Llegaron cantando y bailando, obtuvieron que la carretera no pase por su territorio, y se fueron como vinieron, cantando y bailando. Recorrieron 600 km a pie, con niños y bultos a cuestas, algunos sin zapatos; los más, con sandalias; soportaron el calor, el frío, la lluvia y el hambre, pero no dejaron de estar tranquilos, alegres, pacíficos, pacientes. En el camino, “alguien” les hizo dar una paliza con la policía, lo que no hizo mella en su decisión de llegar a La Paz.
Los
paceños los recibieron con los brazos abiertos y con la alegría que
contagiaban. Algunos cientos de miles los acompañaron en la última parte de su
trayecto, ofreciéndoles alimentos, bebidas y cariño. Por primera vez desde la
guerra de Vietnam, miles de jóvenes participaron en una manifestación popular.
En la marcha retumbaban fuertes estribillos contra el Gobierno, pero ninguno
venía de los indígenas. Fue agradable escucharlos hablar, expresándose en un
buen castellano, con una lógica implacable que contrastaba con la del Gobierno,
sin agredir ni insultar a nadie, mostrando firmeza en sus demandas. La calidad
de todos los portavoces fue extraordinaria, pero cabe hacer particular mención
a las mujeres, quienes, al igual o mejor que los varones, expusieron a la
opinión pública con simplicidad y lógica sus demandas. Algunos dirigentes se
dieron el lujo de explicar que “Estado plurinacional” es un conjunto de
unidades poblacionales de iguales derechos en contraposición del concepto de
“mayoría nacional”, manejado por el Presidente. Vinieron, escucharon la misa
celebrada por cinco obispos, y se fueron con otra misa de gracias. Ahora
Bolivia sabe que se pueden lograr cambios hablando y cantando, sin agredir ni
insultar, dejando de lado la dinamita, el fusil y la metralla. Fue una gran
lección de democracia.
Algo
grande e inquietante sucedió también en otro nivel, pero no sabemos qué.
Durante dos meses, el Presidente se empecinó en la construcción de la carretera
que atraviesa el parque natural TIPNIS a viento y marea, contra la oposición
local de la mayor parte de los bolivianos y la unánime crítica internacional.
Con esta actitud, su imagen y popularidad se vieron fuertemente deterioradas.
En el futuro, será muy difícil que alguna universidad del exterior lo homenajee
como líder de la defensa del medio ambiente y de las poblaciones indígenas,
como lo han hecho hasta la fecha. Al interior de Bolivia, hay dudas que pueda
ganar una nueva elección. Pero, ¿por qué se empecinó tanto?, alguna gente opina
que por soberbia; otros, por su carácter autoritario, algunos porque le
atribuyen que piensa que el desarrollo es cemento, mas ninguna de estas
explicaciones es suficientemente convincente para explicar la actitud del
Presidente que lo llevó a destruir años de acumulación política. El viaje del
expresidente Lula a Bolivia y la febril actividad de algunos funcionarios del
gobierno brasileño en nuestro país, incluido la del influyente ministro Celso
Amorin, hacen pensar que hay algo muy grande detrás del proyecto de carretera,
pero no se sabe qué.
Infelizmente,
la alegría popular que acompañó el acuerdo entre el Gobierno y los indígenas se
vio empañada por un desliz del Presidente, quien señaló que el TIPNIS sería
declarado patrimonio “intangible”, lo que después fue utilizado para volcar el
acuerdo contra los propios indígenas. La palabra “intangible” significa que no
se puede tocar, pero, en el sentido en que es inmaterial. Bienes intangibles
son la música, la danza, la fe, el patriotismo, la disciplina, el amor filial,
etc. Un parque es un bien material, no es intangible. La inclusión de esta
palabra en la ley es interpretada por los enemigos del TIPNIS en el sentido en
que ni ellos deberían tocar su hábitat con lo cual sugieren su desalojo. Parece
una broma de mal gusto, pero es una realidad.