La novedad de éste es que busca que el progreso y el crecimiento económico a través de la productividad no afecten los recursos naturales, de tal forma que se garantice la continuidad de su uso. Es un concepto que surge del documento llamado Informe Brutland realizado por la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas en el año 1987. A partir de ese momento comienzan a elaborarse teorías, políticas, planes relacionados con este tema, en todo el mundo.

De hecho en nuestra Constitución en los artículos 128, 310 y 326 se promueve el desarrollo sustentable. Así como la Ley Orgánica del Ambiente. Mas sin embargo, no se han elaborado teorías locales en el tema, en el que pudiesen ser realmente aplicadas en la ejecución de políticas públicas de los distintos niveles de gobierno. A mi parecer una de las razones fundamentales es la ausencia de capítulos temáticos que incluyan al desarrollo sustentable, dentro de los programas de las distintas etapas de educación formal del país, en el que se transmitan, por ejemplo, valores como la solidaridad, subsidiariedad y responsabilidad, principios básicos del desarrollo sustentable.

Es decir, comenzamos de arriba para abajo, se pretende incluir en toda política las bases para un desarrollo sustentable sin capacitar a la sociedad para llevarlo a cabo, es más, podría decir que a pesar de muchos esfuerzos individuales por educar a grupos de personas en este aspecto, no se ha logrado asentar en la idiosincrasia venezolana la importancia de llevar al país por el rumbo del desarrollo sustentable. Así como la falta de interrelación entre los diversos organismos y empresas para al menos iniciar un proceso de adecuación en sus procesos, objetivos que incluyan aspectos sociales, ecológicos sin afectar la economía.

Venezuela tiene la oportunidad única de implementar una política de desarrollo sustentable, siempre y cuando se hayan establecido los principios de una política ambiental nacional. Las características ecológicas, socioculturales y económicas son propicias para sentar las bases. Pero para ello debemos comenzar por educar y formar a los venezolanos. Nos encontramos en un tiempo en el que los problemas ambientales, los planes de ordenación territorial y la explotación de recursos son vistos desde la perspectiva tecnocrática, y una visión solo es cultivada con una educación rica en sensibilidad social, ecológica y política.

Yo creo en la aplicabilidad del desarrollo sustentable a un país, aunque sea una tentación pensar que es un concepto etéreo, y que "bajarlo" a nuestra realidad cotidiana es una ilusión de unos cuantos soñadores, tengo la certeza de que con educación podremos romper paradigmas; insertaremos la idea en el venezolano de que para salir adelante debemos tomar conciencia que nuestras acciones están afectando nuestro entorno y se hace imperativo encontrar el equilibrio entre la conservación del ambiente, justicia social y el progreso.