Benedicto XVI animó ayer a los jóvenes sicilianos a tener coraje y a enfrentarse a la mafia. En una visita de una sola jornada a Palermo - probablemente el último desplazamiento del Papa fuera de Roma antes su viaje a Santiago de Compostela y Barcelona, los próximos días 6y7denoviembre-,el Pontífice se refirió varias veces al crimen organizado, en términos duros, y a la necesidad de que la sociedad civil no se resigne ante el fenómeno. 

Aparatosas medidas de seguridad acompañaron los actos del Papa. En la catedral palermitana, después de hablar a los obispos de la isla, Benedicto XVI se acercó a algunos sacerdotes y fieles presentes, provocando cierto nerviosismo a los guardaespaldas. Luego, en un encuentro con jóvenes y familias, en una plaza de la capital siciliana, había una gran distancia, tal vez exagerada, entre el Papa y el público. Sólo los escogidos pudieron aproximarse. Algunos de ellos besaron en las mejillas al sucesor de Pedro. 

Benedicto XVI no fue tan duro contra los mafiosos como lo había sido Juan Pablo II en un célebre discurso hace diecisiete años. Joseph Ratzinger no es un hombre de gestos tan apasionados como su predecesor. Pero sus palabras fueron también inequívocas. "¡No tengáis miedo de oponeros al mal!", exclamó el Papa en su alocución a jóvenes y familias. "¡Juntos seréis como un bosque que crece, quizá silencioso, pero capaz de dar fruto, de llevar la vida y de renovar de modo profundo vuestra tierra - continuó el Papa-.No cedáis a las sugestiones de la mafia, que es un camino de muerte, incompatible con el Evangelio, como tantas veces os han dicho vuestros obispos!". La multitud rompió en un largo aplauso cuando se oyeron estas frases. Horas antes, en la homilía durante la celebración eucarística, el Papa dijo que en Sicilia "no faltan las dificultades, problemas y preocupaciones". Mencionó a los que viven "en condiciones de precariedad, por la falta de trabajo, por la incertidumbre sobre el futuro", y también "al sufrimiento físico y moral a causa de la criminalidad organizada". "Hoy estoy en medio de vosotros para testimoniaros mi solidaridad y mi recuerdo en la plegaria - afirmó Joseph Ratzinger-.Estoy aquí para daros un fuerte ánimo a no tener miedo a dar testimonio, con claridad, de los valores humanos y cristianos, tan profundamente enraizados en la fe y en la historia de vuestro territorio y de su población". El Papa recordó que "el mal hace más ruido", pero que la inmensa mayoría de los ciudadanos son hombres y mujeres de bien, y que la gran esperanza está en la juventud de la isla. 

Al Papa, de 83 años, se le vio risueño y feliz. Levantó con frecuencia las manos para saludar. El Pontífice aguantó el calor y hubo de recurrir a un pañuelo para secarse el sudor. Una leve tos le hizo parar varias veces la lectura de los discursos. 

Benedicto XVI ha visitado Sicilia - por primera vez-en un momento de notable debilidad de la Cosa Nostra, la mítica y tan cinematográfica mafia regional. Durante los últimos veinte años los mafiosos han recibido golpes demoledores. Ha habido confiscaciones de tierras y de propiedades por valor de centenares de millones de euros. La sociedad civil también se ha movilizado. En Palermo, por ejemplo, comerciantes y empresarios se han organizado para decir no al pizzo,a la extorsión, sin que haya habido apenas represalias. Se dice que la llamada mafia militar - que protagonizó hace casi veinte años una ofensiva de atentados que puso en jaque al Estado-ha quedado casi desarticulada. Han sido detenidos casi todos los jefes de la Cosa Nostra. Queda pendiente la captura de Matteo Messina Denaro, el último superprófugo.Sin embargo, los tentáculos financieros se mantienen. La mafia se ha transformado. Ya no es tan vital - ni factible-el viejo control férreo del territorio, sino que el crimen organizado se ha convertido en un sistema más difuso, con un componente sobre todo financiero, muy internacionalizado.