgado al
teléfono, persiguiendo a famosos para convencerles de que se pronuncien
públicamente en contra de DS. "La gente ha esperado al último momento para
reaccionar. Sólo espero que no sea demasiado tarde", suspira.
Tanto la
alianza de centroderecha del primer ministro saliente Fredrik Reinfeldt, líder
en las encuestas, como la coalición rojiverde de la socialdemócrata Mona Sahlin
han dicho que no pactarán con Akesson aunque en ello les vaya la mayoría
parlamentaria.
Sin
embargo, muchos consideran que el DS ya ha logrado dominar la agenda política.
El Partido Liberal, socio de gobierno, ha prometido en campaña que prohibirán
el velo integral. "Saben que nunca lograrán los apoyos necesarios en el
Parlamento, pero todo vale para ganar votos, aún a costa de reforzar a la
ultraderecha", denuncia Mehmet Kaplan. Diputado por los Verdes, sus padres
inmigraron desde Turquía cuando tenía un año. "Suecia no puede seguir ignorando
su realidad multicultural - afirma-.En lugar de pensar en la minoría que no
quiere integrarse, debemos trabajar para la mayoría que sí quiere formar parte
de la sociedad y a quien la discriminación se lo impide a diario".
El
declive de la socialdemocracia
La
posible entrada de la ultraderecha en el Parlamento sueco no es el único giro
que pueden suponer estos comicios. Si gana la Alianza de centroderecha del
primer ministro Fredrik Reinfeldt - como pronostican la mayoría de los
sondeos-será la primera vez que Suecia reelige a un gobierno conservador.
Paralelamente, los socialdemócratas, que han gobernado 61 de los últimos 74
años, corren el peligro de dejar de ser el partido más votado por primera vez
desde la Segunda Guerra Mundial. Algunos sondeos prevén incluso que se quede
por debajo del 30%, un escenario que el ex primer ministro Göran Persson ha
calificado de "catástrofe" y que supondría por supuesto la caída de
Mona Sahlin. Y, sin embargo, tampoco está descartado que la líder
socialdemócrata entre en la historia de Suecia al frente de una coalición con
los Verdes y con la Izquierda. A diferencia de sus vecinos escandinavos y pese
a sus avanzadas políticas de igualdad, Suecia nunca ha tenido una primera
ministra.
Bomba
frustrada en Copenhague
La
policía danesa cree que un checheno detenido hace una semana en Copenhague tras
una explosión en un céntrico hotel pretendía enviar una carta bomba al diario
Jyllands-Posten por la publicación, hace cinco años, de las viñetas de Mahoma.
El detenido preparó un artefacto casero que explotó en el baño de su habitación
y le produjo heridas leves.