“Hacéte amigo del juez”, dice una frase del imaginario popular. Eso es lo que parecen haber pensado los popes del kirchnerismo, ya que en las últimas horas el juez Luis Armella, que responde a Aníbal Fernández, no hizo lugar a una presentación de una particular que cuestionaba la resolución del Banco Central que dispuso que la AFIP autorizase la compra de dólares en las casas de cambio y en los bancos de todo el país.
Armella es titular del Juzgado Federal de Quilmes y resolvió "denegar la medida cautelar solicitada" ante una presentación realizada por una jubilada de 87 años que concurrió a una entidad bancaria.
La mujer solo quería adquirir 1.700 dólares norteamericanos que —según señala la resolución— estarían destinados a ahorrarlos para sus nietos.
La entidad financiera se negó a venderle dicha cantidad en virtud de las nuevas regulaciones vigentes, las cuales prevén que sea la AFIP la que avale o deniegue la venta de divisas extranjeras.
Como se dijo, Armella es un juez que responden al jefe de Gabinete de Ministros. Oportunamente, fue punta de lanza de la embestida oficial contra el titular de la Sedronar, José Granero y también supo participar de la farsa del supuesto secuestro del “empresario” Leonardo Bergara. Este último fue un expediente armado solamente a efectos de quitar del medio a dos policías que avanzaban firmemente en la investigación del triple crimen de General Rodríguez, cuyos ejecutores no casualmente aparecen vinculados al “todopoderoso” Aníbal Fernández.
En ese contexto, ¿cómo debe entenderse la intervención de Armella a la hora de restringir la compra de dólares? Peor aún, ¿se puede ser tan obvio?
