Al APRA peruana, de Alianza Popular Revolucionaria Americana no le queda nada. Quien piense que el APRA es revolucionaria tendrá tanta razón como quien piense que los Castro salvaron a Cuba. Ambos, el APRA y los Castro, acabaron agachando la cabeza ante quienes hasta tan solo ayer denunciaban como enemigos del pueblo. En el caso de los Castro fue para congraciarse con los dueños del capital que echaron de la isla, para que regresen, y para que vuelva el turismo extranjero a dejar los dólares que necesitan para sobrevivir.

En el caso del APRA, esta dejó de lado la revolución popular para inclinarse ante la sociedad europeizada de Lima, no para aceptarla sino, más aún, para pertenecer a ella. Yo estuve en Managua en 1987, cuando los sandinistas inauguraron su Constitución. Escuché al invitado de honor, Alan García, jurando allí que el Perú jamás pagaría un centavo de su deuda extranjera. Acabó primero quebrando en esos años al pueblo al que iba a engordar con el dinero que no pagaría al extranjero y, después, forrando los bolsillos del entorno tradicional del poder en el Perú.

Cuba hoy es el ejemplo número uno de traición por parte de la ultraizquierda continental. Castro pasó a los cubanos por un cernidor donde los aplastó en busca de una pureza revolucionaria que hoy a todas luces no existe en la isla. Allí hoy tratan de camuflar la realidad para seguir siendo lo que no son. Lo mejor en la Cuba actual es para extranjeros. En Cuba camarón que se duerme se lo comen los turistas, y árbol que crece torcido es para consumo nacional.

En la ultraderecha continental se da el mismo proceso de adjudicación de derecho y traición. Se adjudican el derecho a reivindicar sus pueblos y luego los traicionan. En el continente el ejemplo más claro es, recientemente, el de Pinochet. Para librar a su pueblo lo pasó por su cernidor de ultraderecha dictatorial.

Hoy en el Perú hay quienes piensan que en este sufragio del 2011 se elegirá entre la ultraizquierda y la ultraderecha. No es así. Para empezar, Keiko Fujimori no es de ultraderecha y Ollanta Humala sí es de ultraizquierda.

No hay revolución ni de ultraizquierda ni de ultraderecha que no traicione y sea, a su vez, traicionada. La francesa acabó en manos de Napoleón. ¿Cómo acabará el Perú de llegar Humala al poder? Igualito que Cuba con Fidel, buscando al extranjero para entregarle los privilegios que le quitó, para de esa manera sobrevivir, nada más que sobrevivir, en el poder. Humala, de llegar a la presidencia, someterá al Perú entero a su propio cernidor de izquierda etnocacerista. Después no quedará mucho en pie que sea ajeno al etnocacerismo.

En los extremos el fin justifica los medios. No importa cuánto prometa el señor Humala, sus promesas no son ni serán más que un medio para sus fines, y sus fines fueron expresados con claridad al inicio de su búsqueda del poder. En el transcurso ha cambiado su discurso mas no su esencia. El etnocacerismo es ‘etno’ porque vincula a la población quechua, aimara, ashaninca, aguaruna, etc., de las etnias del Perú. Es ‘cacerismo’ porque –y esto es en palabras del mismo Humala– “Cáceres convirtió la guerra con Chile en una guerra de liberación nacional. Entonces eso es lo que nosotros planteamos con el etnocacerismo”. Allí está claritito. Guerra de liberación étnica.

En el Manifiesto de la Rebelión Etnocacerista del 29 de octubre del 2000, Humala se adhiere “como primera unidad del Nuevo Ejército Peruano, no al parloteo de los politiqueros, sino al clamor y lucha del Perú Profundo”. “El nuevo referente para el siglo XXI es el nacionalismo peruano. ¡Viva el nacionalismo!”, decía Humala. “¡ Kausachum Perú! ¡ Kausachum Velasco!” Kausachum: un viva a la causa en el idioma quechua. ¿Creerán que ha cambiado? Keiko por su lado siempre fue un elemento moderador en la extrema derecha del fuji-montesinismo, opuesta al montesinismo que controló y desvirtuó la presidencia de Fujimori. Hay quienes exigen que Keiko escriba en piedra que de llegar a la presidencia no liberará a su padre. Se equivocan. Lo que hay que pedirle es que jure solemnemente que no moverá un dedo para liberar a Montesinos, y que mantendrá lejos de su entorno a los corruptos que acabaron con la presidencia de Alberto Fujimori.

Una cosa más. Cerca de Keiko hay garantía de integridad con la presencia de Rafael Rey en la candidatura a la vicepresidencia. Además, yo no anticipo traición alguna de parte de la señora Fujimori porque, hasta la fecha que yo sepa, no se ha adjudicado derecho alguno a la liberación de nadie. Humala en cambio sí lo hace. Se adjudica el derecho a la liberación de todo el Perú profundo. ¡ Kausachum!