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30/01/2006 | ¿Quién forma?

Esteban Moctezuma Barragán

En todo el orbe, hoy en día, nuestras hijas e hijos, nuestra juventud, no tienen quién los forme. ¿Cómo lamentar el individualismo materialista? ¿Cómo escandalizarse ante el creciente consumo de drogas?

 

Mientras antes la familia cubría un rol central en la información y formación de los niños, ahora ese papel se ha trasladado a la televisión y el internet.

Hoy la cultura se reduce al consumo; la experiencia existencial al placer. Y el método no se cuestiona.

Hasta hace unas décadas, existía una convención social no escrita, en donde a la escuela le correspondía el papel de informar y a los hogares el papel de formar.

Era tal dicha simbiosis que muchas madres de familia pasaban horas enteras ayudando a sus hijos a hacer sus tareas y se encontraban totalmente informadas de su situación académica y afectiva.

Además de ese apoyo, en el seno del hogar se realizaba el proceso formativo en valores, conducta cívica, conocimiento religioso y aprecio familiar.

La mayor parte de esta responsabilidad la llevaba la mujer a cuestas, y esto es porque la mujer ocupó desde el principio de la creación de las comunidades humanas un papel central en la vida del clan.

Cuando se dio la división del trabajo, la mujer escogió primero y se quedó con lo más importante: el ser humano, sus hijos, los niños. Y también obtuvo la mayor responsabilidad: su educación, su cuidado, ysu crecimiento.

En el principio de los tiempos la mujer enviaba al hombre al "mercado". Así, los hombres salían a conseguir frutos, raíces, algún conejo o unos pescados, mientras la mujer cuidaba de lo importante: la caverna, el fuego y los niños.

Con el transcurso del tiempo el hombre inventó muchas cosas afuera del seno materno, y poco a poco, el mundo de "afuera" se transformó en un mundo más atractivo e interesante que el de "adentro". Ello provocó que gradualmente se drenara el poder desde la mujer y el hogar hacia el hombre y el "mercado".

Después de unos siglos, no tardó mucho en volver a regresar el péndulo, provocando una también gradual pero inminente participación de la mujer en el "mercado" y su incursión en el mundo laboral de los hombres.

Este proceso lleva una fuerte inercia y es relativamente fácil predecir que en 15 años, la mujer gobernará en casi todas las naciones del mundo; será gerente de casi todas las empresas y encabezará virtualmente todas las fundaciones y organizaciones sociales del planeta.

Ante esta modernidad creciente, la participación de la mujer en la vida laboral se ha venido dando como su incorporación al mundo de los hombres, lo que ha significado que su rol formativo quede desplazado.

Eso es muy grave porque quien mantenía el equilibrio entre el yin y el yang mundiales era la mujer, y si ésta se incorpora al mundo yang sin incluirle y enriquecerlo con el yin, el mundo se va a colapsar.

No nos podemos dar el lujo de ver de lejos ese desequilibrio y permanecer inmóviles. El lado femenino de la mujer es una necesidad irremplazable para la sociedad humana.

¿Por qué crees que estamos viviendo el cambio climático? Simplemente, porque el mundo de los negocios es yang. Es, por así decirlo, un mundo regido por un impulso "proveedor" y carece totalmente de yin, que viene a significar una actitud de apoyo, de protección, de "crianza".

Por ello, en la actualidad, con la incorporación de la mujer al trabajo, el espacio que ocupaban las madres de familia como formadoras de los hijos se ha visto reducido drásticamente, dejando a la deriva un rol que ni siquiera ocupaba, ni ocupa aún, la escuela.

Pocos hablan de este tema porque la premisa del planteamiento parece no ser políticamente correcta.

Por ello quiero dejar explícitamente claro que en ningún momento se trata de cuestionar la participación laboral de la mujer, sino de señalar que un efecto secundario de ésta es precisamente que la sociedad actual se quedó sin una función básica para desarrollarse en armonía.

La humanidad no puede darse el lujo de perder su parte yin, esto es, su parte femenina, porque ella es la parte que cuida de los hijos, que cuida de la naturaleza, que cuida de la armonía social, mientras que la parte yang no cuida de nada, sino que procura satisfacer necesidades, proveer y competir.

Ni una ni otra parte son mejores. El equilibrio es la participación de ambos en un mismo proceso.

Por ello, para corregir este desequilibrio, lo primero es reconocer que existe. Lo segundo es desarrollar el yin, tanto en la mujer como en el hombre, para atender a los nuevos seres que se incorporan a nuestro mundo y que hoy están en el mayor desamparo ante una sociedad que se ocupa de todo menos de formar a sus nuevos miembros.

Lo tercero es discutir este tema como un tema de política pública y preguntarnos si no está obligada la sociedad a atender esta carencia y permitirle a las madres y padres de familia contar con tiempo para criar a sus hijos, orientar a sus jóvenes y querer a sus familias.

Esto sin duda tiene un impacto laboral y en la educación pública, con repercusiones económicas, pero se traducirá en menos violencia, menos consumo de drogas y menos frustración. ¿Y si no es para hacer a todos la vida mejor y más fácil, para qué sirven entonces las leyes?

emoctezuma@tvazteca.com.mx  

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca

El Universal (Mexico)

 



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