Para nadie es desconocido los resultados de esta guerra: más de 35 mil muertos y contando, entre los que se encuentran: narcotraficantes, policías, militares, marinos, funcionarios, candidatos a gobernadores, y sobre todo, lo más indignante: población civil, gente inocente, víctimas del fuego cruzado o de ajustes de cuentas, víctimas de secuestros, robos y extorsiones, víctimas no sólo del narcotráfico, sino de la delincuencia, que por momentos parece no tener freno en nuestro país.

Analizar el crecimiento de la delincuencia y la inseguridad en nuestro país conlleva varios factores, pero uno de los principales, de acuerdo con especialistas, es el relacionado con la economía. De manera general, trataré de explicar la relación de uno con el otro. En primera instancia tenemos que entender el grave problema que han generado para el desarrollo económico y político de nuestro país los monopolios. Este esquema económico ha tenido una repercusión atroz: ha hecho a los ricos más ricos y a los pobres no sólo los ha dejado sin oportunidades de crecimiento, sino que han agudizado su pobreza. Actualmente, de acuerdo con la encuesta nacional de empleo, más de dos millones y medio de personas se encuentran desempleadas, y de ésos, más de un millón son jóvenes.

Para aquellos que afortunadamente conservan su empleo, la situación no es la ideal. Según datos contenidos en el Informe de Violaciones a los Derechos Humanos Laborales en México 2010, en términos reales el salario mínimo sólo ha crecido 0.09 por ciento en diez años, ya considerando el aumento de precios en productos y servicios, así como impuestos, el salario mínimo en México no alcanza ni el uno por ciento de crecimiento en la última década.

Otro dato. Un índice elaborado por el observatorio del salario de la Universidad Iberoamericana, nos dice que más de 19 millones de personas en México viven con menos de dos salarios mínimos al mes: unos 3 mil 400 pesos mensuales, y son estas personas quienes, en su mayoría, tienen que sostener un hogar, o aportar a la economía familiar. Si estos trabajadores con menos de dos salarios mínimos mantienen a un promedio de tres personas, nos daría un total de más de 47 millones de mexicanos viviendo con menos de 3 mil 400 pesos mensuales.

Es por todo lo anterior que reafirmamos que la economía tiene una responsabilidad primordial en el incremento de la criminalidad y la inseguridad, pues la falta de oportunidades para conseguir un trabajo digno, un desarrollo sano son producto de un esquema económico disfuncional, que también influyen en la falta de valores en el núcleo familiar.

Otro factor a considerar es que la raíz de la delincuencia en nuestro país está arraigada en la pobreza. Las cárceles están llenas de pobres. Esto es lo que produce una economía en crisis, esto es lo que produce la no regulación laboral, esto es lo que produce la desigualdad social que cada vez aumenta más en México, donde el salario más bajo cabe veinte veces en el salario más alto.

La pobreza es un factor importante, pero no es el único que detona los problemas de inseguridad. Así como hay un joven que decide robar, hay un joven que se prepara para mejorar su calidad de vida, así como hay familias en las que su núcleo está roto, hay familias unidas, luchando por salir adelante.

La creciente ola de violencia y criminalidad atemoriza, cierto, el problema es que no podemos quedarnos como espectadores, pensando que la inseguridad está afuera. No. Como sociedad, la delincuencia nos trae grandes problemas que impiden nuestro desarrollo. ¿Ejemplos? Se ahuyentan las inversiones nacionales, así como extranjeras, que dan trabajo a miles de personas; desaparecen los mercados de bienes y servicios y aumenta la informalidad; se desvían los recursos del turismo hacia otros países; el Estado gasta en combatir la inseguridad, utilizando recursos que podrían destinarse a salud, educación cultura o deporte, y así un largo etc.

Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de combatir a la delincuencia, desde nuestro frente, así como exigir a las autoridades, en todos sus niveles, que hagan su trabajo. Exige, no te canses de exigir, de demandar a los gobiernos, a la clase política que se pongan de acuerdo, que nos pongamos de acuerdo, y firmemos un Gran Pacto Nacional contra la violencia y por la Paz, en el cual quede claro cada una de las responsabilidades y compromisos que los que suscriban este gran acuerdo. Sólo unidos podremos derrotar a este cáncer social que nos lastima y confronta.

Senador del PRD

rene.arce@congreso.gob