Las nuevas industrias son: energía alternativa; tecnologías de información de nueva generación; manufactura de equipo de alta tecnología; materiales avanzados; autos con combustibles alternativos; y tecnologías amigables al medio ambiente y ahorradoras de energía.
Todo está cuadrando: en este contexto, el jueves pasado el CEO mundial de Kodak, Antonio M. Pérez, me dijo que Estados Unidos no se ha dado cuenta de la magnitud del cambio que la crisis reciente ha significado, ni de la nueva configuración que el mundo tendrá gracias a los países emergentes. Estados Unidos sólo tiene una pequeña parte de la población del mundo, señaló. Así, el crecimiento futuro vendrá de Asia o de América Latina.
Por eso es tan importante esta inversión china, porque se desmarcará del posicionamiento del que aún goza en el mundo: la gente sigue pensando que todo lo que hace es “barato” y que carece de respeto a los derechos laborales. Pero la realidad es que eso ha cambiado drásticamente en los últimos años. Hoy China tiene que luchar incluso para contener la inflación en el sureste, y muchos de sus habitantes que han salido de la pobreza ya son millonarios.
De acuerdo con la información vertida, las industrias que impulsará China representan 2 por ciento de su PIB, pero la meta será llevarlas a que representen 8 por ciento en cuatro años y 15 por ciento hacia finales de la década. Esta estrategia es parte de los planes quinquenales que son comunes en ese país, donde todos los habitantes saben cuáles son las prioridades estratégicas del gobierno.
México no ha sido capaz de integrar planes de ejecución integral entre las autoridades y empresarios. Aunque existe por ley la obligatoriedad del Ejecutivo para planificar, lo cierto es que la autoridad federal va al norte, la estatal al sur y la municipal al oriente. Cada quien para su lado.
Y sí, por eso estamos así.