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14/12/2010 | EE.UU- Elecciones 2012

Armando Gonzalez

Es inevitable, después de las elecciones de medio término del pasado 2 de noviembre, que los observadores de la vida política nacional abran el libro de las especulaciones para el próximo gran evento electoral: las elecciones generales del 6 de noviembre del 2012.

 

Una encuesta reciente del Marist Institute for Public Opinion (MIPO) explora los problemas que confrontará el presidente Obama si, como se espera, aspira a reelección: casi la mitad de su base electoral, 45 por ciento, compuesta por demócratas e independientes con inclinación demócrata, quieren que alguien rete al presidente en su aspiración. Y, asumiendo que el Presidente obtenga la nominación, aproximadamente un tercio (36%) dice que, seguramente, votarían por él mientras que casi la mitad (48%) dicen que, seguramente, votarían en su contra. El director de MIPO, Lee Miringoff, declaró: ``Tiene un serio peligro electoral y su posición es muy tenue''.

Estas cifras pudieran ser aún más desalentadoras para el Presidente después de su compromiso con los republicanos la semana pasada de extender las rebajas de impuestos del presidente Bush en el 2001 y el 2003. El disgusto de la izquierda es tal que el acuerdo pudiera no ser ratificado por el Congreso en esta breve sesión de fin de año (el comediante Jay Leno dijo que ahora son los demócratas los que le piden al Presidente que les muestre su certificado de nacimiento).

Los presidentes, por lo general, obtienen la re-nominación. Pero cuando esto requiere vencer un reto dentro de su propio partido, el resultado es un debilitamiento de su aspiración en las elecciones generales. Jimmy Carter derrotó a Ted Kennedy en 1980 pero perdió la elección contra Ronald Reagan. George Bush (padre) derrotó a Pat Buchanan en 1992 pero perdió la elección contra Bill Clinton.

En la era electoral moderna, definida como ``posterior a 1936'', cuando las encuestas de opinión hicieron su aparición en la política, los presidentes aspirando a la reelección han tenido un buen récord. Once presidentes han aspirado a la reelección: tres de ellos perdieron (Ford, Carter, Bush padre) y uno se retiró para evitar la derrota (Johnson). Estos perdedores, como expuse anteriormente, enfrentaron serios retos en las primarias. Existe la posibilidad de que Obama enfrente un reto proveniente de su izquierda, Russ Feingold o Howard Dean, pero este reto sería sólo simbólico. El Presidente goza de un apoyo monolítico entre los votantes afroamericanos. Veinticuatro horas después de la debacle demócrata del 2 de noviembre, Obama obtuvo un 96 por ciento de aprobación entre los afroamericanos. Como quiera que los afroamericanos constituyen el 20 por ciento de los votantes en primarias demócratas, sería muy difícil para cualquier retador derrotar al Presidente.

Esto nos indica que Obama debe ser el candidato presidencial de su partido y nos lleva a observar un indicador que ha estado presente en toda elección presidencial que incluye aspiración a reelección en las últimas seis décadas: desde F. D. Roosevelt en 1940, ningún presidente ha ganado la reelección sin aumentar su proporción del voto popular.

Roosevelt fue electo en 1932 con el 57 por ciento del voto popular. Aumentó su apoyo a 61 por ciento cuatro años después. Pero en 1940 ese apoyo bajó a 55 por ciento y, aun así, salió reelecto. Lo que hizo este resultado una excepción histórica es que solamente había sucedido una vez: 108 años antes, en 1832, Andrew Jackson lo logró por primera vez.

espués de Roosevelt en 1940, toda reelección presidencial se ha caracterizado por un aumento del voto popular sobre la primera elección: Eisenhower pasó de 55 por ciento en 1952 a 57 por ciento en 1956; Richard Nixon pasó de 43 por ciento en 1968 a 61 por ciento en 1972; Ronald Reagan pasó de 51 por ciento en 1980 a 59 por ciento en 1984; Bill Clinton pasó de 43 por ciento en 1992 a 49 por ciento en 1996; George W. Bush pasó de 48 por ciento en el 2000 a 51 por ciento en el 2004.

Estas cifras sugieren que una característica esencial de una aspiración exitosa a la reelección es haber aumentado la proporción del voto popular recibido. Un análisis objetivo de la realidad política de hoy nos indica que es difícil imaginar que Obama aumente el apoyo popular, 53 por ciento, que obtuvo en el 2008. Dos años de gobierno han puesto de manifiesto las grandes debilidades de un candidato idealizado en campaña. Las expectativas mesiánicas se han desmoronado en sólo meses. Y aunque el Presidente y su equipo lo rechacen, los resultados del 2 de noviembre constituyen un referendo de dos años de labor presidencial.

Para ganar su reelección, el Presidente tiene por delante algo más de un año para evitar un reto dentro de su propio partido. Y tiene algo menos de dos años para lograr lo que sólo Andrew Jackson y F. D. Roosevelt han logrado en la historia electoral del país.

agonzalez@miamiherald.com

Miami Herald (Estados Unidos)

 


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