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21/01/2006 | Terrorismo Latinoamericano en el siglo XXI

Alejandro A. Chafuen

Luego del fin de la guerra fría y del desmembramiento de la Unión Soviética, los temas puramente económicos pasaron a ser los más estudiados en el área de las políticas públicas. Existía menos demanda para estudiar los relacionados con la defensa.

 

Sin embargo, en menos de una década, todos los temas económicos empezaron a entremezclarse con los de seguridad, defensa e inteligencia.

El derecho al libre movimiento de los bienes, del dinero, y de las personas es la esencia de la economía liberal. Toda lucha efectiva contra el terrorismo los toca. Las medidas que se toman para luchar contra el terrorismo, no sólo afectan a los enemigos violentos de la libertad sino también a sus amantes. Es natural entonces, que en estos comienzos del siglo XXI, donde el terrorismo golpea en todos los continentes, los pensadores “de la libertad” aborden este tema con gran seriedad.

El terrorismo y el antiterrorismo afectan al marco en que se desenvuelven las libertades económicas, civiles y políticas: el Estado de Derecho. El populismo, y especialmente una nueva variante, el indigenismo, alentado por las fuerzas enemigas de la libertad, que poco tienen que ver con el quehacer indiano, se está acercando muy peligrosamente al modus operandi terrorista. Estos problemas son más que un llamado de atención y añaden otra área de análisis al complicado tema de la violencia política.

El monopolio del Estado, en materia de defensa, seguridad e inteligencia, puede ser tanto o más peligroso para una sociedad que el monopolio estatal en materia económica y materia cultural. De allí la importancia de que la sociedad civil, que no puede permanecer extraña a esta lucha, también los aborde.

Mi generación, por ejemplo, peleó la "guerra sucia" de Argentina. Una batalla que escaló cuando el gobierno elegido de Isabel Perón, con el apoyo abrumador del poder legislativo, presentó un decreto ejecutivo reclamando la aniquilación de los terroristas. Pese a que estos grupos tenían grados muy diversos de radicalización, odio y violencia, todos estaban unidos por los dogmas socialistas.

Estaban financiados por las estructuras paralelas de la Unión Soviética y por secuestros lucrativos que, en varios casos, recibían el apoyo logístico de embajadas extranjeras. La determinación, infiltración, e ilegitimización, fueron ingredientes esenciales de la victoria militar que, como todo conflicto violento, produjo muchas víctimas inocentes. Secar las fuentes de financiación, un factor fundamental para el triunfo total, fue una tarea gradual, favorecida por victorias en otros frentes.

Los desafíos que presentan los narcoterroristas, así como también los de terroristas islámicos, son distintos a los del terrorismo del pasado inspirado por el socialismo. Los grupos involucrados en el tráfico de drogas para financiar sus actividades, pueden acceder a fondos por vías muy distintas. Operan en áreas donde el control gubernamental es débil, y tienen canales de comunicación con territorios en países vecinos, donde hay incluso menos control. Por lo que, incluso cuando una nación está determinada a dar una batalla total, la victoria puede ser elusiva.

La infiltración es esencial en las guerras no convencionales. El honor, la gloria y el coraje, así como el odio, motivan a quienes tratan de infiltrar al enemigo ideológico. Los incentivos materiales, a veces los complementan y ayudan a reclutar. La necesidad de infiltración crece durante las épocas de lucha y amenaza terrorista. Se incrementa la demanda y la complejidad de la tarea de los servicios de inteligencia y también se hace más difícil la tarea de los líderes terroristas.

En el caso del narcoterrorismo, que preocupa sobretodo a Colombia, la estructura del mercado ilegal de drogas puede actuar como un antídoto, que evita la victoria final de los terroristas. Los grandes centros de ganancia de esta industria nunca permitirán el éxito total de los terroristas, ya que esto llevaría también al control del narconegocio.

La ilegitimación de los terroristas también es muy distinta, dependiendo de lo que los motiva y financia. No es lo mismo ilegitimizar a quienes son movidos por el dinero de la droga, el impulso de una ideología, el nacionalismo, o el fanatismo religioso. El terrorismo de hoy en día esta impulsado por factores muy diversos, desde el nacionalismo vasco, a las fuerzas de las sectas violentas del mundo musulmán.

No solamente gente de tendencia de izquierda liberal, sino también conservadores y liberales tradicionales proponen la liberalización del comercio de drogas. Con la legalización, el narcoterrorismo desaparecería gradualmente. Los “narcos,” después de todo, producen un bien demandado por el enemigo. Pero, por el otro lado, los narcoterroristas, nunca vendrán legitimados desde lo alto. Los terroristas socialistas, recibieron el apoyo de líderes religiosos. Los teólogos de la liberación bendijeron las balas, las armas, y las tropas terroristas. Algunos de nosotros todavía recordamos las Biblias usadas en Latinoamérica que contenían fotos de Cuba, descripta como la nueva tierra prometida. Algo parecido se ve hoy en ciertos sectores radicales del mundo islámico, donde los clérigos aplauden e incitan a la violencia.

El narcoterrorismo es menos revolucionario y existe una menor probabilidad de que conduzca a los dos grandes peligros que enfrenta la sociedad libre hoy: el terrorismo nuclear y biológico. También es importante que no existe una fuerza mundial unificante detrás del narcoterrorismo. No obstante, el acceso a ciertas armas de destrucción masivas parece más difícil de controlar hoy, que en el pasado. Siempre existe el potencial de que se forme una rara alianza entre narcoterroristas y otros grupos violentos, dispuestos a cometer un ataque mayor. Asimismo, líderes neopopulistas pueden llegar a tratar de utilizar la violencia en más de un país. Afortunadamente, como en la mayoría de sus expresiones, el populismo sigue atado al nacionalismo, le será difícil construir un imperio. Fue esto lo que impidió que se replique a nivel continental americano, el experimento soviético.

Lo que ha dejado al narcoterrorismo grabado en el mapa, es sin duda el operar de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Las características geográficas de Colombia, con sus fronteras y costas porosas, y la inestabilidad política de los países vecinos, empeoran la situación. Los lazos entre el Coronel Chávez, atrincherado hoy en la presidencia de Venezuela, y los Fidel Castros y otros líderes y segmentos de ciertos países de tradición violenta, tanto los de la órbita islámica como de la ex Unión Soviética, no pueden ser descuidados. Independientemente de nuestras opiniones acerca de la validez y justificación de algunas de las estrategias utilizadas para combatir el terrorismo, es necesario continuar monitoreando en forma constante los campos de batalla más importantes, así como las rutas de aprovisionamiento y reclutamiento.

El desafío de combatir al terrorismo, además de afectar a la mayoría de las áreas relevantes del sistema económico nacional e internacional, también atañe a la labor de multitud de dependencias gubernamentales. En los Estados Unidos, por ejemplo, el Comité Conjunto de Agencias Gubernamentales en el área de la lucha antiterrorista, involucra al Comando Mayor Conjunto, al Comando de Operaciones Especiales, a la oficina del Viceministro de Defensa a cargo de Operaciones Especiales y Conflictos de Baja Intensidad, a la CIA, la FBI, el Departamento de Estado, y el Departamento del Tesoro. Además de tener que involucrar a todas estas instituciones, el Comité Conjunto no tiene mucho poder de decisión y necesita de la aprobación del embajador de Estados Unidos en cada país, que pretenda actuar, al igual que la cooperación de las agencias de los países donde es necesario hacerlo.

La lucha antiterrorista necesitará de los talentos de profesionales de distinta formación y de distintos rincones del mundo. Cada vez que la libertad de la persona se expone a situaciones de inseguridad, lo que tiende a ceder, son los resguardos para la libertad. Es por eso que creo que no es exagerado decir que, por más humilde que sea nuestra contribución, el desafío es tal, que todo aporte en el campo del desafío terrorista y neo-populista es una contribución valiosa a la libertad de la persona humana.

* Alejandro Chafuen es presidente del Hispanic American Center for Economic Research

 

Hacer - Washington DC (Estados Unidos)

 



 
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