El demócrata Rahm Emanuel, ex jefe de gabinete de Barack Obama y una de las personalidades más explosivas de la política estadounidense, será el nuevo alcalde de Chicago. Su victoria por mayoría absoluta en las elecciones del martes abre una era en "la última de las grandes ciudades americanas", como escribió Norman Mailer en los años sesenta. Vibrante, étnicamente dividida, cuna política de Barack Obama, la metrópolis ha estado gobernada durante 43 de los últimos 56 años por la misma familia, los Daley, de origen irlandés.
Chicago es un fenómeno político único. Richard Daley, que en otoño anunció que no volvería a presentarse, era alcalde desde 1989. Su padre, Richard, lo fue entre 1955 y 1976. En este periodo creó una maquinaria clientelar fabulosa, en la que el gobierno municipal y el Partido Demócrata se confundían. Los movimientos más recientes dan una idea del modus operandi de los políticos de Chicago: Emanuel sustituye a Richard Daley, cuyo hermano, Bill, sustituyó a Emanuel como jefe de gabinete de la Casa Blanca.
Emanuel, que se impuso a cinco otros candidatos con un 55% de votos, será el primer alcalde judío de una ciudad de inmigrantes, donde el origen étnico ha definido la política desde su fundación. Combativo, proclive al insulto y a la grosería, el nuevo alcalde ha suavizado sus contornos más ásperos para conquistar Chicago. La ciudad afronta una crisis financiera, con un déficit que, según algunos cálculos, ronda los 600 millones de dólares.
A los 51 años, Rahm Emanuel tiene a sus espaldas una carrera fulgurante. Se forjó en la Casa Blanca de Bill Clinton (uno de los personajes de la serie televisiva El Ala Oeste está inspirado en él). Después fue banquero de inversión. Después, congresista en representación del barrio North Side de Chicago. Y, entre enero de 2009 y el pasado octubre, jefe de gabinete de Obama, un cargo a veces equivalente al de primer ministro. Ahora algunos le atribuyen ambiciones más altas.
"Ser alcalde de Chicago no es la última parada. Es una de las primeras. La última parada de Rahm puede ser el regreso a la Casa Blanca, pero no como otro jefe de gabinete. No piensen que esto no le ha pasado por la cabeza", escribió ayer, en el diario Chicago Tribune,el ácido columnista John Kass. De momento, tendrá trabajo para equilibrar el presupuesto, lo que puede obligarle a recortar prestaciones de los funcionarios y a subir impuestos.
La mayoría absoluta permite a Emanuel acceder a la alcaldía sin tener que pasar por una segunda vuelta. La campaña ha sido breve pero difícil. A Emanuel lo veían como aun recién llegado, más cómodo en los pasillos de Washington que en las calles duras de Chicago. Sus oponentes intentaron frustrar la candidatura acusándolo ante los tribunales de no tener residencia en la ciudad y por tanto de no estar autorizado para ser candidato. El Supremo de Illinois dio la razón a Emanuel.
"Como chicaguense y amigo, no puedo estar más orgulloso", dijo ayer Obama, cuyo apoyo implícito a su antiguo hombre de confianza le ayudó. El canal directo con el depacho Oval será una ventaja a la hora de defender los intereses de la ciudad, que entre otros problemas ha perdido población. En la campaña también fue decisiva la recaudación fabulosa, que deja en una anécdota la de sus rivales, y se eleva a unos 13 millones de dólares. Chicago, como escribe Kass, tiene a su nuevo hombre fuerte. Los Daley han encontrado sucesor.
GIRO POLÍTICO: Obama ya no se opone al matrimonio gay
La Administración Obama dejará de defender ante los tribunales la constitucionalidad de la ley de Defensa del Matrimonio, que niega la validez de los matrimonios homosexuales.
La decisión, anunciada ayer por el departamento de Justicia, marca un giro en la política de la Casa Blanca, hasta ahora reacia a defender en público las bodas entre gais y lesbianas. Y abre un nuevo capítulo en un debate que ha dividido izquierda y derecha, y que podría desembocar en un intento de revocar la ley en defensa del matrimonio heterosexual, adoptado en 1996, durante la presidencia de Bill Clinton.
Aunque el presidente Barack Obama ya había manifestado en el pasado su deseo de que el Congreso revocase la ley, la Administración defendía de oficio la legislación vigente ante la Justicia.
El fin de esta política se suma a otros gestos recientes como la abolición de la discriminación de los homosexuales en las fuerzas armadas. Cinco estados y la capital federal reconocen los matrimonios homosexuales, pero el resto los prohíben y, en todo caso, no disfrutan de reconocimiento legal en el ámbito federal.
