Este último año tampoco ha sido fácil para la comunidad internacional. En más de una ocasión había sido puesto en duda el prestigio de la ONU. Al principio, Washington y Londres ignoraban ese organismo internacional y desataron la guerra. Ya después, tras haberse librado del miedo ante el régimen de Sadam, los propios iraquíes se preguntaban por qué la ONU no hacía nada durante años para impedir los horrendos crímenes del dictador iraquí. El último golpe asestado a Naciones Unidas fue el escándalo en torno al programa humanitario "Petróleo a cambio de alimentos". Muchas empresas internacionales y funcionarios de la ONU vinculados a ese programa fueron acusados de haberse entregado a la corrupción, cometer operaciones ilícitas y violar las resoluciones del Consejo de Seguridad.

Sin embargo, como lo ha hecho notar el viceministro de Asuntos Exteriores ruso Yuri Fedotov, "todas las publicaciones al respecto coincidieron con el agravamiento de la situación en Irak". También observemos que el escándalo ocurrió cuando EE UU había reconocido que no podía más sin la intermediación de la ONU en el arreglo iraquí. Ahora sólo se trata de saber cuántas facultades aceptaría ceder Washington a Naciones Unidas.

El presidente George Bush mantiene que el arreglo político en Irak irá avanzando según el plan elaborado por el emisario especial de la ONU, Lakhdar Brahimi. Es un plan "aceptable para la mayoría del pueblo iraquí", asegura Bush. En tanto, el anhelo de Brahimi es lograr que el Gobierno de transición, que debería quedar formado antes del 30 de mayo, no llegue a ser una marioneta en manos de EE UU. ¿Lo logrará?

En todo caso, tanto Brahimi como el secretario de Estado norteamericano Colin Powell advierten que los poderes del Gobierno provisional serán limitados. Por ejemplo, este Gobierno no podrá elaborar leyes, porque sería una prerrogativa del órgano permanente que quedaría instituido sólo en 2005. Mientras que Brahimi espera que el control sobre la situación en Irak pase a manos de la ONU, Powell propone que los iraquíes transfieran parte de su soberanía al Mando de las fuerzas multinacionales, que, por lo visto, seguirían bajo las órdenes de EE UU. ¿Es posible calificarlo como el término de la ocupación? Pues no. Ni de jure ni de facto. Evidentemente que los iraquíes no lo aceptarán.

El argumento clave que esgrimen los contrarios a la rápida entrega del poder real a los iraquíes, consiste en que es inadmisible crear un vacío de poder. Sin embargo, todo muestra que ese vacío sigue existiendo hasta hoy: la Administración provisional no consigue dominar la situación en Irak. El número de víctimas no deja de crecer, y el mes de abril ha sido el más sangriento para las tropas de la coalición. Sólo este mes, las bajas de EE UU constituyeron casi la cuarta parte de todas las pérdidas sufridas desde el inicio de la invasión en marzo de 2003.

Igualmente crecen las bajas entre los extranjeros que se encuentran en Irak por asuntos personales o de negocios (unas 30 víctimas en marzo y abril). En cuanto a las víctimas entre la población civil, por ahora no hay ningunos datos exactos. Las cifras oscilan entre 8 mil y 10 mil. Cada día llegan informes sobre nuevas víctimas humanas en las operaciones militares de la coalición, o en los atentados y enfrentamientos intestinos.

Los iraquíes ya comprenden que después del 30 de junio, fecha oficial en que debe terminar la ocupación, la situación no cambiará notablemente. No obstante, esperan poder solucionar algunos de sus problemas, como el de la seguridad, por ejemplo. Por cierto, necesitarán de ayuda exterior, pero no de una dictadura total. Después del 30 de junio, es la ONU la que deberá actuar como ayudante y mediadora en Irak, y no EE UU, tachado de "ocupante" en vez de "libertador" como antes. Además, sólo la ONU podrá legitimar los procesos políticos que se operarán en Irak después del 30 de junio.

Durante varios meses, en los círculos diplomáticos se está hablando de que se necesitan nuevas resoluciones sobre Irak. Pero hasta ahora no existe ni siquiera un proyecto de documento que permitiera concordar los planes de arreglo iraquí. Sólo se conocen algunos aspectos que los políticos quisieran ver reflejados en la resolución.

Así, el secretario de Estado, Colin Powell, espera que la resolución permita ampliar la composición de las fuerzas multinacionales, reconozca el Gobierno provisional e impulse a un mayor número de países prestar ayuda financiera -y asimismo militar, si es posible- a Irak. El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, sostiene que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU deberá formalizar la entrega de la soberanía a los iraquíes. A su vez, el enviado especial del primer ministro de Japón, Taro Nakayama, insta a que la resolución destaque el protagonismo de Naciones Unidas en la formación del nuevo Gobierno iraquí.

A juicio de Moscú, el documento deberá legalizar los resultados de la conferencia internacional que ha de convocarse bajo la égida de la ONU, al igual que había sido hecho con respecto a Afganistán. La conferencia, en la que participarían representantes de todos los grupos políticos de Irak, aprobaría el Gobierno de transición e intentaría hallar una solución a los problemas más agudos que aquejan a Irak. En una entrevista concedida no hace mucho a la prensa, Colin Powell comentó que EE UU duda que si realmente es necesaria una conferencia para aprobar el Gobierno provisional. Pero a la vez observó que aún no habían terminado los debates sobre la celebración de la conferencia y sobre el texto de la resolución del Consejo de la Seguridad.

Fuentes informadas de RIA "Novosti" no descartan que finalmente pueden quedar aprobadas dos resoluciones concernientes a Irak.

La primera puede insertar el llamamiento a celebrar una conferencia internacional bajo la égida de la ONU. El documento confirmaría el incremento del papel de la ONU en los procesos políticos en Irak, incluidos los preparativos para celebrar las elecciones y elaborar la constitución.

Simultáneamente con las labores para convocar la conferencia, podrían empezar consultas sobre una resolución más detallada. Es probable que sería ésta la que reconocería el Gobierno provisional iraquí y sus facultades, fijaría la fecha de las elecciones, confirmaría la soberanía y la integridad territorial de Irak y determinaría el mandato de la ONU y de las fuerzas multinacionales emplazadas en ese país. Todo ello podría ser hecho a partir de una solicitud del Gobierno provisional. Además, señalan las fuentes rusas, la resolución detallada podría esclarecer el problema de las armas de destrucción en masa de Irak. El documento podría ser aprobado después que fuera celebrada la conferencia internacional.

Estos son más bien unos deseos, y no tanto un proyecto real de resolución.

Pero en todo caso, sea cual sea el número de resoluciones aprobadas con respecto a Irak, todas suponen el aumento del protagonismo de la ONU en ese país. Lo que importa es si EE UU está dispuesto a aceptarlo. Y si lo está, pues en qué medida. En Washington no hay una opinión única al respecto, y sabido es que los contrarios a las concesiones se empeñan en difamar a la ONU y a los países que se pronuncian por ampliar los poderes de ese organismo en Irak.