Suicidarse o hacer huelga. Suena a melodrama, pero tras una semana recorriendo el sureste de China este mes me parece un resumen bastante sucinto de la situación en la que se encuentran muchos trabajadores de los parques industriales de Guangzhou o Shenzhen, las dos grandes metrópolis del cinturón de sol chino donde una fuerza de trabajo migrante de mas de 100 millones de jóvenes –la mayoría mujeres- proporciona casi el 60% del empleo industrial en China.
En el recorrido
reflexioné mucho y jamás me había parecido tan claro desde que leí a Harry
Braverman cómo las diferentes necesidades estratégicas de las grandes empresas
transnacionales -en lo que se refiere a inversión en tecnología, localización y
mano de obra- pueden penetrar en las cabezas de los trabajadores como una droga
psicotrópico bien elevando su auto estima o bien provocando miedo, paranoia y
depresion suicida.
La droga
envalentonaba en Guangzhou, en los parques industriales de las multinacionales
japonesas como Toyota, Nissan y Honda, y sus proveedoras. Allí vi a jóvenes
trabajadores mas dispuestos que nunca a desenchufar la cadena de producción y
protestar en fila de indias alrededor de la planta para conseguir sus
reinvidicaciones de aumentos salariales. Las huelgas "salvajes" aun
se extienden por los clusters del automóvil desde Foshan a Nansha y nadie sabe
como terminarlas. Paralizando cadenas de suministros toyotistas ya más
simultaneas que justo a tiempo y extremadamente vulnerables a paros espontáneos.
Jóvenes
trabajadores con camisetas de "manda pop" y peinados Oasis salieron
de la fabrica de la proveedora de bombas de inyección en Nansha sin miedo
incluso cuando se les acercó un periodista. Esto pese a que su huelga una
semana antes había parado la mega planta de la poderosa Toyota –que fábrica
medio millón de moho volúmenes al año- a un tiro de piedra de distancia.
"Son jóvenes; no tienen miedo; les da lo mismo si pierden su trabaja
porque encontrarán otro", me dijo unos días después en Hong Kong Hang
Dongfang, el histórico activista sindical curtido en la Plaza Tiananmen en 1989
ahora director de China Labour Bulletin. "Ya no hace falta ser héroes
sacrificados como nosotros entonces; pueden disfrutar las primeras libertades
de la democracia; hacer huelga sin que te detengan", añade.
¿Por qué
en el caso de los clusters del automóvil de Guangzhou, la droga de la
conciencia de clase potencia la autoestima de clase? Fácil. Porque -como
reconocen asesores de las multinacionales del automóvil japonesas e incluso
algunos de sus ejecutivos- la necesidad de Toyota, Honda Nissan de estar
presente en el mercado mas grande del mundo así como los costes hundidos de su
inversión altamente tecnológica, hace imposible que se deslocalicen incluso en
tiempos de crecientes escasez de mano de obra y presiones alcistas sobre
salarios.
Aunque
se dupliquen, los costes de mano de obra de entorno a 200 o 300 euros al mes
son casi anecdóticos en la industria del automóvil que es muco más preocupado
por el daño a las cadenas de suministro provocados por las huelgas salvajes. De
ahí la decisión de ceder ante casi todas las reivindicaciones salariales. Una
decisión que, lógicamente, provocará más huelgas. Y, desde ejecutivos en las
multinacionales hasta funcionarios en Pekín pasando por activistas como Hang
Dongfang, el resultado, tarde o temprano, será la adopción de la negociación
colectiva en las plantas del automóvil.
Toyota
quiere "saber con quien negociar", me dijo Tomoo Marukawa uno de los
expertos sobre estrategias de multinacionales japonesas en China. Pero en
Shenzhen, vi la otra droga de efectos paranoicos y suicidas. La estrategia
multinacional en sectores más intensivos en mano de obra como la electrónica o
textil. Multinacionales como la taiwanesa Foxconn, con más de 800.000
trabajadores en China, son ejemplos extremos de empresas "footloose"
–sueltas de pie. De ahí, sus planes para desplazar grandes partes de sus
operaciones de fabricación de teléfonos móviles y otros aparatos de las grandes
marcas multinacionales de tecnología hacia el interior o países como Vietnam
Myanmar o Camboya, tal y como se puede ver en el reportaje que escribí desde
Shenzhen.
Ante
sistemas militarizados de gestión de mano de obra y las amenazas constantes de
cerrar la tienda e irse, las huelgas son difíciles de convocar y la protesta es
la desesperación Una decena de trabajadores de Foxconn en Shenzhen se
suicidaron en el espacio de dos meses tirándose de los edificios del enorme
campus de la empresa en Shenzhen.
Alexandra
Harney en su libro The China price (Penguin 2009) advierte que las empresas más
odiadas en China no son las multinacionales estadounidenses o europeas sin las
taiwanesas, las de Hong Kong o aun peor los propios empresarios chinos. Estos
violan constantemente e impunemente las leyes laborales chinas –siguen el
modelo europeo y son mas estrictas sobre el papel que en EE.UU.- que limitan la
semana laboral a 44 horas con un tope de 36 horas de horas extra.
Pero los
últimos responsables son las marcas globales que ejercen presiones constantes
sobre proveedoras para que bajen precios. Harney cota el ejemplo de una fábrica
de calzado en Zhongshan, filial de la multinacional de calzado deportivo
taiwanes Pou Chen, subcontratada por Timberland. Cuando el gobierno de
Zhonsgahn subió el salario mínimo el 28% los ejecutivos de Timberland
responsables de los estándares medioambientales y laborales de la marca exigían
que la fabrica adoptase el nuevo salario (...) peor el departamento de de
compras se negó a pactar un precio mas alto para reflejar los cotes mas elevados.
El director de la fabrica Allan Wu "estuvo apunto de tirar al
toalla", dice Harney.
Esto ha
pasado con marcas como Apple en sus relaciones con Foxconn y otras
multinacionales subcontratadas de fabricación electrónica. Es un fenómeno
general, explica Ching Kwan Lee en su excelente libro sorbe la explotación
laboral en China Against the law: Labour protests in China´s rustbelt and
sunbelt: "Conforme la economía china se integra mas al capitalismo global,
las empresas de manufactura en China se ven enfrentadas a una competencia cada
vez más intensa y márgenes menguantes de beneficios (…) esto se traduce en
cierres de plantas, deslocalizaciones y reestructuraciones mientras en las
plantas, las presiones competitivas se convierten en horas mas largas, reducciones
de salarios reales y mayor siniestralidad laboral".
Por un
lado "las fabricas satánicas operan a un ritmo que rompe los nervios y los
limites físicos y fortaleza corporal de trabajadores se ponen a prueba a
diario". En el sector téxtil "se ha vuelto habitual trabajar 400
horas la mes", dice, a pesar de la ley. Ching Kwan Lee recuerda "la
muerte de agotamiento de una joven trabajadora que vomitó sangre y cayó muerta
delante de la puerta de su fabricas de prendas. Así mismo, las presiones "generan
depresiones severas y estrés". Ching Kwan Lee habla con una trabajadora de
una egresa subcontratada de fabricación de discos duros que dice que ha visto a
siete trabajadoras "volverse locos mientras trabajaban". Al igual que
Apple y Foxconn, en el caso de los suicidios de mayo y junio, se achacó estos
casos "problemas personales" pero el testimonio de la trabajadora en
el libro de Ching Kwan Lee sugiere que hay otra explicación: "Creo que es
por el estrés indescriptible en el trabajo; te regañan, te humillan y te ponen
multas si un tornillo no esta suficientemente apretado o si dejas caer algo al
suelo (…) te amenazan constantemente de que te descontara el coste de tu
salario si llegas con cinco minutos de retraso te pueden deducir 107 yuanes
(unos 20 euros, mas del 10% del sueldo mensual)" "puedes sentir el
dolor en su silencio y en algún momento no pueden mas y pierden la
cabeza". El 60% de los trabajadores en Censen son jóvenes mujeres.
Por
mucho que los inspectores de los departamentos de derechos humanos de las
multinacionales de EE.UU. y Europa exijan cumplimento con los códigos éticos de
su marca, los ejecutivos del departamento de ventas tienen la ultima palabra. Y
éste no pide derechos humanos a empresas como Foxconn sino precios más bajos.
Es solo por eso que un aparato tan extraordinariamente sofisticado en
tecnología como el Ipad puede venderse en EE.UU. por menos de 500 dólares.
Hay
motivos para la esperanza. Ching Kwan Lee explica que las protestas laborales
en la transición de al capitalismo era provocadas principalmente por una
sensación de injusticia por retrasos en el pago de la nomina, o por
incumplimiento con las leyes laborales. Existe una excesiva fe en el marco
legal que, en realidad, es un cómplice en la explotación ya que raras veces se
aplica debido a tribunales y jueces corruptos y una cultura general de hacer la
vista gorda. "En sus esfuerzos pro ejercer sus derechos muchos
trabajadores se han dado cuenta de que no tienen".
Pero, en
los últimos meses, las huelgas, sobre todo en el sector del automóvil donde la
amenaza de desocalizacion es cada vez menos viable, ya se reivindican subidas
de salarios y derechos de representación y negociación colectiva, sin hacer
demasiado caso a lo que les corresponde o no en el marco jurídico. La meta calve
es el derecho de la huelga, dice Hang Dongfang. Luego medios para la
negociación colectiva. Al igual que ocurrió en Inglaterra en el siglo XIX,
"primero ganas la negociación colectiva; luego viene el derecho de
asociación libre, los sindicatos y partidos políticos", dice Hang
Dongfang.