Es claro también que Calderón lo alcanzará en corto tiempo, pues ha crecido de manera sostenida y en ninguna encuesta de las publicadas hasta hoy ha descendido. Las tendencias de AMLO que comentaré tienen que ver con su estilo. Ayer, Enrique Krauze mencionó en un foro que López Obrador refleja tendencias autoritarias. Cierto. En diversas ocasiones he comentado que el abanderado perredista tiene resortes autoritarios y hasta despóticos. Basta que le hagan un cuestionamiento que no le guste para que brinque y denuncie planes y complots en su contra. No admite la crítica. Ante ésta, recurre fácilmente a la descalificación de quien la dice. Para Andrés Manuel, quien osa criticarlo es un vendido que necesariamente forma parte de los ricos o de los malos o de los inmorales o es parte del equipo de El Innombrable, o todas esas cosas juntas.

Las tendencias de AMLO son preocupantes. Sus discursos dejan ver claramente que no tiene un proyecto claro de gobierno. De hecho, declaró hace un par de días que ahora sí “ya trabajamos en el plan de gobierno”. ¿No se supone que es lo que está ofreciendo en su recorrido por el país? Y es que AMLO tiene también una fuerte tendencia a la mentira y al engaño. ¿A qué Andrés Manuel se le va a creer? El sábado dice que no asiste con empresarios porque están “empanizados”. El domingo dice que necesita del apoyo de los empresarios. ¿En cuál de las dos ocasiones mintió?

En una reunión con diputados de su alianza dijo que no le daría línea, que sería respetuoso del Legislativo. Poco le duró. Unos minutos después les advirtió: mucho cuidado con aprobar las reformas financieras. Por fin, ¿va dar línea o no?

La tendencia a la mentira es marcada y reiterada. Hace un par de meses dijo que no usaría spots de televisión, y ya vemos su desmesurada campaña en los medios electrónicos. Y precisamente un personaje autoritario como él siente que no le tiene que rendir cuentas a nadie, ni de sus palabras ni de sus actos. En su gobierno la transparencia no sólo brilló por su ausencia, sino que fue evadida constantemente. A la fecha no se saben los términos de las obras públicas que llevó a cabo.

El candidato del PRD tiene también una señalada tendencia a la evasión. Hace algún tiempo hacía juegos con uno de sus deditos;después se le transfiguraba el rostro y se negaba a contestar. No dice qué piensa de tal o cual asunto público. Su evasión tiene grados de profesionalismo. Durante su campaña sólo hace reuniones masivas. No hace conferencias de prensa; un par de preguntas de “banqueta” y nada más. No va con universitarios para no enfrentar cuestionamientos. Evade las definiciones sobre la implementación de alguna de sus disparatadas ideas como el Disneylandia en las Islas Marías. Tampoco asiste a foros en los que se le pueden hacer preguntas. En el fondo, no asiste con empresarios no sólo porque los desprecia, sino porque no tiene propuestas que comentar en torno del empleo y del rumbo de la economía.

Andrés Manuel también tiene una tendencia a la descalificación radical. Divide al país en los buenos y los malos. Por supuesto, los buenos están con él. Incluso, a los católicos los divide en los que son falsos y en los que son como él: auténticos cristianos interesadísimos en la vida de Cristo.

Ya lo he comentado en otras ocasiones: López Obrador tiene un perfil mesiánico, se siente santo, se cree puro y que tiene tareas de redentor en esta Tierra.

Esas son las tendencias de AMLO. En efecto, como dijo Krauze, a López Obrador le da por el autoritarismo, por sentir que su persona lo puede todo. Por eso, cuando alguien se hace la pregunta puesta líneas arriba de a qué AMLO creerle, la respuesta es fácil: al autoritario, ése es el verdadero.