No hay tregua en Oriente Medio. Ayer se desató en Iraq un nuevo episodio de violencia sectaria, después de que un grupo de insurgentes suníes atacara el santuario del imán Ali Al-Hadi, uno de los doce imanes santos más importantes de la comunidad chií, y destruyera la cúpula dorada del templo, levantado en el año 836 a. C. . La respuesta fue inmediata por parte de la comunidad chií, y varios grupos armados atacaron 27 templos suníes. Una jornada violenta que se cobró la vida de seis personas. Tres de los muertos eran los imanes Jalil Ibrahim, Abdulqader Sabih y Hasan Salman Hasan, de las mezquitas de Al Rachedi, Al Sabar, y Al Yaman, respectivamente, situadas en Bagdad. Los otros fallecidos eran fieles de mezquitas suníes, que murieron en los atentados contra los templos.   Además, el imán suní Amyad Al Zahaui fue secuestrado en la zona de Al Karrada, en el centro de la capital, por un grupo que irrumpió en la mezquita en la que trabajaba. Fuerzas de la Policía y el Ejército iraquí fueron desplegados en diferentes puntos de Bagdad, especialmente en las inmediaciones de los templos suníes, para evitar ataques.   El ataque terrorista a la mezquita de Samarra, uno de los templos más sagrados del chiísmo, trata de obstaculizar el proceso de formación del nuevo Gobierno y provocar un conflicto civil. Así lo expresó el presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani, quien calificó el ataque contra el santuario chií, de «crimen para incitar el odio sectario y dificultar el camino hacia la democracia». Siete días de luto. Talabani, que decretó una semana de luto, instó a los líderes religiosos y políticos a que condenen este atentado de manera clara y a que desvelen las verdaderas intenciones de los atacantes.   El gran ayatolá Alí Al Sistani, máxima autoridad religiosa del chiísmo iraquí, instó a que los fieles a que se manifestaran de forma pacífica. También, la Asociación de Ulemas Musulmanes, máxima representación religiosa suní en Iraq, condenó el ataque contra el santuario y lo calificó de «acto criminal destinado a instigar la sedición sectaria en estos momentos críticos».    La asociación advirtió que «mientras persista la ocupación, los santuarios islámicos serán objetivos de agresiones y humillaciones, y la situación seguirá degradándose». El mandatario pidió calma al pueblo iraquí para poder «abortar los planes criminales» de los 'takfiríes' (secta radical suní) y responder con «mayor unidad» entre los ciudadanos. Pero la mayoritaria comunidad chií desoyó las indicaciones del presidente y salió a la calle para condenar el atentado y mostrar su repulsa contra las tropas norteamericanas y el Gobierno, a los que acusaron de no proteger los santuarios.   Por su parte, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, que hizo una visita al país árabe los pasados lunes y martes, insistió en que «es vital que todos los grupos en Iraq y otros sitios se contengan y eviten represalias». Varios objetivos chiíes han sido blanco de ataques que fueron atribuidos por líderes políticos y religiosos de esa comunidad a grupos terroristas suníes. El último de ellos ocurrió el martes en un barrio chií del sur de Bagdad y causó 22 víctimas mortales.