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04/02/2006 | El legado pendiente de Alan Greenspan

Robert Samuelson

No hay reputación de hombre alguno que esté segura en el momento de su jubilación y lo mismo sucede con la de Greenspan. El veredicto de la historia dependerá de hechos futuros que revelen las consecuencias a largo plazo de sus 18 años como presidente de la Reserva Federal.

 

Pero hasta ese momento, es absurdo no tener en cuenta sus logros. Quienes dudan deberían consultar las estadísticas económicas estándar que cubren su desempeño desde 1987:

—La economía norteamericana (el PBI) se ha expandido un 72% y su tasa de crecimiento ha superado prácticamente a todas las de los demás países avanzados.

—El número de empleos de la nómina aumentó en 32.1 millones (31%), desde agosto de 1987 (el primer mes de Greenspan) hasta diciembre de 2005.

—Ha habido solo dos breves recesiones: las de 1990-91 y la de 2001, que duró un total de 16 meses.

—La productividad de las empresas se ha elevado alrededor de un 50% desde 1987.

—Las tasas de interés bajaron de un 8.39% en Bonos del Tesoro de 10 años y un 9.31% en hipotecas de 30 años (promedios de 1987), a 4.5% y 6.1%.

—El promedio industrial de Dow Jones se cuadruplicó de 2,680 el primer día de Greenspan (11 de agosto), a 10,900 (el 30 de enero).

Es más difícil de determinar, sin embargo, cuánto crédito merece Greenspan por todo esto. No todo, por supuesto. La vitalidad y flexibilidad de la economía norteamericana (uno de los conceptos favoritos de Greenspan) explica mucho. Pero algo de crédito se merece. Dos meses después de que Greenspan asumió su cargo, el índice Dow bajó un 22.6% en un solo día (19 de octubre). Al reducir las tasas de interés, la Reserva ayudó a evitar una crisis de confianza. Algo similar sucedió en la crisis financiera asiática de 1997-98. El dinero más asequible ayudó a sostener la expansión norteamericana e impedir una crisis global.

La evaluación estándar del liderazgo de Greenspan admite esto. Pero es deficiente. Lo que omite es “la desinflación” o sea el declive de la inflación de un 13.3% por ciento en 1979, al bajo nivel de la actualidad. La desinflación ha sido un acontecimiento económico transformador, aunque no suficientemente apreciado. Entre otras cosas, explica parcialmente: el mercado alcista de 1982-2000 (en agosto de 1982, el índice Dow era solo 777); el auge del consumo en Estados Unidos (desde 1982, la tasa de ahorro personal ha caído de un 11% del ingreso disponible a 0); enormes déficit comerciales; y el auge reciente de la vivienda.

La menor inflación provocó tasas de interés más bajas. Las instituciones de préstamo y los inversores cambiaron el dinero de certificados de depósito en bancos, valores del Tesoro y mercados de dinero, a acciones. Los precios de las acciones se elevaron. A medida que esto sucedía la gente se sintió más rica y gastó más de sus ingresos o sacó más préstamos. La inflación más baja y el alza de las acciones restauraron la confianza en el dólar en el extranjero. Para invertir en este país, los extranjeros compraron más dólares. La tasa de cambio del dólar subió, lo que hizo que las exportaciones de Estados Unidos fueran menos competitivas y las importaciones más baratas. El déficit comercial creció. El auge de la vivienda ha sido un efecto más tardío de la desinflación, porque las tasas de las hipotecas cayeron agudamente de 2000 a 2005.

Es cierto, esta historia esquemática simplifica las cosas excesivamente. Excluye acontecimientos, tendencias y advertencias fundamentales. Sí, la especulación en las acciones de la industria tecnológica impulsó el mercado a fines de la década de 1990. Aun así, la historia captura los amplios contornos de la actuación de Greenspan. Pero la desinflación no fue un acontecimiento espontáneo. Fue, principalmente, resultado de políticas conscientes de la Reserva Federal, primero bajo Paul Volcker y después bajo Greenspan. Es su mayor triunfo, incluso si Greenspan recibió la ayuda de factores como las nuevas tecnologías de la información (que ayudaron a las empresas a disminuir costos), la mayor globalización (que mantuvo los precios bajos) y la mayor competencia (que logró lo mismo).

La revista The Economist y otros critican a Greenspan por mantener las tasas de interés a corto plazo demasiado bajas y, por lo tanto, alimentar así la “burbuja de las acciones” a fines de la década de los 90 y ahora la “burbuja de la vivienda”. Lo que estas críticas no tienen en cuenta es que los mercados de valores y de la vivienda responden principalmente a tasas de interés a largo plazo (sobre bonos, hipotecas). A su vez, estas tasas a largo plazo reflejan expectativas inflacionarias y otros factores que, francamente, no se comprenden adecuadamente. La Reserva solo establece directamente la tasa de 24 horas de los fondos de la Reserva. El mismo Greenspan ha expresado sorpresa ante el hecho de que las tasas de interés a largo plazo se hayan mantenido tan bajas, especialmente ya que la Reserva elevó la tasa de los fondos de la reserva a un 4.5%, de un 1% a mediados de 2004.

Nada de esto asegura su reputación. Aunque la desinflación ha producido grandes beneficios, también ha dejado grandes problemas potenciales: consumidores con grandes deudas; una posible “burbuja” de la vivienda; un déficit comercial masivo. Estos problemas podrían ir resolviéndose solos, como esperan Greenspan y su sucesor, el ex economista de Princeton Ben Bernanke. Pero ponen presión sobre el desempeño inicial de Bernanke.

Por un lado, Bernanke debe establecer su “credibilidad” antiinflacionaria. Si no lo hace, la confianza general podría verse afectada. Los inversores podrían vender bonos, provocando el alza de las tasas de interés de largo plazo. Los comerciantes podrían deshacerse de los dólares, provocando la caída de la tasa de cambio del dólar. Ese hecho tendría consecuencias en el mercado de valores, y en los gastos de consumo y de vivienda. Algunos economistas piensan que Bernanke deberá elevar la tasa de los fondos de la Reserva más que Greenspan, solo porque él es nuevo. Por otro lado, si eleva las tasas demasiado, podría desencadenar una recesión. El sucesor de Greenspan está en una posición delicada, y los resultados de su desempeño podrían afectar la reputación de ambos.

La Prensa Gráfica (El Salvador)

 



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