La negación comenzó casi inmediatamente después de que Hamas se hiciese con el 57 % de los escaños del parlamento palestino. Associated Press informaba de que “Hamas capitalizó el extenso descontento de años de corrupción e ineficiencia de Fatah. Gran parte de su campaña se centró en temas internos palestinos, al tiempo que rebajaba el conflicto con Israel”. La Secretario de Estado Rice opinaba: “el pueblo palestino ha votado aparentemente en favor del cambio, pero estamos seguros de que sus aspiraciones de paz y una vida pacífica continúan sin cambios”.

¿Pero qué clase de paz? ¿Y cómo propone Hamas (Harakat Muqawama Islamiyya -- Movimiento Islámico de Resistencia) librar a la Autoridad Palestina de la corrupción? La respuesta a estas preguntas ha estado clara desde que existe Hamas; la respuesta a ambas es el islam. Los Estatutos de Hamas del 18 de agosto de 1988 citan a Hassán al-Banna, fundador de la Hermandad Musulmana, la primera organización islámica moderna del terror y antepasado directo de Hamas: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo erradique, igual que erradicó a otros antes que él”. Un partidario de Hamas en Gaza se hacía eco de ese principio el jueves: “Estamos encantados de que ahora vayamos a tener un estado islámico. Si Alá quiere, el islam prevalecerá y nos libraremos de la corrupción”.

El régimen iraní del presidente Mahmoud Ahmadinejad, que se ha unido a Hamas al llamar a la destrucción de Israel, expresaba estar embelesado con el resultado de las elecciones. Un portavoz del Ministerio de Exteriores iraní declaraba: “Irán… espera que la poderosa presencia de Hamas en la escena [política] traiga grandes logros a la nación palestina”.

Otros no estaban tan contentos. Jasser Jasser, farmacéutico cristiano de Ramala, mencionaba las perspectivas del mandato de Hamas: “Todos tenemos miedo. Tenemos miedo del futuro, de que nos convirtamos en un segundo Irán”. Jasser y otros no musulmanes tienen todos los motivos para estar asustados. Hassam El-Masalmeh, líder de Hamas en Belén, declaró recientemente que su movimiento se proponía reinstituir el impuesto tradicional estipulado en el Corán para judíos y
cristianos en un estado islámico, la jizya. “Nosotros en Hamas”, anunciaba Masalmeh, “nos proponemos implementar este impuesto algún día. Lo decimos abiertamente – damos la bienvenida a todos a Palestina pero sólo si acuerdan vivir bajo nuestras reglas”. Junto con este impuesto, la ley islámica estipula que los judíos y los cristianos deben someterse a una serie de regulaciones humillantes y discriminatorias, garantizando su estatus de segunda clase en línea con la estipulación coránica de “paguen la jizya con sumisión voluntaria y se sientan sometidos” (9:29).

Algunos intentan sacar alivio del hecho de que Hamas participase en elecciones al final. Víctor Batarseh, alcalde de Belén y cristiano, se hacía eco de la opinión de muchos analistas al decir: “La única manera de hacer a Hamas más moderado es meterlos en el sistema”. Pero esa esperanza era desmentida por las declaraciones de los propios operativos de Hamas, incluyendo a Umm Farhat, candidata al Consejo Legislativo Palestino y madre de un terrorista jihadista que asesinó a cinco civiles israelíes. Umm Farhat enfatizaba que la participación de Hamas en las elecciones no significa que moderase sus metas jihadistas ni un milímetro: “El proyecto jihadista completa al político, y el proyecto político no se puede completar sin la jihad”.
De modo que hoy debería quedar claro al mundo entero que eso exactamente – la jihad – es la agenda de Hamas, y ahora de la Autoridad Palestina en conjunto. Mientras que Mahmoud Abbás ha podido distanciarse de los ataques de terror en Israel y afirmar que él no podía pararlos, ahora el propio gobierno de la Autoridad Palestina estará dominado por una organización que ha celebrado tales ataques.

Imbuido en la victoria, Hamas no muestra señal de cambiar esa postura. Ismail Haniyeh, operativo de Hamas, decía que el grupo islámico ahora trabajará “para completar la liberación de las restantes partes de Palestina”. En un ejemplo tristemente típico del despiste de los principales medios, la noticia de AP que informa de esto añade: “Pero no dijo a qué territorios se refería o cómo iba a llevarlo a cabo”. Como si hubiera alguna duda de que en la mente de cualquiera en Hamas en este momento, “Palestina” se refiere a la totalidad de Israel. Los Estatutos de Hamas afirman: “Puesto que renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de la religión; el nacionalismo del Movimiento Islámico de Resistencia es parte de su fe, el Movimiento educa a sus miembros para que suscriban sus principios y enarbolen la bandera de Alá sobre su
patria mientras libran su jihad: 'Alá es todopoderoso, pero la mayoría de la gente no lo sabe'“.

¿Y cómo va Hamas a “liberar” su “patria”? Mahmoud Zahar, de Hamas, reiteraba tras la victoria electoral: “No tenemos ningún proceso de paz. No vamos a engañar a nuestro pueblo diciéndoles que estamos esperando, cumpliendo, un proceso de paz que no es nada”. Zahar repetía la declaración de los Estatutos de Hamas: “Las iniciativas [de paz], las presuntas soluciones pacíficas y las conferencias internacionales para resolver el problema palestino, todo es contrario a la fe del Movimiento Islámico de Resistencia”.

Esas palabras deben reverberar en las mentes de los legisladores del mundo cuando quiera que se vean tentados en las próximas semanas a pedir a Israel una vez más que modere su postura hacia Hamas y entre en negociaciones con el grupo. Hamas se dedica a establecer un estado islámico, y no dudará en hacerlo inmediatamente. Sus Estatutos sostienen, “la naturaleza islámica de Palestina es parte de nuestra religión, y cualquiera que descuide su religión está destinado a perder”. Los Estatutos continúan esto con una cita del Corán: “Y quien abandone la religión de Abraham, que le salve el que se engañe” (2:130).

Hamas se identifica en los Estatutos como “caracterizado por un entendimiento profundo, según las nociones precisas y según una comprensión completa de todos los conceptos del islam en todos los ámbitos de la vida cotidiana: opiniones y creencias, política y economía, educación y sociedad, jurisprudencia y gobierno, adoctrinamiento y enseñanza, artes y publicaciones, lo oculto y lo evidente, y todos los demás ámbitos de la vida”. Esa visión totalitaria, como Jasser Jasser sabe bien, es mal presagio para los palestinos no musulmanes.

No obstante, la Secretario de Estado Rice está, por supuesto, en lo cierto: las “aspiraciones de paz y una vida pacífica continúan sin cambios”. Pero se fundan en un modelo social que es fundamentalmente diferente del que los analistas occidentales han imaginado hasta ahora.

“Cuando el islam se esfuerza por la paz”, escribió el teórico musulmán egipcio Sayyid Qutb (1906-1966), “su objetivo no es esa paz superficial que exige solamente que parte de la tierra donde estén residiendo los seguidores del islam continúe siendo segura. La paz que desea el islam es que la religión (es decir, la Ley de la sociedad) sea purificada por Alá, que la obediencia de todos los pueblos sea exclusivamente a Alá, y que algunos pueblos no sean señores sobre otros”. En la Autoridad Palestina, los electores han elegido libremente tal sociedad. ¿Votaban contra la corrupción? Lo mismo que muchos alemanes que votaron a Hitler a comienzos de los años 30. El hecho de que gran parte del pueblo no hubiera aprobado su agenda, sin embargo, no evitó que él la implementara.

Ahmadinejad en Irán, Hamas en la Autoridad Palestina: los jihadistas están más cerca de lo que lo han estado en siglos de cumplir la predicción del profeta musulmán Mahoma de que “la última hora no llegará a menos que los musulmanes luchen contra los judíos y los musulmanes los maten hasta que los judíos se escondan detrás de una piedra o un árbol y una piedra o un árbol diga: Musulmanes, oh criado de Alá, hay un judío detrás de mí; ven a matarle” (Sahih musulmán, bk. 41, no 6985).
¿Estará el mundo preparado para evitar esto? ¿O continuará engañándose en vano con que los hombres que ganaron las elecciones palestinas son hombres con los que pueden tratar?

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ROBERT SPENCER es director de Jihad Watch y autor de 5 libros, 7 monografías y numerosos artículos acerca del terrorismo islamista. Licenciado con honores en Estudios Religiosos por la Universidad de Carolina en Chapel Hill), lleva desde 1980 estudiando teología, derecho e historia islámicos en profundidad. Es adjunto de la Free Congress Foundation, y sus artículos acerca del islam aparecen en el New York Post, Washington Times, Dallas Morning News, el National Post de Canadá, FrontPage Magazine, WorldNet Daily, Insight in the News, Human Events o National Review Online entre otros. Entre sus textos se encuentran algunos de los libros más conocidos acerca del terrorismo islámico, como “El mito de la tolerancia islámica” (Prometheus Books, 2005. ISBN 1591022495), “La guía políticamente incorrecta del islam” (Regnery Publishing, 2005. ISBN 0895260131), o “El islam al descubierto: cuestiones preocupantes acerca de la religión de mayor crecimiento del mundo” (Encounter Books, 2002. ISBN 1893554589).