Las recomendaciones contenidas en el documento preparado por la UNAM y el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, Elementos para la Construcción de una Política de Estado para la Seguridad y la Justicia en Democracia, son valiosas y acertadas en su gran mayoría. Quizá lo más innovador es el tono que invita a la construcción de acuerdos y que identifica a la polarización que ha caracterizado el debate en torno a la seguridad, como un elemento que fragmenta a la sociedad. Es una invitación a desaprender el hábito y la cultura de la descalificación, exacerbados desde 2006, frente al reto mayúsculo que representa la proliferación de la violencia y el desafío del crimen organizado.

El documento contiene un diagnóstico y una serie de propuestas. Destaco en el diagnóstico la conclusión de que la actual política de seguridad es reactiva y sin horizontes claros a corto, mediano y largo plazos. En pocas palabras, la agenda del día a día tanto de las Fuerzas Armadas como de las policías la dicta el crimen organizado. Las fuerzas de seguridad movilizan mayoritariamente a sus efectivos según los ataques y los hechos de violencia de los criminales. Aunque seguramente existen líneas de investigación y alguna propuesta de estrategia para enfrentarlos, éstas se posponen o se descartan por los hechos criminales que surgen aquí y acullá y que obligan a desplazamientos ajenos a las líneas de investigación o estrategias que pudieron haberse formulado.

Esto se debe a “un soporte teórico y conceptual insuficiente”. El documento menciona la producción de una gran riqueza de investigación tanto en México como internacionalmente en torno a la seguridad, que no aparece o lo hace desdibujadamente en los documentos oficiales. Esta falta de “soporte teórico” es palpable en la forma de diagnósticos equivocados o simplemente falta de diagnósticos, lo que impone la dinámica descrita en el párrafo anterior, una en la que la agenda la dicta, en la práctica y en el día a día, el crimen organizado.

No hay buen diagnóstico por muchas razones: porque el Estado no acudió a la sociedad hasta que le llegó el agua al cuello y porque el clima de polarización y descalificación a priori sobre el quehacer del gobierno en esta materia también contagió a muchas casas de estudio. Transcribo el inciso h) del diagnóstico: “Los foros (de debate) son capturados como recursos para la confrontación política donde se explota la sensibilidad del público para crear auditorios a favor de unos y en contra de otros”. De ahí la importancia de la iniciativa de la UNAM, que presenta el documento como una propuesta al Estado, que recoge las opiniones de casi 100 expertos de numerosas instituciones y que propone la participación de expertos, académicos e institutos de investigación en la formulación de mejores diagnósticos y de políticas públicas que se deriven de éstas.

El documento nos obliga a volver a lo fundamental: la seguridad es seguridad del ciudadano antes que nada y en este tipo de seguridad tiene que fundarse la seguridad de las instituciones. ¿Y dónde habita el ciudadano si no es en el espacio municipal? Aunque es obligada la lectura atenta y cuidadosa de todo el documento, rescato en especial la propuesta de privilegiar el espacio municipal: “El terreno idóneo para entender y resolver los problemas de la seguridad y la justicia es el local. Los municipios son el espacio clave y el primer frente de solución. La mejor seguridad y justicia es la más cercana a los problemas de la gente y sus comunidades. La reconstrucción del tejido social sólo es posible ahí donde el mismo se ha desgarrado. A mayor distancia entre la toma de decisiones de las instituciones responsables y el terreno donde están las dificultades, menor es la eficacia y eficiencia de aquéllas”.

El documento insiste en la centralidad de la prevención: salud, educación, empleos. Pero en ocasiones hay que resolver primero situaciones catastróficas para poder dedicarse a la prevención. Es este tipo de cuestiones las que deberán decidirse en el municipio. Para esto y más nos vemos en twitter: @ceciliasotog

*Analista política