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10/11/2010 | Los republicanos deberían enfocarse en la economía

David Boaz

Siempre se siente bien ganar una elección. Pero el verdadero trabajo para los conservadores fiscales y partidarios del gobierno limitado empieza ahora.

 

El patrón usual es que, después de las elecciones, los votantes y los activistas vuelven a sus vidas normales, pero los grupos de intereses organizados redoblan sus esfuerzos para influenciar a los políticos. Las personas que quieren algo del gobierno contratan a cabilderos, hacen contribuciones políticas y hacen todo lo que pueden para tener en sus manos al dinero de los contribuyentes. Mientras tanto, el contribuyente promedio no puede esperar ejercer influencia sobre una determinada ley de gasto.

Los del Tea Party deben cambiar ese patrón. Deben mantener la presión sobre el Congreso y los legisladores estatales. Deben pedir resultados, no solamente promesas. Para mantener el impulso, los miembros del Tea Party, también, deberían insistir en que el partido republicano se mantenga enfocado en la agenda económica que creó su exitosa coalición y no se enfrasque en asuntos sociales controversiales, los cuales dividirían al movimiento y espantarían a los independientes.

Mientras tanto, los republicanos victoriosos deben demostrarle a los votantes que ellos hablan en serio —finalmente— acerca de mayores libertades y menos estado. Ellos destruyeron la marca republicana de Reagan durante los años de Bush. Es más difícil reconstruir una marca que destruirla. Pero el rechazo a la agenda de gobierno de un estado de gran envergadura de Barack Obama-Harry Reid-Nancy Pelosi les ha dado otra oportunidad.

Los representantes republicanos en el Congreso deberían:

Tomar en serio la reducción del gasto. El gasto federal anual aumentó en un billón de dólares bajo el presidente George W. Bush —antes del abundante gasto en que incurrió cuando llegó la crisis financiera. Bush se convirtió en el gastador más grande desde el presidente Lyndon B. Johnson, quien financió la Gran Sociedad y la guerra en Vietnam.

Pero Bush no mantuvo ese título por mucho tiempo. El gasto ahora es el doble de lo que era cuando él llegó a la presidencia y los déficits anuales son de más de un billón de dólares. Esta es una política fiscal al estilo griego. Todos los republicanos han venido prometiendo controlar el gasto, pero ellos han evitado de manera terca dar propuestas específicas. Ahora deben hacerlo. El Congreso debe encontrar verdaderas reducciones que puedan disminuir el gasto total y derivar en un presupuesto balanceado.

Empezar a deshacer los cambios recientes al sistema de salud. A los votantes no les gustó la ley de salud cuando se aprobó. A diferencia de muchas predicciones, todavía no les gusta. Los republicanos prometieron derogarla y deberían cumplir su promesa. Pero, por supuesto, no es probable que el Senado y el presidente apoyen una ley derogatoria. De manera que el Congreso debería negarse a asignar dinero para implementar las provisiones de la ley y prohibir que el Departamento de Salud y Servicios Humanos gaste dinero alguno para implementar las peores provisiones de la ley —especialmente el mandato individual.

Prevenir una inminente alza de impuestos. Con la ley actual, los impuestos sobre las ganancias sobre capitales, dividendos y la renta de todos aumentará el 1 de enero de 2011. El Congreso necesita bloquear esta inminente alza de impuestos, preferiblemente, en cualquiera de las sesiones que le quedan al Congreso saliente o, sino, a principios de enero. La expectativa de impuestos más altos probablemente desalentará el gasto y, especialmente, las inversiones.

Analizar, objetivamente, la guerra contra las drogas. Para los guerreros contra las drogas, nueve años es poco tiempo. Ellos han estado en esto desde 1914. Gracias a sus esfuerzos, solo 119 millones de estadounidenses han utilizado drogas ilegales y solo 22 millones de estadounidenses las utilizan por lo menos una vez al mes. Mientras tanto, la violencia generada por la prohibición está destruyendo a México y está atravesando la frontera hacia el suroeste de EE.UU. Legalizar las drogas, de acuerdo a un nuevo estudio de Cato, ahorraría alrededor de $41.300 millones al año en gasto público destinado al cumplimiento del régimen de prohibición. Si no puede simplemente acabar con una política fracasada, el Congreso debería conformar una comisión independiente para que esta investigue alternativas a la prohibición.

Mantenerse firme frente a los intereses especiales. Como lo indiqué, en el mismo momento en que se determinan los resultados de las elecciones, los grupos de intereses organizados se acercan a los nuevos miembros del Congreso. Desde los farmacéuticos y los agricultores, hasta las empresas petroleras y los cabilderos del seguro social y Medicare, todos quieren pagar una deuda de campaña y llevar a un senador a un partido en el Verizon Center. Los republicanos —y los demócratas— necesitan mostrar algo de virtud y resistirse a las tentaciones de estos grupos de presión organizados. El principal interés del país es reducir el gasto, el déficit y la deuda nacional. Aquello implica mantener una cómoda distancia entre los cabilderos y el erario público. Una táctica puede ser que el Congreso apruebe una resolución continua para financiar las agencias con un 90 por ciento de su gasto actual, eliminando las notoriamente abundantes asignaciones decididas por los subcomités.

Evitar asuntos sociales. Cuando los republicanos de Bush dedicaron mucho tiempo a asuntos como el matrimonio homosexual y la intervención en el caso de Terri Schiavo (para evitar que se cometa una eutanasia), ellos espantaron a las mujeres profesionales de los suburbios, a los universitarios graduados, a las personas jóvenes, a los libertarios y a los independientes —claro que estos son grupos superpuestos. Y ellos perdieron dos elecciones. Después de 2008, parecen haber aprendido la lección. Incluso frente a varios estados que están estableciendo la igualdad en el matrimonio, los republicanos mantuvieron su enfoque exclusivamente en el gasto excesivo, el sistema de salud y el crecimiento del tamaño y envergadura del gobierno —asuntos que unieron a los opositores de la agenda de Obama.

No deberían arruinarlo ahora. Deberían mantenerse enfocados en los asuntos económicos —lo cual les permitió ganar estas elecciones— y evitar los asuntos sociales controversiales que hicieron que perdieran las elecciones de 2006 y 2008.

Este artículo fue publicado originalmente en Politico.com (EE.UU.) el 3 de noviembre de 2010.

El Cato (Estados Unidos)

 


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