El régimen denuncia en «Granma» que las actividades «contra el orden constitucional» de Carromero y Modig en la isla responden a otra de las «muchas operaciones organizadas desde Miami, Madrid y Estocolmo».
Tras
conseguir que los dos testigos más directos de la muerte de Oswaldo Payá
comprasen la versión oficial del accidente de tráfico que el pasado día 22
acabó con la vida del disidente, el régimen cubano ha vuelto a agitar este
martes las teorías conspirativas acerca de los «vulgares agentes que el
gobierno de los Estados Unidos y sus aliados pagan, abastecen e instruyen» y
que «traicionan a su Patria por unas monedas».
En un
extenso editorial de más de 1.500 palabras, titulado «La verdad y la razón», el
medio oficial de la dictadura castrista, «Granma», denuncia en su primera
página cómo los dos acompañantes de los opositores Payá y Cepedo, el español
Ángel Carromero y el sueco Jens Aron Modig, «se involucraron en actividades
netamente políticas contra el orden constitucional».
Tanto
Carromero, que permanece retenido por las autoridades de la isla acusado de
homicidio como conductor del vehículo siniestrado, como Modig, que ya ha sido
puesto en libertad, habrían entrado en Cuba como miembros de una misión internacional
para financiar al disidente Movimiento Cristiano de Liberación que presidía
Payá y «asesorar la constitución de una organización juvenil asociada a este»,
asegura «Granma».
El
régimen les acusa de violar su «estatus migratorio», ya que ambos habrían
viajado en calidad de turistas, pero apunta como responsables de esa misión
oculta, «una más entre muchas organizadas desde Miami, fundamentalmente, y
también desde Madrid y Estocolmo», a la sueca Anikka Rigo, «jefa de la Sección
de Relaciones Exteriores» del partido de Modig, y al presidente de Nuevas
Generaciones, Pablo Casado. «Granma» afirma que el también diputado del PP
«había instruido a Carromero», que debía ponerse en contacto con otra española
militante de la formación sueca «de la que recibió instrucciones, el dinero a
entregar y un teléfono celular programado con los números necesarios».
«Intervención
norteamericana»
El
órgano oficial, que asegura que los enviados internacionales habían completado
su misión poco antes de sufrir el accidente, enumera una serie de supuestos
«programas subersivos», «cursos conspirativos» y «organizaciones
contrarrevolucionarias» que «sueñan con desestabilizar el país» y acaba
denunciando que «los grupos más reaccionarios y violentos de Miami no cejan en
sus propósitos de incitar al pueblo a la "rebelión"» con el objetivo
de «repetir lo ocurrido en Libia o Siria y provocar una intervención militar
norteamericana».