Pero también, en un contexto de lucha electoral presidencial donde se redefinen alianzas partidistas, muestra el poder de que goza el crimen organizado, a pesar de los esfuerzos institucionales gubernamentales para debilitarlo, así como lo compleja que resulta la eliminación de la corrupción en los cuerpos policiacos.

En este sentido, desde un punto de vista general, el poder del crimen organizado se ha transformado en otro factor de influencia electoral para la definición del próximo presidente de México.

Por tanto, la aparición de diversos factores que de manera directa o indirecta pueden alterar la orientación del voto hacia uno u otro candidato presidencial, no depende tanto de sus propuestas de campaña sino de hacer propaganda negativa, es decir, mostrando la incompetencia del partido que ahora gobierna para encontrar soluciones, por ejemplo, al problema que representa para la seguridad nacional el crimen organizado, como el narcotráfico y el secuestro.

Además, insisto en que lo ilícito en México se ha convertido en un negocio con extraordinarias ganancias para los que viven del mismo. Y este poder económico tiene la fuerza para vincularse con el poder político en sus diferentes variantes. Sobre todo, porque todavía no existen mecanismos institucionales totalmente transparentes para evitarlo.

Por otro lado, en México resulta común que cuando se acerca el ocaso de un sexenio presidencial, se acelere el proceso de "reacomodamiento" de los grupos, con presencia local o nacional, no siempre de manera pacífica, para definir su nuevo papel ante la "inauguración" de una nueva gestión presidencial.

De este modo conservarían sus beneficios y seguirían siendo un factor de estabilidad o inestabilidad social, ante la reproducción de la corrupción, que impide que la autoridad policiaca cumpla con sus tareas para controlar sus efectos negativos sobre el grueso de los ciudadanos.

Sin embargo, la receta para combatir al crimen organizado es la misma: capacitación policial y, al mismo tiempo, el mejoramiento de sus instrumentos de represión, cuando la capacidad de respuesta del ejército paralelo al servicio de los narcos tiene el mismo potencial combativo al usar las mismas armas. Además, como en el caso de Los Zetas, en sus filas se encuentran cuadros preparados con el erario público para cumplir las funciones de seguridad pública y no a favor de los intereses particulares ilegales.

Así, la formación policial, lo cual tampoco resulta nuevo, es el primer escalón para que algunos obtengan el entrenamiento necesario, demandado por los grupos de criminales, en un contexto donde la seguridad pública se ha ido privatizando por la existencia de múltiples compañías dedicadas a vender los servicios de seguridad, lo cual muestra el fracaso de la política pública de seguridad nacional.

Pero a medida que la organización de los grupos armados al servicio de las mafias ha mostrado su capacidad combativa, la respuesta desde las instituciones públicas de combate al crimen se ha centrado en formar grupos de élite, que con el video mostrado han resultado también involucradas en los negocios ilegales.

Lo anterior no pretende minimizar lo útil que han resultado dichos cuerpos de élite cuando han desmembrado algunas bandas dedicadas al secuestro o en la detención de algunos jefes de los cárteles de las drogas. Lo cual resulta de utilidad, gracias a la propaganda televisiva, para señalar que a pesar de lo grave de la situación, la PGR está realizando labor para conservar la escasa credibilidad ciudadana en las instituciones de procuración de justicia.

Sin embargo, llama la atención que en este sexenio la filtración de información mediante videos sea una constante, y que tenga como destinatarios a políticos y funcionarios públicos encargados de la gobernabilidad.

El uso de los medios de comunicación para desatar no solamente escándalos sino para denunciar, con su correspondiente impacto mediático, complicidades e incompetencias, se ha transformado en la principal vía para terminar con carreras políticas y desprestigiar, ahora sí sin importar el partido político al que representan, a una clase política dividida que usa el poder para beneficiarse.

Se demuestra que el espacio público no es un lugar donde exista debate y reflexión, sino venganza y encono contra el adversario, pero a su vez se considera como un medio para castigar a los que deciden disentir contra los que quieren conservar sus privilegios, como es el caso del candidato del PRI, Roberto Madrazo Pintado.

Lo interesente del periodo electoral mexicano es que su lógica ha permeado a todos los que buscan, a pesar de ser funcionarios públicos o desempeñar algún puesto de representación popular, una futura candidatura presidencial. Por tal motivo, su desempeño tiene como objetivo el convertirse en candidatos futuros; se trabaja para lograrlo con mucha anticipación.

Mientras, los videos pueden seguir circulando y los desmentidos de los involucrados también.

miguelvite@yahoo.com

Analista político