Siempre proclive a la hipérbole, la prensa italiana interpretó los resultados de las elecciones administrativas en un tono muy dramático, especulando algunos con el principio del fin de la era Berlusconi o, al menos, como el preludio de inevitables turbulencias en su coalición de gobierno que desembocarán tarde o temprano en elecciones anticipadas. 

Aunque sólo 13 millones de italianos fueron llamados al voto el domingo y el lunes pasados, los comicios han tomado la temperatura política del país, especialmente en un lugar tan emblemático para il Cavaliere como su ciudad natal de Milán. Y es cierto que en la capital lombarda los resultados finales supusieron una severa derrota. La actual alcaldesa, Letizia Moratti, candidata conjunta del Pueblo de la Libertad (PdL), el partido de Berlusconi, y de la Liga Norte, obtuvo sólo el 41,6 por ciento de los votos, 6,4 puntos por debajo del candidato de centroizquierda, Giuliano Pisapia. El propio primer ministro figuraba simbólicamente encabezando la lista de candidatos a concejal, como había sucedido en las elecciones anteriores. Pero esta vez sólo logró 27.972 votos, poco más de la mitad que entonces. 

El daño habría sido menor si el jefe del Gobierno no hubiera participado activamente en la campaña. En realidad, fue lo contrario. Berlusconi apostó fuerte y explicó en mítines y en vídeos de propaganda que veía estas elecciones municipales como un referéndum sobre su Gobierno y una oportunidad para reforzarlo ante los dos años que quedan de legislatura. Quedó, pues, atrapado en su propia dialéctica, tanto que ayer, a la hora de redactar esta información, aún no había hecho comentario oficial alguno sobre el desenlace de las elecciones. 

El editorial de portada en el Corriere della Sera,firmado por un analista moderado y de prestigio como Massimo Franco, era inequívoco. "La segunda vuelta en Milán humilla no tanto a la alcaldesa saliente, Letizia Moratti, como a Silvio Berlusconi, que pedía un referéndum sobre él mismo y sobre el Gobierno y ha recibido un bofetón personal y político", escribió el editorialista. 

Muchos periódicos compartían este diagnóstico o eran aún más tajantes. Il Messaggero hablaba, con obvia exageración, de la "derrota más amarga" de Berlusconi en toda su carrera política. Hasta el rotativo de los obispos, Avvenire,constataba "el resultado más magro desde hace años" para el primer ministro. 

Pier Luigi Bersani, líder del Partido Demócrata (PD), subrayó el "viento de cambio" que sopla en Italia y pronosticó que el actual Gobierno no resistirá hasta el final de la legislatura, en la primavera del 2013. La llave de la situación la tiene, como siempre, la Liga Norte. Según la prensa, el líder de este partido, Umberto Bossi - que también guardó silencio oficial-,se desahogó ante los suyos y dijo que se había perdido en Milán por culpa de Berlusconi y del PdL. La actual coyuntura vuelve a desatar especulaciones sobre una retirada de escena de Berlusconi y su sustitución por el ministro de Economía, Giulio Tremonti, un hombre de la Italia septentrional que la Liga Norte vería muy bien como recambio.