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10/07/2011 | Cambios en México Reducen Inmigración Ilegal a Estados Unidos

Damien Cave

La extraordinaria migración mexicana que llevó a millones de inmigrantes ilegales a Estados Unidos en los últimos 30 años se ha reducido a un mínimo, y una investigación señala a una causa sorprendente: varios cambios en México no publicitados que han hecho que quedarse en el País sea más atractivo.

 

Un conjunto cada vez mayor de evidencias sugiere que una combinación de avances (mayores oportunidades económicas y educativas, el creciente índice criminal en la frontera y familias más pequeñas) está reprimiendo el tráfico ilegal tanto como las desaceleraciones económicas o la aplicación de medidas enérgicas contra los ilegales en Estados Unidos.

En Agua Negra, en el altiplano de Jalisco, uno de los tres principales estados de México para la emigración durante el siglo pasado, ha surgido una nueva dinámica. Para las familias rurales, como los Orozco, ir al norte sin papeles ya no es un ritual inevitable. En lugar de ello, sus hogares se están llenando de familiares que están de regreso; los hermanos mayores que alguna vez cruzaron ilegalmente están esperando visas y los más jóvenes de los Orozco se están quedando en casa.

“Yo no voy a Estados Unidos porque estoy más interesado en mis estudios,” dijo Ángel Orozco, de 18 años. De hecho, en el nuevo instituto tecnológico donde estudia ingeniería industrial, todos los estudiantes en una clase reciente dijeron que tenían un mejor nivel educativo que sus padres, y que planeaban quedarse en México en lugar de ir a Estados Unidos.

Douglas S. Massey, codirector del Proyecto de Migración Mexicana en la Universidad de Princeton, un estudio extenso y a largo plazo en centros de emigración mexicanos, dijo que su investigación mostró que el interés por ir a Estados Unidos por primera vez había caído a su nivel más bajo desde cuando menos los 50. “Nadie quiere escuchar esto, pero el flujo ya se ha detenido,” dijo Massey, refiriéndose al tráfico ilegal. “Por primera vez en 60 años, el tráfico neto se ha reducido a cero y es probable que un poco a números negativos.”

La caída en la inmigración ilegal, de un país responsable por casi 6 de cada 10 inmigrantes ilegales en Estados Unidos, es claro. El censo de México descubrió recientemente a cuatro millones de personas más en México de las proyectadas, hecho que los funcionarios atribuyeron a un marcado descenso en la emigración.

Las cifras del censo estadounidense analizadas por la institución apartidista Centro Hispano Pew, también muestran que la población de mexicanos ilegales en Estados Unidos se ha reducido y que menos de 100 mil mexicanos que cruzaron ilegalmente la frontera o que violaron las condiciones de su visa se establecieron en Estados Unidos en el 2010, en comparación con las 525 mil personas que lo hicieron anualmente del 2000 al 2004. Aunque algunos partidarios de una inmigración más limitada argumentan que los estudios del Centro Pew ofrecen cálculos que no incluyen a migrantes de corto plazo, la mayoría de los expertos coincide en que muchos menos inmigrantes ilegales han llegado en años recientes.

La pregunta es por qué. Los expertos y políticos estadounidenses de ambos partidos generalmente se han enfocado en Estados Unidos, al discutir sobre el éxito o fracaso del incremento en los miembros de las agencias de procuración de justicia en la frontera y de las leyes más estrictas que limitan los derechos de los inmigrantes ilegales, como las aprobadas recientemente en Alabama y Arizona. Las deportaciones han alcanzado cifras récord al tiempo que el total de detenciones en la frontera y que los arrestos de mexicanos han caído en más de un 70 por ciento desde el 2000.

Sin embargo, la inmigración mexicana siempre ha sido definida por las presiones en México y los atractivos en Estados Unidos. La decisión de dejar el hogar involucra una comparación, un desgarrador análisis costo-beneficio, y así como el disparo en la tasa de natalidad y las crisis económicas en México provocaron las oleadas de emigración en los 80 y 90, la investigación muestra ahora que el relajamiento de las presiones demográficas y económicas hoy ayuda a mantener las partidas bajo control.

En términos sencillos, las familias mexicanas son más pequeñas. El total de posibles migrantes se contrae. A pesar del catolicismo de México, los esfuerzos de control de natalidad han impulsado la tasa de fertilidad a la baja: de 6.8 hijos por mujer en 1970 a aproximadamente 2, de acuerdo con cifras del Gobierno. Así que aunque México agregó alrededor de un millón de nuevos buscadores de empleo cada año en los 90, desde el 2007 esa cifra ha bajado a un promedio de 800 mil, de acuerdo con los registros de nacimiento del Gobierno. Para el 2030, se espera que la cifra caiga a 300 mil.

Incluso en familias más grandes como la de los Orozco (Ángel es el noveno de 10 hijos) el cálculo de la migración ha cambiado. Cruzar como “mojado,” o ilegalmente, se ha vuelto más costoso y más peligroso, en particular con los cárteles de las drogas dominando la frontera. Al mismo tiempo, las oportunidades educativas y de empleo han aumentado enormemente en México. El Producto Interno Bruto per cápita y el ingreso familiar se han disparado cada uno más del 45 por ciento desde el 2000, de acuerdo con el prominente economista Roberto Newell. A pesar de todas las descripciones de México como “casi un estado fallido,” señaló Newell, “la sabiduría convencional está equivocada.”

También está en marcha una expansión significativa de inmigración legal, con la ayuda de funcionarios consulares estadounidenses. El Congreso de Estados Unidos puede estar debatiendo una reforma inmigratoria, pero en México, del 2006 al 2010 se incrementaron las visas sin un tope ordenado por el Congreso sobre cuántas personas pueden ingresar, en comparación con los cinco años anteriores.

Las cifras del Departamento de Estado muestran que del 2006 al 2010, los mexicanos que se han vuelto ciudadanos estadounidenses han llevado legalmente a Estados Unidos un 64 por ciento más familiares inmediatos, 220 mil 500, comparado con las cifras de los cinco años anteriores. También se están otorgando visas de turistas a índices más altos de alrededor del 89 por ciento, en comparación con el 67 por ciento anterior, mientras que los agricultores estadounidenses han contratado legalmente 75 por ciento más trabajadores temporales desde el 2006.

Edward McKeon, el funcionario estadounidense de más alto nivel para asuntos consulares en México, dijo que se había enfocado en facilitar el paso legal a Estados Unidos en un esfuerzo para evitar que la gente se diera por vencida y se aventurara a ingresar ilegalmente. Incluso ha ayudado a quienes fueron ilegales anteriormente a superar las prohibiciones a entrar a Estados Unidos.

“Si la gente está intentando hacer lo correcto,” dijo McKeon, “necesitamos enviar la señal de que los recompensaremos.”

Años Difíciles en Jalisco

Cuando el abuelo de Ángel Orozco consideró marcharse de México en los 20, dijo su familia, luchó con una pregunta elemental: ¿valdrá la pena?

En ese entonces y durante las siguientes décadas, la respuesta obvia fue “sí.” En los 20 y 30, cuando Paul S. Taylor llegó a Jalisco desde California para su histórico estudio de la emigración mexicana, los altiplanos del centro de México prometían poco más que una vida difícil. Los empleos escaseaban y eran mal pagados. Apenas uno de cada tres adultos sabía leer. Las familias de 10, 12 y hasta 20 hijos eran comunes, y la mayoría de los niños no asistía a la escuela.

Comparativamente, Estados Unidos parecía una tierra de ensueño de tecnología y riquezas: Taylor descubrió que los salarios pagados por los ferrocarriles, donde la mayoría de los primeros migrantes encontró trabajo legal, eran cinco veces lo que podían ganar en las granjas en Arandas, municipio en el que se encuentra Agua Negra.

Los miembros de la familia Orozco todavía hablan sobre los beneficios de ese primer viaje. Parte del terreno que hoy ocupa la familia extendida fue comprado con las ganancias obtenidas en Estados Unidos en los 20. Cuando Antonio, padre de Ángel, viajó al norte a la pizca de algodón en los 50 y 60 con el programa Bracero de trabajadores temporales, que aceptó a más de 400 mil trabajadores al año en su momento de mayor auge, trabajar en Estados Unidos tenía aun más sentido. El diferencial de salarios había alcanzado una relación de 10 a 1. Arandas seguía siendo extremadamente pobre.

Antonio, con apenas unos años de educación escolar, fue uno de muchos que sintió que con una espalda tan resistente como una puerta de iglesia de madera, podría servirle mejor a su familia desde el otro lado de la frontera.

“Le envié dinero a mi padre para que pudiera construir su casa,” dijo Antonio.

El estatus legal significaba poco en ese entonces. Después de que el programa Bracero terminó, en 1964, dijo Antonio, fue y vino a Estados Unidos varias veces sin documentos. El cruce era barato. Siempre abundaron los trabajos que duraban varios meses o un año. Así que cuando sus siete hijos empezaron a llegar a la edad adulta en los 90, los animó a que también se dirigieran al norte. Alrededor del 2001, él y dos de sus hijos estaban trabajando en Estados Unidos, parte de la que ahora es reconocida como una de las oleadas de inmigración más grandes en la historia estadounidense.

Pero aun entonces, la inmigración ilegal se empezaba a volver menos atractiva. A mediados de los 90, la Administración Clinton agregó cercas y agentes federales a los que entonces eran los principales corredores para cruzar más allá de Tijuana y Ciudad Juárez. La presión de las agencias de impartición de la ley, continuada por el Presidente George W. Bush y el Presidente Obama, ayudó a elevar los precios para cruzar ilegalmente de alrededor de 700 dólares a finales de los 80 a casi 2 mil dólares una década después, y los costos siguieron subiendo, de acuerdo con una investigación del Centro para Estudios de Inmigración Comparativa en la Universidad de California, en San Diego. También cambió el tráfico a las zonas desérticas más peligrosas cerca de Arizona.

Antonio dijo que los riesgos se volvieron reales cuando su sobrino Alejandro desapareció en el Desierto de Sonora alrededor del 2002. Padre de un hijo y con su esposa embarazada, Alejandro tenía la promesa de un trabajo por parte de un amigo. Pasaron años antes de que las autoridades encontraran su cuerpo en el árido territorio lleno de maleza al sur de Tucson. Incluso hoy, nadie sabe cómo murió.

Sin embargo, para los Orozco, la imposición de la ley en la frontera no fue el principal disuasivo. Andrés Orozco, de 28 años, uno de los hijos de en medio que cruzó ilegalmente por primera vez en el 2000, dijo que aunque los costos crecientes para pasar en forma ilegal y el crimen en la frontera eran preocupaciones, siempre había formas de evitar a los agentes estadounidenses. De hecho, aunque la probabilidad de ser detenido había aumentado en años recientes, entre el 92 y el 98 por ciento de quienes intentan cruzar terminan por tener éxito, de acuerdo con una investigación de Wayne A. Cornelius y sus colegas en la Universidad de California, en San Diego.

Un Periodo de Progreso

Otro factor importante es el mismo México. Durante los últimos 15 años, este país alguna vez definido por la pobreza y las playas ha progresado política y económicamente de maneras que rara vez son reconocidas por los estadounidenses que debaten la inmigración. Incluso más allá de las costas o del sector manufacturero en la frontera, la democracia está mejor establecida, los ingresos han aumentado de forma generalizada y la pobreza ha disminuido.

Aquí en Jalisco, un auge tequilero que se aceleró durante los 90 creó nuevos empleos para los agricultores que cortan agave y para los ingenieros en las destilerías. Otros negocios le siguieron. En el 2003, cuando David Fitzgerald, experto en migración en la Universidad de California, en San Diego, llegó a Arandas, encontró que la disparidad salarial con Estados Unidos se había reducido: los migrantes en el norte cobraban 3.7 veces lo que podían ganar en su país.

Ese diferencial recientemente se ha vuelto a reducir. La recesión afectó los ingresos de los inmigrantes en Estados Unidos, de acuerdo con el Centro Hispano Pew, incluso al tiempo que los salarios han aumentado en México, de acuerdo con cifras del Banco Mundial. La calidad de vida en Jalisco también ha mejorado en otros aspectos. Hace aproximadamente una década, se instaló electricidad y agua potable en el grupo de ranchos de los Orozco, en las afueras de Agua Negra. Los datos del nuevo censo arrojan una amplia expansión de dichos servicios: agua y recolección de basura, alguna vez inconcebibles fuera de las ciudades, están ahora disponibles para más del 90 por ciento de los hogares de Jalisco. Hoy se pueden encontrar pisos de tierra en sólo el 3 por ciento de las viviendas del estado, en comparación con el 12 por ciento en 1990.

Aún así, la educación representa el cambio más significativo. El censo muestra que en todo Jalisco, el número de preparatorias o bachilleratos para estudiantes de entre 15 y 18 años aumentó, de 360 en el 2000 a 724 en el 2009, lo que supera por mucho al crecimiento poblacional. El Instituto Tecnológico Superior de Arandas, donde Ángel estudia ingeniería, es ahora uno de 13 campus para las ciencias creados en Jalisco desde el 2000 — un motivo importante por el que el número de profesionistas en el estado, con nivel de licenciatura o más alto, también aumentó a más del doble, de 405 mil 415 en el 2000 a 821 mil 983 en el 2010.

En otras partes han ocurrido cambios similares. En Chiapas y Oaxaca, por ejemplo, estados pobres del sur, creció el número de profesionistas con grado de licenciatura o ingeniería, de 244 mil 322, en el 2000, a 525 mil 874.

Y los datos de secundarias como a la que asistieron los Orozco, en Agua Negra, sugieren que la tendencia continuará. Gracias al Programa Escuelas de Calidad, el campus de tres edificios color amarillo girasol cuenta ahora con cinco computadoras nuevas para sus 71 estudiantes, junto con libros nuevos.

Los maestros de la escuela, en salones de clases rodeados de campos de agave azul, dicen que las inscripciones cayeron ligeramente debido a que las familias ahora tienen menos hijos y en lugar de enviar a los trabajadores al norte, algunas familias se han mudado a otras ciudades mexicanas -una tendencia que también se observa en el campo de la investigación académica. Aproximadamente la mitad de los alumnos pasa ahora a un nivel académico superior, en comparación con el 30 por ciento hace una década.

“Se identifican más con México,” señaló el maestro Agustín Martínez González. “Con más educación, es más probable que acepten la realidad aquí e intenten mejorarla.”

Algunos expertos están de acuerdo. Aunque los mexicanos con grado de doctorado suelen irse al extranjero en busca de mejores sueldos, “si se tiene un título universitario es mucho más probable que la gente se quede, porque definitivamente es más valioso en México,” señaló Jeffrey S. Passel, demógrafo en el Centro Hispano Pew.

Si estas tendencias — particularmente el crecimiento económico mexicano- continúan durante la siguiente década, afirmó Passel, los cambios en la dinámica migratoria se volverán todavía más claros. “Cuando Estados Unidos vuelva a necesitar trabajadores,” indicó, “habrá menos disponibles.”

Oraciones por Obtener Papeles

Estados Unidos, por supuesto, no ha perdido su atractivo magnético. El tránsito ilegal desde Centroamérica no ha disminuido tan rápido como el de México, e incluso en Jalisco, las plazas de los poblados hoy son puntos de reunión para hombres treintañeros con tatuajes, cachuchas enormes y el deseo de volver a trabajar en California u otro estado. Bares con nombres estadounidenses — varios han adoptado el de Shrek- indican un estira y afloja que podría no desaparecer nunca.

Sin embargo, en la actualidad más mexicanos viajan legalmente. Varios primos de los Orozco han recibido visas de trabajo temporales en los últimos años. En marzo, la temporada migratoria alta para Jalisco, había 15 personas de Agua Negra en la frontera a la espera de cruzar a Estados Unidos.

“Y 10 tenían visas,” contó Ramón Orozco, de 30 años, otro hijo de Antonio, quien trabaja en la oficina de Gobierno de la localidad tras convertirse en el primer miembro de su familia en cursar estudios universitarios. “Hace unos años, habrían sido 100 y pocos habrían tenido los papeles necesarios.”

Esto no es un fenómeno singular de Agua Negra. A algunos poblados de distancia, en el Santuario de Santo Toribio, el santo patrono de los migrantes, ubicado en la ladera de un cerro, las oraciones ya no se centran en pedirle a Dios que ayude a hijos, esposos o hermanos a cruzar el desierto. “Ahora la gente reza para que le den sus papeles,” dijo María Guadalupe, de 47 años, quien tiene mucho tiempo de trabajar como voluntaria.

¿Cómo sucedió esto?

En parte, dicen los emigrantes, la vida ilegal en Estados Unidos se volvió más difícil. Se han aprobado leyes en más de una docena de estados desde el 2006, que limitan los derechos de los inmigrantes ilegales, o que hacen que sea más difícil que los patrones los contraten. La misma red de difusión de boca en boca que solía atraer a la gente al norte ahora aconseja no realizar el viaje. “Sin papeles, siempre te la pasas pensando en cuándo te va a detener la policía, o qué otros riesgos vas a enfrentar,” contó Andrés Orozco.

Andrés, amante de los caballos y quien maneja una camioneta verde azulado tipo pick-up de Texas, es uno de los muchos Orozco que ahora depositan sus esperanzas en una visa. Y por primera vez en años, las posibilidades de obtenerla han mejorado.

Los estimados del Gobierno mexicano basados en datos de sondeos muestran no sólo un descenso en la migración en general, sino también un incremento en los cruces fronterizos con papeles. En el 2009, el año más reciente para el que hay datos disponibles, el 38 por ciento del total de intentos, legales e ilegales, para cruzar la frontera se realizó con documentos. En el 2007, sólo el 20 por ciento lo hizo.

Los datos mexicanos cuentan los intentos de cruzar la frontera, no a la gente, y no diferencian entre categorías de visas. Ni tampoco mencionan cuánto tiempo permaneció la gente en Estados Unidos, ni si todos los documentos eran válidos.

A los partidarios de una inmigración limitada les preocupa que emitir más visas cree una laguna legal que se preste a abusos. Hasta el 2005, entre un 40 y 50 por ciento de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos ingresó legalmente al país con visas que se vencieron, de acuerdo con el Centro Hispano Pew.

Los datos poblacionales más recientes de EU, sin embargo, no muestran un incremento general en la población mexicana ilegal. Eso sugiere que la mayoría de las visas temporales emitidas a mexicanos — 1.1 millones en el 2010 — son usadas legítimamente incluso al tiempo que las estadísticas estadounidenses muestran claramente que las oportunidades para obtener una visa se han incrementado.

Facilita un Proceso Caótico

Un hombre, McKeon, ministro consejero para asuntos consulares en México, ha jugado un papel significativo en dicho aumento.

McKeon, abogado de barba blanca con facilidad de palabra, llegó en el verano del 2007. Y después de más de 30 años trabajando en asuntos consulares en China, Japón y otros lugares, rápidamente decidió realizar cambios en México. Trabajando dentro del marco de los reglamentos administrativos, afirman funcionarios del Departamento de Estado, replanteó el programa de visas para restar el énfasis en el estándar de capacidad económica que sostenía que se le negaría una visa a quien no pudiera comprobar un ingreso suficientemente alto como para poder viajar a Estados Unidos.

En un país donde una persona puede cruzar la frontera al pagar 25 centavos de dólar en una caseta de cobro, dijo McKeon, la cuestión del ingreso era irrelevante. “Hay que ver cada caso individualmente,” señaló en una entrevista en su oficina, en la Ciudad de México. “No quiero que la gente diga, éste es el mínimo de ingresos, arriba de eso sí, abajo de eso no.”

Esto llevó a una reducción casi inmediata en el índice de rechazos para las visas de turista. Antes de que él llegara, alrededor del 32 por ciento de las solicitudes eran rechazadas. Desde el 2008, ese índice ha rondado en el 11 por ciento.

McKeon — elogiado por algunos abogados de inmigración por aportarle consistencia a un proceso caótico — también fue instrumental para ampliar el programa de visas temporales para trabajadores agrícolas. Llamada H-2A, ésta es una de las pocas categorías de visas sin tope.

Por ahí del 2006, al tiempo que el debate sobre la inmigración se volvía más polémico, los patrones concentrados en el sureste de Estados Unidos comenzaron a solicitar más trabajadores a través del programa. McKeon comenzó a ofrecer conferencias con todos los interesados e introdujo tecnología nueva y miembros adicionales al personal. El tiempo de espera para varias categorías de visas se redujo, muestran reportes del Gobierno. Para las visas H-2A, los trabajadores mexicanos pueden ahora recibir sus documentos el misma día en que presentan la solicitud.

McKeon también ejerció presión para hacer que el programa fuera más atractivo para los mexicanos que, de otro modo, podrían cruzar la frontera ilegalmente. Hace dos años, eliminó un cobro de 100 dólares por la expedición de una visa, que se suponía era cubierto por los patrones, pero que generalmente era pagado por los trabajadores. E insistió en que los miembros de su personal cambiaran su enfoque hacia los mexicanos que anteriormente habían trabajado ilegalmente en Estados Unidos.

“El mensaje solía ser, si trabajaste ilegalmente, miente al respecto o ni siquiera intentes ir legalmente porque no te lo permitiremos,” señaló un funcionario de alto nivel en el Departamento de Estado. “Lo que ahora decimos es, díganos si lo hizo ilegalmente, sea honesto y le ayudaremos.”

Específicamente, los empleados del consulado que tratan con solicitantes de una H2-A que alguna vez fueron trabajadores ilegales — sujetos a interdicciones de entre 3 y 10 años, dependiendo de la duración de su estadía ilegal — ahora tramitan con regularidad solicitudes electrónicas de exención ante el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. Aproximadamente el 85 por ciento de las solicitudes ahora son aprobadas, explicó McKeon, así que en el 2010, la mayoría de los 52 mil 317 trabajadores mexicanos con visas H-2A había estado anteriormente en Estados Unidos de manera ilegal.

“No es fácil pasar por este proceso,” dijo McKeon, “y creo que la gente que está dispuesta a pasar por todo eso y a arriesgarse a regresar a Estados Unidos, donde tiene que pagar impuestos y retenciones, creo que deberíamos verla de forma favorable.”

Hijo de un plomero de Nueva Jersey, McKeon añadió: “soy imparcial hacia la gente que trabaja duro porque realmente creo que es la columna vertebral de nuestro país. Con recursos limitados, preferiría dedicar nuestros esfuerzos a evitar que entre un capo de la droga que a intentar encontrar a alguien que trabaja un par de meses en el taller automotriz de su primo Héctor.”

Visiones Encontradas

Sin embargo, en el acalorado debate sobre la inmigración este tema es inevitablemente divisorio. Cuando se les habla de la expansión a la inmigración legal, los grupos pro-inmigrantes dicen que incluso eso podría no ser suficiente en un país en el que la generación de la posguerra se está jubilando en masa.

Los agricultores aún se quejan de que el programa de visas H-2A es demasiado complicado y aborda únicamente una parte de la demanda total. Hasta el 2010, había un millón 381 mil 896 mexicanos que seguían a la espera de que su solicitud para una tarjeta verde fuera aceptada o rechazada. Y Estados Unidos emite actualmente sólo 5 mil tarjetas verdes al año, disponibles en todo el mundo para que trabajadores de bajos ingresos inmigren de forma permanente; en años recientes, sólo unas cuantas han sido para mexicanos.

Por otra parte, Steven A. Camarota, demógrafo en el Centro para Estudios de Inmigración, en Washington, que favorece una inmigración reducida, afirmó que aumentar la proporcion de entradas legales había sido poco benéfico.

“Si crees que hay una competencia significativa para obtener empleos en el nivel más bajo del mercado laboral, como lo creo yo, no se soluciona el problema,” dijo Camarota. “Si te preocupa el costo fiscal de la inmigración de trabajadores no calificados y todo el mundo llega con visas temporales y se queda después de que éstas vencen, o incluso si no es así, es probable que apliquen los mismos problemas.”

De acuerdo con sus cálculos, inmigrantes no calificados como los Orozco han contribuido, a través de los años, a reducir el salario por hora, particularmente en el caso de los trabajadores estadounidenses jóvenes y no calificados. Los inmigrantes también son más propensos a depender de la asistencia social, dijo, lo que eleva los costos públicos.

El clan Orozco, sin embargo, podría señalar a un futuro diferente. Ángel Orozco, al igual que muchos otros mexicanos jóvenes, habla ahora de Estados Unidos no como un lugar para ganar dinero, sino más bien como un destino para divertirse y gastar.

Hoy es sólo un tímid, alto y delgado estudiante de primer año de ingeniería con una camiseta del grupo musical Daughtry, que vive en un departamento de dos habitaciones cuya única decoración son una bandera mexicana y un rosario.

Sin embargo, sueña a lo grande y de forma local. Después de graduarse, dijo, espera trabajar para una compañía manufacturera en Arandas, algo que parece probable ya que el director de su escuela dice que casi el 90 por ciento de los egresados encuentra empleos en su área de estudio. Entonces, dijo Ángel, podrá comprar lo que realmente quiere: un nuevo y flamante Camaro rojo.

Translation courtesy of Reforma. http://www.reforma.com/

NY Times (Estados Unidos)

 


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