Dos artículos recién publicados en 'Nature' asocian el aumento de temperaturas con una mayor frecuencia de precipitaciones intensas.
Los
científicos llevan tiempo advirtiendo de que el aumento global de temperaturas
provoca cambios en el régimen de precipitaciones. La base del argumento es
sencilla: más calor equivale a más energía en las atmósfera y esto supone, por
tanto, más vapor de agua y más actividad en el sistema. Los expertos aseguran
que es difícil predecir cómo cambiarán las lluvias exactamente en cada lugar
del mundo, pero sí saben que, debido a la mayor cantidad de energía presente en
la atmósfera, se harán más habituales los fenómenos extremos, como las
tormentas, huracanes o fuertes temporales.
Precisamente,
dos artículos recién publicados en la revista 'Nature' vienen a corroborar
estas predicciones. Los autores defienden que las emisiones humanas de gases de
efecto invernadero han incrementado considerablemente la probabilidad de
precipitaciones fuertes y el riesgo de inundaciones.
Francis
Zwiers y sus colegas de la División de la Climate Research Division de Toronto
(Canadá), han manejado datos reales de lluvias registrados durante medio siglo
en el Hemisferio Norte para llegar a la conclusión de que los aguaceros
torrenciales se han más que duplicado.
Los
investigadores utilizaron los registros de precipitaciones realizados en 6.000
estaciones pluviométricas diferentes entre 1951 y 1999 en todo el hemisferio
norte. El terreno abarcado incluye Norteamérica y buena parte de Eurasia hasta
India. Tomaron los datos de máximas de lluvia en un sólo dia registrados cada
año y también los de máximas de lluvias en un periodo de cinco días de cada
año, que son, según ellos, los que mejor reflejan lo que es una lluvia
torrencial.
Tras
aplicar nuevos sistemas de cálculo por ordenador a toda esa base de datos, los
investigadores descubrieron que los episodios de lluvias violentas han
aumentado en dos terceras partes del hemisferio norte en las últimas décadas.
En concreto, los registros de máximas diarias han aumentado en un 65% de las
estaciones y los de máximas de cinco días en un 61% de ellas.
Inundaciones
en Inglaterra
En un
segundo artículo publicado en el mismo número de 'Nature' y liderado por
Pardeep Pall, de la Universidad de Oxford, se asegura que el calentamiento
global aumenta la posibilidad de que ocurran inundaciones como las sufridas en
Gran Bretaña en octubre y noviembre de 2000, el otoño más húmedo conocido en
aquel país desde que empezaron los registros en 1766.
De
hecho, según sus cálculos, aquellas inundaciones se vieron reforzadas por el
calor extra añadido por el hombre a la atmósfera. Cuando los científicos
simularon en el ordenador las condiciones de aquel otoño pero retirando las
variables de perturbación introducidas por los gases de efecto invernadero
emitidos por el hombre en los últimos siglos, resultó que en nueve de cada 10
cálculos el ordenador decía que esas lluvias no hubieran sido tan catastróficas
de no haber intervenido el factor humano. De hecho, es con esas palabras,
Factor Humano, como titula su portada la última edición de la revista Nature,
que lleve una fotografía de una ciudad inundada como única ilustración.