El Chapo Guzmán es como El Chupacabras. No se sabe a ciencia cierta si de veras existe, si es producto de un guión de García Luna Productions, pero todo el mundo habla de él y, por norma, su figura va del endiosamiento a la neurosis colectiva.
Su
leyenda se yergue desde la revista Forbes, donde se le rinde un culto
desmesurado y, en esos términos y a juzgar por lo que desde el gobierno federal
se plantea, cualquiera diría que de su libertad o su detención depende el
destino siempre incierto de la patria.
Sobre
todo cuando el gobierno yanqui ve su persecución y condena a la manera de la
urgente necesidad que debe ser saciada como la de un adicto por su dosis.
Desde el
día en que El Chapo se salió very cool por la puerta grande, se convirtió en el
auténtico villano favorito de México, más aún que Carlos Salinas, que ya a
estas alturas anda muy de capa caída.
Como si
no fuera suficientemente atractiva su autobiografía siempre desautorizada, El
Chapo es el culpable de todo lo que ocurre, más aún que Gil Zuarth, los
teleprompters y Florence Cassez. Eso, por un lado, lo convierte en una figura
mítica, pero por el otro lo transforma en receptáculo de cualquier
señalamiento, peor que Chepina cada vez que organiza dudosos espectáculos o
habla de escuelas, educación y universidades. (Que doña Robotina hable mal de
la Ibero por quedar bien con los del ITAM, pasa, pero que califique de monstruosa
a la UNAM... será monstruosa, pero es nuestro monstruo).
Lo que
es ya el colmo es que las historias del Chapo, que solían ser como sacadas de
lo más granado de los narcocorridos, han bajado de calidad. Y ya la cosa se
puso todavía peor cuando desde la SIEDO cuentan que por poquito lo hubieran
agarrado de no ser porque una prostituta no resultó de su agrado por estar en
su ciclo menstrual… Digo, están mejores los chistes de Platanito.
Pero lo
bueno es que esta clase de detalles de la vida galante del capo nos hace
olvidar cosas sin importancia, como el dinero de la laica Sedesol invertido en
la catedral de León para recibir al Papa; que se destape la cloaca de los
sobornos a funcionarios de Presidencia y la Policía federal; o que en San
Lázaro se pospuso a lo buey el debate sobre la Ley contra la trata… igual y se
trata de trata…
Lo único
que me tranquiliza es que Chenkai —el legendario mago que ha demostrado que lo
de la houdinesca evasión del Coqueto es más estafa que la Estela de luz— es el
nuevo profesor Zovek.
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