Así se desprende de un estudio realizado a este respecto por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), el Instituto de la Juventud (Injuve) y la Obra Social de Caja Madrid, en el que más del 60 por ciento de los encuestados manifiestan despreocupación por la política, calificándola incluso de aburrida hasta un 40 por ciento. Algo más de un 11 por ciento, incluso, se siente rechazado y despreciado por las agrupaciones políticas.

Que los jóvenes deberían contar con la política y ser un colectivo a tener en cuenta para quienes se dedican a ella es algo sobre lo que habría que actuar e intentar solucionar.

No es lógico que la amplia mayoría de quienes pueden votar desde los 18 años lo hagan -si lo hacen- durante bastantes años desde el desinterés y sintiendo que nada de lo que pregonan nuestros políticos va con ellos.

Indicativo de este desfase que existe entre lo que creen los políticos que preocupan a los jóvenes y las inquietudes que éstos sienten realmente se encuentra su particular barómetro sobre los temas de actualidad.

Lo que más interés despierta entre ellos es la violencia de género, un asunto por el que el 79,2 por ciento muestra mucho o bastante interés.

Resulta curioso que estas nuevas generaciones hayan desarrollado una sensibilidad tan alta por un tema que lleva demasiados años siendo una desgraciada noticia, máxime cuando, se supone, que ellos han tenido conocimiento del mismo en una época en la que la lucha y la sensibilización al respecto es máxima.

Otra cuestión que también llama la atención es que el segundo lugar de estar particular clasificación lo ocupa el terrorismo.

Para un 66,8 por ciento es el segundo problema más grave de nuestro país, coincidiendo, esta vez, con la afirmación que, en general los españoles sin distinción de edad, manifiestan en las encuestas que realiza el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Que los planes educativos no atraviesan su mejor momento o que, al menos, no convencen a quienes son los destinatarios de los mismos, los estudiantes, lo demuestra que el casi 65 por ciento se muestre reticente y desconfiando sobre su eficacia.

Y, en cuarto lugar, como no podía ser de otra manera, se encuentra la preocupación que manifiestan los jóvenes por la vivienda.

Destaca que sea su primera inquietud ‘material’, por llamarlas de alguna manera. Quizá los astronómicos precios de las mismas haya motivado que nuestros jóvenes no piensen más en la vivienda como un problema, no salgan de casa o se adapten a lo que hay y, sobre todo, sea de una de las bases más firmes para no creer en las promesas de los políticos, casi siempre más preocupados de sus propias encuestas que de solucionar los problemas de los jóvenes.