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20/08/2012 | Elecciones EEUU 2012 - Campaña, mentiras e indecencia

Armando Gonzalez

A medida que avanza la campaña presidencial y, tanto la prensa como el electorado concentran su atención en ella, las decisiones de los candidatos son sometidas a intenso escrutinio. Esto es particularmente cierto en el caso del candidato republicano. Obama está libre de eso mientras la prensa nacional mantenga su ideología en la izquierda y reporte lo que pasa con una lamentable miopía moral.

 

Mitt Romney hizo su primera gran decisión cuando seleccionó al congresista Paul Ryan de Wisconsin, como su compañero de boleta. Ryan era un nombre en una lista que incluía, entre otros, a Marco Rubio, Chris Christie, Tim Pawlenty, Rob Portman y Condolezza Rice.

 Cada vez que uno de estos nombres salía publicado como posible seleccionado, el Partido Demócrata respondía con vitriolo. Esto no nos debe sorprender. Cuando los dirigentes de la campaña presidencial demócrata planean su estrategia, se les hace alarmante el tener que basarla en los tres años y medio de Obama como presidente, un desastre nacional que no tiene defensa creíble. Por lo tanto, tienen que recurrir al recurso más vil del género: la técnica de destrucción personal. Atacar a la persona del contrario, hacerlo despiadadamente, usando mentiras cuando quiera que sean necesarias, y sabiendo que la gran mayoría de la prensa, ideológicamente compatible, va a ser su deshonesto cómplice.


El anuncio de la selección de Paul Ryan ha provocado un ataque de histeria en las filas demócratas y en sus aliados en la prensa. Ryan, según ellos, es un militante de la extrema derecha, un right wing nut. Es por eso importante recordarle a mis lectores que Paul Ryan ha sido electo cada dos años por los últimos 14 años con dos terceras partes del voto popular en el Primer Distrito de Wisconsin que votó por Dukakis en 1988, Bill Clinton en 1992 y 1996, y Barack Obama en 2008. Pero sus histéricos críticos lo ubican en el grupo de los right wing nuts. Quizas debiéramos sugerirles que abran más espacio para todos esos wisconsinites que llevan 14 años reeligiendo a Paul Ryan con dos de cada tres votos. El Almanac of American Politics que publica anualmente el escritor Michael Barone y que se considera la Biblia de la clase política dice de Paul Ryan: “Se le considera un líder intelectual en el ámbito republicano por su influencia sin rival en cuestiones fiscales”.


Ryan es el republicano ideal para la batalla sobre el Medicare que muy pronto comenzará. Los demócratas acusarán a Romney y Ryan de querer liquidar el Medicare, desconectar a los viejos de sus sueros intravenosos y forzarlos a que se deshidraten en el parqueo del hospital. En uno de los anuncios más aborrecibles de esta campaña, los demócratas muestran a un hombre de cierto parecido con Ryan empujando una viejita en silla de ruedas a un precipicio. Esto no es política, no es campaña, es simplemente indecencia.

Romney ha hecho una decisión sólida que nos dice mucho sobre él. Romney pudo haber decidido el llevar a cabo una campaña vaga e imprecisa basada en la idea que en épocas económicas malas, los votantes se inclinarían al otro partido. Con la selección de Ryan, Romney ha asegurado que la campaña será sobre una agenda conservadora de gobierno. Romney pudo haberse hecho de la vista gorda en cuanto a los programas de beneficio social, los entitlements como Social Security, Medicare y Medicaid, y cambiar la conversación cuando los demócratas los sacaran a relucir. Con Ryan en la boleta, esos sensitivos temas estarán en la mesa donde Ryan puede probar que, hoy por hoy, es la mente más preclara en Washington para traer bajo control el problema económico más serio que enfrenta la nación.


Paul Ryan es un conservador en todo el sentido de la palabra. Trae a la batalla sus raíces en los principios de su fe católica. Y este es un año donde parece haber oportunidades entre votantes católicos.


La primera pregunta que un aspirante a vicepresidente debe contestar es si está listo para ser presidente en caso de desastre. Hoy tenemos un desastre económico. La prueba de un estadista es hacerle frente a la realidad y tomar las decisiones correctas por difíciles que sean. Romney ha seleccionado un compañero de boleta con más capacidad que el actual ocupante la Casa Blanca.

Miami Herald (Estados Unidos)

 


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