Los abogados Roland Dumas y Jacques Vergès asumen la defensa del tambaleante ´líder´ de Costa de Marfil.Ilustres dirigentes del PS francés han mantenido estrechas relaciones con el presidente marfileño.
Aislado en el palacio presidencial de Abiyán, empujado por la comunidad internacional en bloque - con la ONU y laUAa la cabeza-a abandonar el cargo y reconocer su derrota en las elecciones del pasado 28 de noviembre, el presidente saliente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, recibió la semana pasada el llamativo respaldo de dos extraños visitantes procedentes de París. Los abogados franceses Roland Dumas y Jacques Vergès, ambos octogenarios y con controvertidas biografías a sus espaldas, viajaron al país africano para asumir la defensa del jefe del Estado marfileño, avalar las acusaciones de fraude contra el candidato rival, Alassane Ouattara - reconocido por las Naciones Unidas-,y denunciar la "injerencia" de Francia y la comunidad internacional en los asuntos internos de Costa de Marfil.
Una iniciativa "penosa", en palabras de la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, que contradice la posición oficial de Francia - el presidente Nicolas Sarkozy ha invitado a Gbagbo a ceder el poder-y que, sin embargo, pone nuevamente de relieve los oscuros lazos que unen a un puñado de capitostes africanos con políticos y hombres de negocios de la antigua metrópoli colonial. Una vasta red de relaciones a menudo inconfesables que ha venido en llamarse Françafrique.Vocablo inventado en los años sesenta justamente por el primer presidente de Costa de Marfil tras la independencia, Félix Houphouët-Boigny, para designar el vínculo entre Francia y sus ex colonias africanas, con el tiempo ha pasado a designar precisamente el juego oculto de intereses y tráfico de influencias que se han tejido por debajo de las relaciones oficiales.
La intervención del socialista Roland Dumas en la crisis marfileña es, en este sentido, remarcable. Al que fuera ministro de Asuntos Exteriores de François Mitterrand en los años ochenta y, posteriormente, presidente del Consejo Constitucional - cargo del que se vio obligado a dimitir por su procesamiento y juicio en el caso Elf-,no se le conocen vínculos especiales con Áfricaal margen de su actuación oficial cuando dirigía el Quai d´Orsay. Pero su nombre se suma ahora a otros ilustres dirigentes del Partido Socialista francés que han mantenido estrechas relaciones con Laurent Gbagbo. Así, Jack Lang, Henri Emmanuelli, Jean-Marie Le Guen o Jean-Christophe Cambadélis - actual secretario de relaciones internacionales del PS-,algunos de los cuales visitaron al presidente marfileño poco antes de las elecciones presidenciales. Hasta que el entonces primer secretario socialista, François Hollande, decidiera romper con Gbagbo en el 2004 - tras el bombardeo por el ejército marfileño de las tropas francesas acantonadas en Bouaké, que costó la vida a nueve soldados franceses-el PS había mantenido estrechas relaciones con el partido de Gbagbo, el Frente Patriótico Marfileño, miembro integrante de la Internacional Socialista. Tras las elecciones, el PS no ha sido precisamente el más combativo a la hora de pedir la retirada de su antiguo aliado.
El otro integrante del dúo, Jacques Vergès - conocido como el abogado del diablo-,lleva tiempo asimismo metido en harina. Histórico defensor de terroristas, dictadores y criminales de guerra - Carlos, Slobodan Milosevic, Klaus Barbie, Tareq Aziz...-y combativo anticolonialista, este letrado francoargelino de origen vietnamita ha incorporado en los últimos años a su cartera de especiales clientes a los presidentes de Mali, Moussa Traoré; Togo, Gnassingbé Eyadéma; Gabón, el fallecido Omar Bongo; Congo, Denis Sassou Nguesso; Chad, Idriss Déby... y Laurent Gbagbo.
"Gbagbo ha dado a la sociedad francesa un regalo real. Le ha dado el puerto (de Abiyán) a Bolloré, el petróleo a Total y el agua a Bouygues", declaró ayer Vergès en radio France Info, donde cuestionó la política francesa. Para algunos observadores - el dúo Dumas-Vergès entre ellos-,Gbagbo representaría una cierta garantía de continuidad, mientras que Ouattara podría inclinar el país hacia la órbita de EE. UU.
Francia, con 600 empresas implantadas, tiene en Costa de Marfil - el país más pujante de ÁfricaOccidental-importantes intereses económicos y estratégicos en juego. París no cree ya, sin embargo, que su salvaguarda pase por Laurent Gbagbo.
FRACASA LA MEDIACIÓN AFRICANA: El cuartel general opositor continúa asediado
El autoproclamado presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, mantenía ayer el bloqueo de las calles que van al cuartel general de su rival, Alassane Ouattara, en el hotel Golf. Anteayer, Gbagbo se comprometió con los mediadores africanos a levantarlo y a negociar. Según la comisión electoral y la ONU, Ouattara es el ganador de las presidenciales del 28 de noviembre. El primer ministro keniano y uno de los cuatro mediadores que participaron anteayer en la misión de paz en la capital marfileña, Raila Odinga, declaró a su regreso a Nairobi: "Si Gbagbo decide quedarse en Costa de Marfil estará autorizado a dedicarse a sus ocupaciones con toda normalidad. Si decide exiliarse, no será llevado ante el Tribunal Penal Internacional (TPI), a condición de que acepte entregar el poder". Odinga hizo estas aclaraciones porque el TPI había dicho que perseguiría a los responsables de muertes en Costa de Marfil. La ONU responsabilizó de la violencia que estalló a mitad de diciembre - con 179 muertos-a las fuerzas leales a Gbagbo, que habla de 53 muertos, entre ellos catorce de sus policías. Anteayer, en la sede de Ouattara, uno de sus militantes fue muerto por un ataque de gendarmes de Gbagbo. La Comunidad Económica de Estados Africanos (Cedeao) le ha advertido que si no cede el poder "será derrocado militarmente", pero esto hace temer otra guerra civil en el país, aunque Ouattara asegura que "una acción militar sólo sería contra Gbagbo y sin peligro de enfrentamiento civil". Los mediadores africanos han precisado que no es posible compartir el poder y se proponen efectuar una nueva reunión con Gbagbo para convencerle.
