Si sólo fuera por la mortandad, ya habría sido una noticia de necesario despliegue, pero los asuntos de la política y la declaracionitis, males crónicos del periodismo mexicano, taparon las llamas producidas ya por un criminal saqueo en los ductos, ya por mala operación de Petróleos Mexicanos o por un sabotaje de la fracción del EPR cuyas acciones similares destruyeron otras instalaciones de conducción de hidrocarburos en tiempos cercanos.

Son asuntos con roces tangenciales en el tiempo. El secuestro se atribuye a una fracción del EPR. El otro EPR, digamos, el grande, ya se había deslindado de la autoría de este caso, pero reconocía como suyas las voladuras de ductos en El Bajío, como presión para el esclarecimiento de la desaparición de dos de sus hombres, quienes siguen sin aparecer, por cierto.

Pero todas estas no pasan de ser conjeturas en el filo de la casualidad y la imaginación.

Pero por desgracia hay cosas no imaginarias. La recurrencia es una de ellas, la falta de previsión es otra; la imposibilidad de aprendizaje de las instituciones nacionales, el desperdicio de recursos, la negligencia, la falta de compromiso. Eso no es fruto de la imaginación. Eso es un hecho.

En busca de algunos datos sobre una desgracia de magnitudes mayores, pero de antecedente necesario, la explosión de San Juanico, di con una página llamada Bomberos. Su indicativo tiene el sufijo “es”, lo cual la ubica en la Península Ibérica. Dice:

“Aquella vez se aseguró desde el gobierno mexicano que lo ocurrido el 19 de noviembre en San Juanico no volvería a suceder. Sin embargo, el 12 de noviembre de 1996, doce años más tarde, volvieron a estallar dos tanques de gasolina en las nuevas instalaciones que PEMEX construyó a apenas un kilómetro del lugar donde estuvieron las esferas que estallaron en 1984.

“Treinta y cuatro millones de litros de gasolina almacenados en la planta Satélite Norte ardieron hasta la madrugada, generando una columna de humo de hasta dos kilómetros de altura.

“Aunque esta vez no se produjo el desolador efecto que doce años antes (quinientos muertos, 2 mil, 500 heridos; 350,000 personas, de una población de 700,000, tuvieron que ser inmediatamente evacuadas, un número indeterminado de desaparecidos... La explosión de toda la instalación de PEMEX, incluyendo 80,000 barriles de gas, dejó un cráter equivalente a 4 estadios de fútbol), cuatro personas murieron y otras mil resultaron heridas.

“A pesar de ello, fuentes oficiales insistían en que sólo se habían producido 14 lesionados. De nuevo las sirenas, los desalojos, las evacuaciones y el pánico de una población, que aún recordaba la última vez que tuvieron que desalojar San Juanico, que volvió a quedar desierto”.

Hoy los voceros de la empresa repiten como loros la misma palabrería de hace unos años aun cuando el señor Suárez Coppel no ha llegado al grosero extremo de Mario Ramón Beteta, entonces director de PEMEX, quien furioso les pedía indemnizaciones a los muertos.

Hace apenas unas horas la noticia nos regresaba al mismo escenario: un pueblo entero se convierte en una masa de fuego. Las calles se vuelven ríos de lumbre, la gente estaba dormida y murió por racimos. Así lo decía Crónica:

“La explosión en un ducto de PEMEX en San Martín Texmelucan, Puebla, dejó un saldo de 28 muertos -13 menores de edad y 15 adultos-, así como 53 lesionados y de 300 a 350 personas afectadas directamente, informó la Secretaría de Gobernación (Segob).

“Laura Gurza, coordinadora nacional de Protección Civil de la dependencia, indicó en entrevistas radiofónicas y televisivas que al concluir los trabajos de rescate en la zona se reportan además 32 viviendas destruidas y 83 con algún grado de afectación variable.

“La funcionaria detalló que por lo menos 83 personas fueron atendidas en el albergue instalado para apoyar a los damnificados y otras más decidieron trasladarse a casas de familiares

“Sobre el móvil de la explosión dijo que ‘es probable que resulte de un ordeña ilegal de este ducto, lo cierto es que el combustible toma dos vías de conducción, una hacia una calle que es justo la que afecta a toda las viviendas y la otra hacia el río que va circulando digamos en el agua que lleva este río de aguas negras’”.

Una vez más, pero no la última. En el país de la abulia gubernamental y la desidia burocrática, estas cosas pasan como si fueran asunto natural, como si se tratara de la lluvia, refrío o la nieve. Nos vienen del cielo como las palabras, como las promesas.

COSAS DEL TORO

Un amigo me envía este material, extraído hace tres días, del portal taurino Mundotoro, también de España:

Madrid (España) Rafael Herrerías, empresario de la Plaza México, ha sido condenado a tres años de prisión por un fraude fiscal de 2.8 millones de pesos. Así lo ha declarado un Tribunal Federal mexicano, que ha condenado al empresario por haber defraudado al fisco 2.8 millones de pesos como empresario de la México, según informa El Economista en su página web: economista.com.mx.

“El magistrado ha decidido no conmutarle la pena, de forma que si la sentencia es ratificada, el empresario no podría evitar la cárcel. Recordemos que en 2004 la Secretaría de Hacienda de México ya acusó a Herrerías por un delito de evasión de impuestos que ascendía a 2 millones 839 mil355 pesos”.