Francia y Reino Unido mantienen sus planes de construir más reactores.
El accidente de Fukushima ha hecho tambalearse a la industria
nuclear europea, a la que la decisión alemana de prescindir de la energía atómica de
aquí a 2022 deja contra las cuerdas. Pero nada está perdido, insisten sus
valedores, empezando por Francia, el país más nuclearizado de la Unión.
La Comisión Europea tampoco se atreve a hacer pronósticos. Interrogada ayer
la portavoz del alemán Günther Öttinger, comisario de Energía, sobre el
potencial de arrastre del anuncio de Berlín, respondió: "Todo dependerá de las
fuentes alternativas que proponga el Gobierno". Alrededor de un tercio de la
electricidad producida en la Unión viene hoy del átomo, fuente del 15% de la
energía total.
Las fuentes de energía que usa cada socio de los Veintisiete son una
atribución exclusivamente nacional sobre la que el Ejecutivo comunitario no
tiene nada que decir, por más que en repetidas ocasiones los comisarios
encargados del asunto se hayan manifestado, discretamente, a favor de la energía
nuclear. Con Öttinger se ha producido casi una conversión paulina: de presidente
del land más nuclearizado de Alemania a propagador de la idea del apocalipsis nuclear.
La UE está dividida en lo relativo a la energía nuclear: 14 de
los Veintisiete se reparten los 143 reactores desperdigados por el continente,
aunque muy concentrados en tres países: Francia cuenta con 58, que generan un
75% de su electricidad; Alemania, con 17, que cubrían el 23% de sus necesidades
eléctricas, y Reino Unido, con 19 generadores con los que satisface el 18% de su
demanda. Si Berlín se retira de la carrera, París y Londres tienen planes de
expansión.
"Respetamos la decisión, pero no nos hará cambiar de política", declaró ayer
el primer ministro francés, François Fillon. "La energía nuclear es una solución
de futuro. No hay ninguna otra que permita respetar los compromisos europeos [de
limitación de emisión de gases de efecto invernadero] sin recurrir de forma
importante a la energía nuclear".
En las antípodas francesas se encuentra Austria, que tiene vetada
constitucionalmente la producción de tal energía. Pero Fukushima se ha hecho
sentir con fuerza. Italia, único de los países grandes sin centrales atómicas,
tenía ambiciosos planes de volver a la energía nuclear, proyectos congelados la
semana pasada en el Parlamento. En suelo europeo, pero fuera de la Unión,
también la semana pasada se dio Suiza hasta 2034 para cerrar sus cinco
centrales.
Los nórdicos son pronucleares: Suecia tiene 10 plantas que producen la mitad
de su energía y Finlandia está en proceso de expansión atómica. España cuenta
con ocho reactores que producen el 18% de su electricidad. El Gobierno ha pasado
de auspiciar el cierre nuclear a proponer un debate sobre el futuro de estas
fuentes energéticas.