Al otro día de Benjamin Netanyahu pronunciar su discurso ante el Congreso de Estados Unidos el 23 de mayo, sus ministros inauguraron otro asentamiento judío en el barrio Ras-al-Amud, al este de Jerusalén, territorio árabe. Y mientras la ceremonia de apertura del novísimo residencial se celebraba, los gritos de los manifestantes no paraban: “¡Judíos y árabes en contra de Maaleh Zeitim!” (nombre del nuevo asentamiento) y “¡No hay vergüenza en la Ciudad Santa!”
Netanyahu no quiere la creación del Estado palestino ni quiere la paz. Su
terquedad y su ceguera le impiden ver el inminente peligro que rodea a su
querida patria. Tal parecería que tampoco le interesa la preservación del Estado
de Israel.
Pero la sensatez y la sensibilidad ante el justo reclamo de los palestinos y
los judíos que quieren poner fin a los conflictos entre ambos y apostar por una
paz verdadera se abren camino como nunca en este siglo XXI.
El presidente Barack Obama y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, apoyan
a esta nueva generación israelí y judío-estadounidense que se hace escuchar en
este país, en Israel, en el mundo árabe y muy especialmente ante los judíos del
AIPAC (The American Israel Public Affairs Committee), el poderoso lobby pro
israelí de Washington, aunque tenga que expresarse ante ellos en lenguaje de
sordos, porque suelen serlo. Uno de los nuevos movimientos de la sociedad civil
estadounidense, Move Over AIPAC, lo definió como “la ignorancia y obstinada
negación a reconocer la realidad que padecen los miembros de AIPAC”. Otra gran
organización que está impulsando la nueva política exterior de Estados Unidos
hacia Israel es J Street. Esta afirma que la solución al conflicto
palestino-israelí es la justa creación del Estado palestino, porque tienen
derecho a una patria, algo esencial para la supervivencia y seguridad de Israel
como hogar seguro y democrático del pueblo judío. La lista de instituciones que
respaldan esta política es larga, menciono como una de las más importantes
también la National Interreligious Leadership Initiative (NILI), otras:
Interfaith Peace Builders, National Peace Foundation, Globalmajority y muchas
más.
Como la primavera árabe, esta primavera judía trata con todos los medios
–prensa, presencia física, real en organizaciones y centros de poder político,
utilización magnífica de las nuevas tecnologías como Twitter, Facebook, sitios
web, etc.– de contrarrestar la dañina política del partido Likud, liderado por
Netanyahu, ofreciendo e impulsando esta nueva visión de cambio para Israel, que
es la que acaba de proponer el presidente Obama en su discurso sobre el Oriente
Medio: reconocer lo antes posible un Estado palestino basado en las fronteras de
1967, con intercambios de territorios acordados mutuamente.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), junto a otras
25 organizaciones judías, musulmanas y evangélicas, le enviaron una carta al
presidente Obama al otro día de su brillante discurso dándole su respaldo y
pidiéndole que ejerza un liderazgo firme en el proceso de paz palestino-israelí
“antes de que sea demasiado tarde”.
El cardenal Theodore McCarrick, arzobispo emérito de Washington, el obispo
Howard J. Hubbard de Albany, Nueva York, y presidente del Comité sobre Justicia
y Paz Internacional de la USCCB, fueron dos de los firmantes así como otros
prestigiosos líderes religiosos de la nación. En la carta urgieron al presidente
Obama a que visite Jerusalén –lo mismo han hecho las otras entidades antes
mencionadas– para que allí se reúna con líderes judíos y palestinos para
restablecer las conversaciones de paz usando como base los principios e ideas
establecidos en la reciente Iniciativa de Paz Israelí, la Iniciativa de Paz
Árabe y el Acuerdo de Ginebra. Asimismo expresaron que Estados Unidos, en
coordinación con los otros tres integrantes del Cuarteto para el Oriente Medio
–Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia, que ya apoyaron también la vuelta de
Israel a las fronteras de 1967– deberían seguir respondiendo cautelosamente al
nuevo acuerdo de unidad palestino y no actuar precipitadamente, porque se puede
cortar la ayuda a los palestinos, quienes a su vez deben comprometerse a
rechazar la violencia y negociar la paz.
El enviado especial del Cuarteto, ex primer ministro británico Tony Blair,
dijo el jueves 26 de mayo en Londres que el presidente Obama está muy preocupado
por la situación “particularmente peligrosa en que se encuentra Israel” si los
palestinos declaran su estadidad unilateralmente ante la Asamblea General de
Naciones Unidas en septiembre.
Como católica que ama Tierra Santa, se lo pido, Netanyahu: queremos paz y
usted es un peligro para Israel.