Fue una liturgia sin desenlace ni propósito. La excusa era el 30 aniversario del final de la Guerra de las Malvinas y el escenario, la Comisión de Descolonización de la ONU, cuyas resoluciones no son vinculantes para los estados miembros. La protagonista absoluta era la presidenta Cristina Fernández, que este jueves se convirtió en la primera jefa de Estado en comparecer ante la comisión y en la enésima voz argentina en reclamar la soberanía de las islas.
"Me dio vergüenza ajena ver ondear la bandera de lo que llaman las Islas Falkland en Downing Street", proclamó la presidenta, "¿qué pensarían el pueblo alemán o la señora Merkel si el día de la rendición incondicional de Alemania ondeara la bandera alemana debajo de la bandera inglesa. (...) Las guerras no se celebran".
Se trataba de poner en escena la posición unánime de los argentinos y por eso la presidenta llegó acompañada de varios políticos de la oposición. Enfrente la esperaba una delegación compuesta por ocho parlamentarios de las islas. Entre ellos, seis nacidos después de la guerra.
Fernández dedicó el grueso de su discurso a recordar las conversaciones que mantuvieron Argentina y el Reino Unido en 1974 y mencionó que los británicos sugirieron entonces otorgar la doble nacionalidad a los isleños y resolver asuntos importantes para su vida cotidiana. Las conversaciones concluyeron con el golpe militar de 1976 y la retórica bélica de la junta dirigida por Jorge Videla propició una guerra cuyo trigésimo aniversario se celebraba ayer. "Queremos reanudar las negociaciones", dijo la presidenta, "la dictadura decidió unilateralmente sin consultar a ningún argentino. ¿Qué culpa tenemos nosotros de lo que nos pasó en 1976?".
La presidenta aprovechó para enmarcar el conflicto en la pugna por los recursos naturales del Cono Sur y subrayó el respaldo de sus vecinos: "Ésta no es sólo una cuestión bilateral sino global. Estamos defendiendo los recursos de América del Sur y por eso el apoyo de nuestros países hermanos no es sólo solidaridad sino un ejercicio de autodefensa porque nuestra región está desmilitarizada".
La Comisión de Descolonización la integran 24 estados y lleva medio siglo instando a británicos y argentinos a negociar la soberanía de las islas. Pero el Reino Unido siempre ha desoído sus resoluciones, que carecen de valor vinculante para cualquier estado. El Gobierno argentino ha potenciado la actividad diplomática en torno a las Malvinas en los últimos meses y ha logrado el respaldo explícito de países como Brasil, Chile o Uruguay. "Nuestro país es líder en derechos humanos y pocos países reciben a ciudadanos de todo el mundo", proclamó. Y remachó sus palabras criticando el reférendum que celebrarán los habitantes de las Malvinas en 2013: "¿Por qué no van a hacer un referéndum a Irak o a Afganistán?".
En nombre de los habitantes de las Malvinas habló el parlamentario Roger Edwards, que acusó al Gobierno argentino de "hipocresía" por ignorar el texto de la carta fundacional de la ONU, que obliga a todos los miembros a respetar la igualdad de derechos y la autodeterminación. "Argentina dice luchar contra el colonialismo y a la vez quiere imponer una posición que responde a la definición de colonialismo. Dice defender los derechos humano y a la vez piensa que los seres humanos no tienen derechos si residen en un trozo de tierra que según ellos les pertenece".
La guerra duró 74 días y dejó un saldo de 649 argentinos y 255 británicos muertos. Hoy las islas tienen unos 3.000 habitantes y la inmensa mayoría prefiere mantener su status actual. Al margen de sus vecinos argentinos y al abrigo del brazo protector del Ejército del Reino Unido.
