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11/12/2010 | Dudas sobre el eurolíder

Rafael Poch

Hay una Alemania crítica con la política europea de Angela Merkel pero la que manda y cuenta se muestra satisfecha.Müller,economista y antiguo colaborador de Willy Brandt, responden a las preguntas de ´Dinero´ sobre el papel europeo que ejerce Alemania en la crisis.Felipe González ha dado un aldabonazo diciendo que Europa carece de liderazgo y criticando a Berlín."Los países del euro tienen que liberarse de la lógica de los mercados", advierte el 'Handeslblatt'.

 

Es oficial: España ha descubierto esta semana otra Alemania. A la vista del toro, la adoración ha dejado paso a la crítica. Felipe González ha dado un aldabonazo afirmando que Europa carece de liderazgo y ha criticado la gestión que de la crisis se hace en Berlín. Al lamento se han sumado, por primera vez públicamente, algunos ministros del gobierno.

El miércoles, el Secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, vino a Berlín para transmitir un mensaje a su homólogo alemán, Werner Hoyer. Alemania, "no cuenta demasiado con los otros", a diferencia de la época de Kohl, "no parece interesada en el proyecto europeo", hay en Europa un "estado de ánimo" descontento porque "un liderazgo individualista, no es liderazgo", dijo López Garrido, que presentó su lamento como una "reflexión filosófica".

"Los países del euro tienen que liberarse de la lógica de los mercados, si la política permite que el fuego continúe, devastará Europa", advierte una editorial del Handeslblatt. El avión vuela sin piloto, los mercados no saben pilotar, pero los pasajeros se limitan a ponerse los cinturones de seguridad y a colocar el respaldo de sus asientos en posición vertical. Hay riesgo de colisión, dicen que mortal, pero a bordo la discusión versa sobre el uniforme de la azafata. "Los tesoros públicos de los estados harán cualquier cosa en beneficio de la deuda de la banca privada", decía el 16 de noviembre en su editorial el Financial Times. Ese es el "sucio secreto de Europa", decía. Pero, ¿cómo lo ve Alemania?

Una encuesta con cuatro expertos alemanes sugiere que hay una Alemania crítica con la política europea del gobierno de Angela Merkel, pero que la que manda y cuenta está, fundamentalmente, satisfecha de si misma. Responden Michael Hüther, director del Instituto de Economía Alemania de Colonia, Christian Dreger, del DIW de Berlín, Dierk Hirschel economista jefe de la sindical DGB y Albrecht Müller, economista y antiguo colaborador de Willy Brandt.

¿Tiene Europa un problema de liderazgo?

Hüther: Europa tiene un problema de liderazgo porque el eje París-Berlín antes tan claro y eficaz ya no funciona. Las estimaciones de los gobiernos alemán y francés para el diseño de normas para la unión monetaria son muy diferentes (por ejemplo, en la cuestión de si es necesario un cambio de tratado o si es necesario implicar a los acreedores). De ello se desprende que la nación más fuerte y dinámica, es decir Alemania, debe asumir el liderazgo, lo que provoca voces críticas en otros países.

Dreger: No hay tal crisis, pero se necesitan estructuras de funcionamiento más claras.

Hirschel: Si, y sus causas son económicas. En la eurozona hay un masivo conflicto entre los gobiernos de los estados acreedores y el de los estados deudores. La diversidad de intereses impide que se pueda hablar con una sola voz.

Müller: El problema de Europa es que las personas que determinan la opinión y las decisiones no piensan en el bien del continente sino en su provecho político. Podemos llamarlo "problema de liderazgo" y también es aplicable si se refiere al presidente de la Comisión, que carece de la estatura y el peso que tuvo, por ejemplo, Jacques Delors. Aun peor que la ausencia de calidad y que el señor Barroso es el hecho de que los políticos europeos piensan en categorías de competencia entre nuestros pueblos. Pensar en términos de competencia entre naciones es ridículo en la Europa de hoy. Si se piensa así, nada funcionará.

¿Cómo valora la política anticrisis alemana para Europa?

Hüther: La canciller señala acertadamente las causas de los problemas y dificultades, que se sitúan en países como España y Portugal. Debe quedar claro que la moneda única de Europa exige una mayor disciplina. La respuesta no consiste en las transferencias (de los países más boyantes a los más débiles) sino en el ajuste de los problemas estructurales de los países afectados. Para ello debe aplicarse la ayuda, en combinación con el FMI. Alemania puede desempeñar su papel de líder sin complejos, pues su dinámica económica produce muchos impulsos para la eurozona. Actualmente no hay otro actor que ella.

Dreger: Me parece bien. El saneamiento de las finanzas públicas tiene prioridad, sobre todo a causa de la tendencia demográfica.

Hirschel: La política alemana profundiza la crisis. La Señora Merkel solo apuesta por las exportaciones. La debilidad del mercado interno alemán no abre oportunidades a los europeos del sur. Al mismo tiempo, la política de austeridad asfixia el crecimiento en España, Portugal, Grecia e Irlanda. Los países fuertes se hacen más fuertes y los débiles más débiles. La Europa del Sur se juega ahogarse en un mar de deudas. Si se sigue así, pronto no habrá euro.

Müller: El problema de la política alemana es que nuestra Canciller piensa ante todo en lo que le hace popular en Alemania y no en lo que le conviene a Europa y a sus pueblos. Ella y su ministro de finanzas han alimentado la especulación contra estados europeos al exigir la participación de los bancos en las operaciones de rescate. Tal posición es popular, pero Merkel y Schäuble deberían saber que ahora no es aplicable. Se trata de un simple recurso de política interna alemana. Que incluso en las cuestiones europeas y mundiales más difíciles, Merkel se orienta por su provecho partidista es algo que hasta los americanos perciben, como se ve en los documentos de wikileaks. Si Willy Brandt, con quien trabajé hace 40 años, hubiera pensado con este egoísmo, nunca habría habido apoyo alemán al desarrollo democrático de España. Entonces había solidaridad entre los pueblos de Europa, ahora solo un tira y afloja.

El gobierno espera que una mayoría engañada le aplauda al forzar a griegos, irlandeses, portugueses y españoles a apretarse el cinturón. Recetarlo a otras naciones es muy popular, pero el hecho es que en Alemania ha sido un fracaso. Durante casi 30 años los salarios de la mayoría han estado estancados, los sistemas de seguridad social han sido abandonadas a la erosión, la propiedad pública se privatizó, las condiciones de trabajo se han hecho inseguras y florece el trabajo temporal. Sólo el excedente de exportación nos hizo campeones del mundo, ahora subcampeones, pero, ¿de qué nos vale? Hemos acumulado deudas con Estados Unidos y otras economías, sin pensar en que se devaluarán y se perderán, y eso es lo que va a suceder.

¿Qué debería cambiarse en esa política y en la estrategia europea anticrisis en general?

Hüther: Debe quedar claro que la estructura de incentivos para el endeudamiento de los estados y para los préstamos a los estados debe ser permanentemente empeorada. La participación de los acreedores es inevitable. Las decisiones del pasado fin de semana sobre exigir esa participación sólo en el caso de insolvencia de un estado, son erróneas. Se tiene que establecer un principio fijo de cláusulas de acción colectiva. Luego, en Basilea III y Solvency II, deberían preverse requisitos de capital para los bonos del Estado.

Dreger: Habría que desarrollar un plan a largo plazo para solucionar la crisis de endeudamiento: autos de insolvencia para los estados, participación de los inversores internacionales, etc.

Hirschel: El mayor exportador y acreedor, Alemania, debe desarrollar su mercado interno. Subidas de salarios y mas inversión pública en Alemania, ayudaría a que los del sur pudieran exportar más en el futuro. El ahorro debe desaparecer. Además los mercados financieros deben ser regulados de una vez. Las finanzas de los estados deben disociarse de los mercados de capital para impedir mas especulación contra los países endeudados.

Müller: Hay que prestar atención al interés común. Europa debería cerrar el casino financiero. Es intolerable que los grandes bancos y los especuladores se beneficien con las dificultades de naciones enteras. Los créditos para superar la crisis deben ser administrados directamente por el Banco Central Europeo, y no darlos al 1% a los bancos para que estos los den al 5%, 6% u 8%. La adaptación entre las economías competitivas y con superávit y las menos competitivas y deficitarias, no debe entenderse como una carretera única dirección. El gobierno alemán y los agentes sociales deben alentar los aumentos salariales en Alemania y dar así empuje a la economía nacional. Cargar el peso de la adaptación sobre otros pueblos y exigirles masivos recortes salariales, es algo abstruso, para la psicológica y la macroeconomía. Siento tener que decir esto sobre mi propio gobierno.

El enigma alemán, a examen

Todas las miradas confluyen en Alemania. Su peso en el PIB de la eurozona es decisivo y lo que se cuece en el seno de su Gobierno, resulta decisivo para el devenir de Europa. De ahí, las críticas que no han ahorrado muchos dirigentes europeos sobre el comportamiento excesivamente cerrado de la política económica adoptada por Angela Merkel. Conocida es la importancia de la industria alemana y la participación que tiene en su PIB, así como el tradicional motor de crecimiento que supone la exportación. Sin olvidar la influencia que el Bundesbank sigue ejerciendo sobre el BCE. Merkel se encuentra en una difícil encrucijada. Su política, haya molestado o no a sus vecinos, ha conseguido alcanzar la recuperación antes que el resto de los países. Pero sabe muy bien que esta recuperación será efímera si sus clientes europeos no logran despegar. Por un lado, pues, no puede defraudar a sus ciudadanos –culturalmente acostumbrados, por otra parte, a una gran austeridad en el consumo– y, por otro, no puede hacer oídos sordos a las voces que piden una mayor cifra de importaciones y una política más flexible en el BCE, muy vigilado por el presidente del Bundesbank, Axel Weber, hombre de rígida ortodoxia monetaria que quizás no sea la más adecuada para estos momentos excepcionales. Sea como sea, dentro de Alemania, también hay voces discordantes. La gravedad de la situación –con las turbulencias financieras omnipresentes– ha llevado a Dinero a analizar lo que sucede en el país renano, qué piensan sus empresas principales, cómo ven los alemanes a Europa y los europeos a Alemania.

-ANGELA MERKEL: ¿Prioridad a la agenda de partido?

Los más pesimistas dicen que su política europea viene dictada por la agenda de su partido en Alemania. Gusta insistir en que "estamos mejor que casi todos los demás" o en que "no nos dejaremos castigar por exportar buenos productos". Sin embargo, no ha explicado que la crisis no es griega, ni irlandesa, sino europea, porque todo está interrelacionado en la eurozona.

-AXEL WEBER: Neoliberal de piñón fijo

Presidente del Bundesbank y candidato a dirigir el Banco Central Europeo, manteniendo su "autonomía" al servicio de los mercados. Es un neoliberal de piñón fijo anclado en la austeridad para todos. "La confianza en las finanzas públicas no es ilimitada" y hay que abonarla con austeridad presupuestaria. Eso vale también para los países con superávit como Alemania, dice.

-WOLFGANG SCHÄUBLE: Confianza en el futuro del euro

El sombrío, veterano y respetado Ministro de Finanzas de Angela Merkel, postrado en silla de ruedas desde el ataque de un perturbado mental que sufrió hace veinte años, es el cerebro gris de la CDU y no duda en proclamar: "Estoy totalmente convencido de que tenemos todos los medios para conservar el futuro del euro como una moneda mundial estable".

-RAINER BRUEDERLE: No a una "unión de transferencias"

El ministro de Economía liberal dice que "Alemania va de película". Acérrimo adversario del gasto público, así como de convertir la eurozona en una "unión de transferencias", con miras a nivelar los desequilibrios de sus miembros. Ve con "optimismo" la situación de España y Portugal. "Tienen muchas posibilidades de poner orden en sus presupuestos por sí mismos", dice.

La Vanguardia (España)

 


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