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27/12/2004 | ¿A dónde va el proceso con los 'paras'?

Álvaro Sierra

(Análisis)

 

Gracias a las desmovilizaciones de fin de año, el Gobierno y el Alto Comisionado están viviendo su cuarto de hora en el proceso con las Auc. Pero el 2005 luce mucho más cuesta arriba.

Difícil no apreciar el aire que le han dado al proceso esas desmovilizaciones. El 2004 empezó con críticas al cese de hostilidades, la destitución y muerte de Carlos Castaño y 'Rodrigo' y la guerra intestina en los Llanos, y termina con una zona de ubicación -prorrogada hasta junio del 2005- y 2.637 hombres desarmados. La misión de la OEA, que cerró provisionalmente sus oficinas en Barranca y Villavo, empieza a recibir apoyo de Suecia y Estados Unidos. La Unión Europea, a instancias, entre otros, de Holanda, parece considerar pasar de su política de 'gracias, no fumo' a un compromiso más activo. Washington, que ha enviado funcionarios de bajo perfil a los actos de desmovilización, anunció 3,25 millones dólares.

¿Puede entonces el Comisionado felicitarse porque su política de producir hechos que le vayan dando la razón estaría resultando? Parece prematuro.

Primero, la ayuda trae condiciones y vigilancia. Casi todos los actores, internos y externos, presionan por la definición de un marco legal. Terreno difícil para el Gobierno. El proyecto de ley de verdad, justicia y reparación liderado por el senador Rafael Pardo ha reunido amplio consenso. Por lo que se sabe, el Gobierno mantiene con él diferencias de fondo, que hacen a la confesión y la dosis de verdad, al lugar donde se paguen las penas, a si el Presidente participa o no en la designación de los jueces y en la decisión final sobre los beneficios, entre otros. El Gobierno estaría ante el dilema de ser más generoso con los jefes de las Auc de lo tolerable, o aceptar condiciones que le compliquen la negociación.

Segundo, en buena parte, el proceso depende de que la reinserción funcione. El manejo de los desmovilizados, a través de centros de referencia regionales, plantea inmensos desafíos. Los planes del Gobierno en este campo compiten con la poderosa presión sobre los desmovilizados para que retomen los 'fierros' al servicio de nuevos amos, del narcotráfico. Sumando a los individuales, este año el país llegó a casi 10.000 desmovilizados, cifra muy superior a la que se haya manejado nunca. ¿Está el Ministerio del Interior preparado?

Por último, están los propios paramilitares. En privado, algunos de sus jefes expresan un marcado pesimismo. Hay quejas de que al Comisionado "solo le interesa la foto" (con los desmovilizados). El Catatumbo se entregó como una prueba ácida, y el Gobierno está ante el reto de contener a las Farc y al Eln. Aduciendo que estas desmovilizaciones se hicieron para recuperar el margen de maniobra perdido por la guerra del Llano, los 'paras' aseguran que no desmovilizarán un hombre más sin claridad legal. Según algunos, hay disidencias: 'Diego Vecino' tendría problemas con ciertos comandantes en Montes de María; del frente Suroeste de Antioquia habrían desertado 50 hombres; el bloque Centauros se dividió; el frente Tolima rompió. 'Macaco', el jefe visible más importante del Bloque Central Bolívar, dejó la zona de ubicación y ronda el interrogante de si este, ahora el mayor bloque paramilitar, con la reputación de ser uno de los más envueltos en narcotráfico, podría ser el próximo 'problema'. La extradición pesa como una espada de Damocles sobre buena parte de los jefes que no se han desmovilizado.

Dificultades bastantes para matizar el optimismo que las desmovilizaciones de fin de año podrían inspirar. En lo que a los paramilitares respecta, el 2005, complejo año político-reelectoral, va a poner al Presidente Uribe y a su siquiatra de la paz ante las definiciones de verdad.

El Tiempo (Colombia)

 



 
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