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10/03/2006 | Porqué publiqué las viñetas de Mahoma

Flemming Rose

Pueril. Irresponsable. Discurso de odio. Una provocación por provocar. Un truco de relaciones públicas. Los críticos de las 12 viñetas del profeta Mahoma que decidí publicar en el diario danés Jyllands-Posten no se han andado con rodeos. Dicen que la libertad de expresión no implica la licencia para insultar los sentimientos religiosos de la gente, y además, agregan, los medios se censuran a sí mismos a diario. Por lo tanto, haga el favor de no enseñarnos una lección de libertad de expresión sin límites.

 

Estoy de acuerdo en que la libertad para publicar cosas no significa que publiques todo. El Jyllands-Posten no publicaría imágenes pornográficas o detalles gráficos de cadáveres; los tacos raramente llegan a nuestras páginas. De modo que no somos tan fundamentalistas en nuestro apoyo a la libertad de expresión.

Pero la historia de las viñetas es diferente.

Esos ejemplos tienen que ver con ejercitar la contención a causa de estándares éticos y de gusto; llámelo editar. Por el contrario, encargué las viñetas en respuesta a varios incidentes de auto-censura en Europa provocados por los crecientes temores y sensación de intimidación al tratar temas relativos al islam. Y creo aún que esto es un tema al que nosotros los europeos debemos hacer frente, desafiando a hablar a los musulmanes moderados. La idea no era provocar gratuitamente -- y ciertamente no pretendimos provocar violentas manifestaciones por todo el mundo musulmán. Nuestra meta fue simplemente derribar límites a la expresión auto-impuestos que parecían estar encorsetando cada vez más.

A finales de septiembre, un cómico danés de improvisación declaraba en una entrevista con el Jyllands-Posten que él no tenía ningún problema en orinar sobre

Ésta fue la culminación de una serie de perturbadores casos de auto-censura. El pasado mes de septiembre, un escritor danés de libros para niños tuvo problemas para encontrar un ilustrador para un libro acerca de la vida de Mahoma. Tres personas rechazaron el encargo por temor a las consecuencias. La persona que finalmente aceptó insistió en el anonimato, que en mi pueblo es una forma de auto-censura. Los traductores europeos de un libro crítico con el islam tampoco quisieron que sus nombres apareciesen en la portada del libro además del nombre de la autora, una político holandesa nacida en Somalia que ha estado escondida.

En la misma época, la galería Tate de Londres retiró una instalación del artista vanguardista John Latham que representaba el Corán, la Biblia y el Talmud hechos jirones. El museo explicó que no quería agitar las cosas tras los atentados de Londres. (Algunos meses antes, con el fin de evitar ofender a los musulmanes, un museo de Goteborg, Suecia, había retirado una pintura con un adorno sexual y una cita del Corán).

Finalmente, a finales de septiembre, el primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen se reunió con un grupo de imanes, uno de los cuales invitó al primer ministro a interferir ante la prensa con el fin de lograr una cobertura más positiva hacia el islam.

Así pues, a lo largo de dos semanas, fuimos testigos de media docena de casos de auto-censura, renunciando a la libertad de expresión por temor a enfrentar temas relativos al islam. Esto era una noticia legítima a cubrir, y el Jyllands-Posten decidió hacerlo adoptando el principio periodístico bien conocido: muéstralo, no lo cuentes. Escribí a los miembros de la asociación de viñetistas daneses pidiéndoles "dibujar a Mahoma como lo veáis". Ciertamente no pedimos que se rieran del profeta. Respondieron doce de 25 miembros activos.

Cuando se trata de la familia real o de otras figuras públicas tenemos una tradición satírica, y eso se reflejó en las viñetas. Los viñetistas trataron el islam del mismo modo en que tratan el cristianismo, el budismo, el hinduismo y las demás religiones. Y al tratar a los musulmanes de Dinamarca como iguales, exponían una idea: os estamos integrando en la tradición satírica danesa porque sois parte de nuestra sociedad, no extranjeros. Las viñetas incluyen a los musulmanes, en lugar de excluirlos.

Las viñetas no demonizan ni hacen estereotipos de los musulmanes en ningún sentido. De hecho, difieren entre sí en el modo en el que representan al profeta y en a quién apuntan. Una viñeta se mofa del Jyllands-Posten, retratando a sus editores culturales como un atajo de reaccionarios provocadores. Otra sugiere que el escritor de libros infantiles que no pudo encontrar un ilustrador para su libro salió a la palestra sólo para sacar publicidad barata. Un tercero pone a la directora del Partido Popular danés anti-inmigración en una formación, como si fuera una sospechosa de un crimen.

Una viñeta -- representando al profeta con una bomba en su turbante -- ha provocado las críticas más duras. Voces furiosas afirman que la viñeta dice que el profeta es un terrorista o que todo musulmán es un terrorista. La leo de modo diferente: algunos individuos han tomado la religión del islam como rehén cometiendo actos terroristas en nombre del profeta. Son los que han dado mal nombre a la religión. La viñeta también juega con el cuento de Aladino y la naranja que le cae en su turbante y le dio suerte. Esto sugiere que la bomba viene del mundo exterior y no que sea una característica inherente al profeta.

En otra ocasión, el Jyllands-Posten ha rechazado publicar viñetas satíricas de Jesús, pero no porque aplique un doble rasero. De hecho, el mismo viñetista que dibujó la imagen de Mahoma con una bomba en su turbante dibujó una viñeta con Jesús en la cruz con signos de dólar en sus ojos, y otra con la estrella de David unida a un detonador. No hubo, sin embargo, quema de embajadas o amenazas de muerte cuando publicamos esas.

¿Ha insultado o faltado al respeto el Jyllands-Posten al islam? Ciertamente no lo pretendió. ¿Pero qué significa respeto? Cuando visito una mezquita, muestro mi respeto descalzándome. Sigo las costumbres, igual que hago en una iglesia, sinagoga o en otro lugar sagrado. Pero si un creyente me exige que yo, como no creyente, observe sus tabúes en el ámbito público, no está pidiendo mi respeto, sino mi sumisión. Y eso es incompatible con una democracia secular.

Esto es exactamente por lo que Karl Popper, en su influyente trabajo "La sociedad abierta y sus enemigos", insistía en que uno no debe ser tolerante con el intolerante. En ninguna parte coexisten pacíficamente tantas religiones cono en una democracia donde la libertad de expresión sea un derecho fundamental. En Arabia Saudí puedes ser detenido por llevar una cruz o tener una Biblia en la maleta, mientras que los musulmanes de la secular Dinamarca pueden tener sus propias mezquitas, cementerios, escuelas, emisoras de radio y televisión.

Reconozco que algunas personas se han sentido ofendidas por la publicación de las viñetas, y el Jyllands-Posten se ha disculpado por eso. Pero no podemos disculparnos por nuestro derecho a publicar material, material ofensivo incluido. No puedes editar un diario si estás paralizado por temores a todo posible insulto.

Me ofenden a diario cosas en el periódico: transcripciones de los discursos de Osama bin Laden, fotos de Abú Ghraib, gente que insiste en que Israel debe ser borrado de la faz de la tierra, gente que afirma que el Holocausto nunca sucedió. Pero eso no significa que me abstenga de publicarlas mientras se encuentren dentro de los límites de la ley y del código ético del diario. Que otros editores tomarían decisiones distintas es la esencia del pluralismo.

Como antiguo corresponsal en la Unión Soviética, soy sensible a los llamamientos a la censura en aras del insulto. Esto es un truco popular de los movimientos totalitarios: etiquete cualquier crítica o llamamiento al debate como insulto y castigue al ofensor. Eso es lo que sucedió a activistas de derechos humanos y escritores tales como Andrei Sakharov, Vladimir Bukovsky, Alexander Solzhenitsyn, Natan Sharansky, Boris Pasternak. El régimen les acusó de propaganda anti-soviética, igual que algunos musulmanes etiquetan como anti-islámicas las 12 viñetas de un periódico danés.

La lección de la Guerra Fría es: si cedes a los impulsos totalitarios una vez, nuevas exigencias seguirán. Occidente prevaleció en la Guerra Fría porque defendimos nuestros valores fundamentales y no apaciguamos a tiranos totalitarios.

Desde la publicación de las viñetas el 30 de septiembre, hemos tenido en Dinamarca y Europa un debate constructivo sobre la libertad de expresión, la libertad religiosa y el respeto a los inmigrantes y las creencias de la gente. Nunca antes tantos musulmanes daneses participaron en un diálogo público -- en reuniones de ayuntamientos, cartas a editores, columnas de opinión y debates en radio y televisión. No hemos tenido ningún disturbio anti-musulmán, ningún musulmán huyó del país y ningún musulmán cometió actos violentos. Los imanes radicales que desinformaron a sus homólogos en Oriente Medio acerca de la situación de los musulmanes en Dinamarca han sido marginados. Ya no hablan más por la comunidad musulmana de Dinamarca porque los musulmanes moderados han tenido el valor de hablar públicamente en su contra.

En enero, el Jyllands-Posten publicó tres páginas llenas de entrevistas y fotos de musulmanes moderados que decían no ser representados por los imanes. Insisten en que su fe es compatible con una democracia secular moderna. Una red de musulmanes moderados comprometido con la constitución se ha establecido, y el Partido Popular anti-inmigración invitó a sus miembros a distinguir entre musulmanes radicales y moderados, es decir, entre los musulmanes que propagan la ley sharia y los musulmanes que aceptan el mandato de la ley secular. La cara musulmana de Dinamarca ha cambiado, y está quedando claro que esto no es un debate entre "ellos" y "nosotros", sino entre los comprometidos con la democracia en Dinamarca y los que no lo están.

Esta es la clase de debate que el Jyllands-Posten había esperado generar cuando eligió poner a prueba los límites de la auto-censura invitando a los viñetistas a desafiar un tabú musulmán. ¿Logramos nuestro propósito? Sí y no. Algunas de las fogosas defensas de nuestra libertad de expresión han sido inspiradoras. Pero las trágicas manifestaciones por todo Oriente Medio y Asia no eran lo que anticipamos, ni mucho menos lo que deseamos. Por otra parte, el periódico ha recibido 104 amenazas registradas, 10 personas han sido detenidas, los viñetistas se han visto forzados a ocultarse a causa de amenazas contra sus vidas y la sede del Jyllands-Posten ha sido evacuada en varias ocasiones debido a amenazas de bomba. Difícilmente puede ser este un clima de alivio de la auto-censura.

No obstante, creo que las viñetas tienen ahora un lugar en dos narrativas separadas, una en Europa y una en Oriente Medio. En palabras de la político holandesa somalí de nacimiento Ayaan Hirsi Ali, la integración de los musulmanes en las sociedades europeas se ha acelerado 300 años debido a las viñetas; quizá no necesitemos librar la batalla de la Ilustración de nuevo en Europa. La narrativa en Oriente Medio es más compleja, pero esa tiene muy poco que ver con las viñetas.

Diario Exterior (España)

 



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