«Le hemos negado el beneplácito a ese señor [Palmer] y ahora nos amenaza el gobierno de Estados Unidos con que ellos van a tomar represalias. Bueno, que hagan lo que les dé la gana, pero ese señor no vendrá», dijo.

El portavoz del departamento de Estado norteamericano, Philip Crowley, señaló que la decisión de negarle el beneplácito a Palmer «tendría un impacto en las relaciones bilaterales».

En su respuesta Chávez dijo: «Si el gobierno va a expulsar a nuestro embajador allá, ¡que lo hagan!, que si van a cortar relaciones diplomáticas, ¡que lo hagan! Para que venga un embajador tiene que respetar a esta patria. Indigno sería yo si permitiera que ese señor viniera».

Lo que ha molestado al gobierno de Chávez han sido las opiniones de Palmer formuladas en un cuestionario del Congreso de los EE.UU., en el que advierte que la baja moral está deteriorando a las Fuerzas Armadas de Venezuela, que se hace flagrante «particularmente debido a designaciones orientadas por lo político». Asimismo, señala que «pese a los problemas de moral y de equipos, la primacía de la lealtad política parece no ser cuestionada». Pero Chávez considera que Palmer arremetió «contra las Fuerzas Armadas venezolanas».