El Gobierno emprendió la cruzada para controlar la Justicia y la ofensiva que desató, sin precedentes desde la restauración democrática, puso a uno de los poderes de la República en una situación complicada. Esa acción premeditada, que la Corte observa impávida como si ocurriera en otro lugar y no fuera de su incumbencia , apunta a controlar la Justicia.
No hay otra explicación a esta batería de presiones para evitar un pronunciamiento sobre la ley de medios y, así, convertir el famoso 7D en un fiasco, otro de la extensa cadena de fracasos que enhebró este año la administración de Cristina Kirchner.
Pero no basta con la obsesión de controlar los medios -la comunicación ha sido y es una de las principales preocupaciones de los Kirchner- sino que, ahora, se añade una nueva y gigantesca vuelta de rosca. La introducción de un artículo en la ley que regula el mercado de capitales -que hasta entonces apoyaba la oposición- de un artículo que autoriza, sin que medie la Justicia, a la Comisión de Valores a intervenir cualquier empresa que cotice en la Bolsa, a pedido de las minorías accionarias. Se trata de una decisión, que seguramente convertirá en ley el Senado, que agrega otra herramienta de coerción en manos de un gobierno que considera al Estado un partido político . Una disposición que todos los especialistas califican de abiertamente inconstitucional.
Mientras, el delegado de Cristina para controlar los medios, Martín Sabbatella, sigue tratando de ocultar lo inocultable sobre la propiedad de Telefónica de España de Telefe y otros siete canales , algo prohibido por la ley de medios. El esfuerzo de Sabbatella es tan grosero como patético pero, a la vez, revelador de los límites que Cristina está dispuesta a vulnerar en su afán de asegurarse el dominio del mundo audiovisual. Las numerosas huellas de esa propiedad están en todas partes y no pueden ser borradas, a pesar de la complicidad de los funcionarios que se afanan en hacerlo.
Después de expropiarle YPF a la española Repsol y nacionalizarla, atacar a Telefónica le pareció demasiado a Cristina . Por eso, en un acuerdo tácito, se prefirió que Sabbatella haga el papelón, lo que no le costó demasiado, de enojar más a los españoles.
Sin embargo, los actos arbitrarios son proporcionales al aislamiento progresivo del Gobierno . Casi consigue el milagro de reunificar la CGT, después del impacto del paro del martes.
En cada paso se asoma una enorme impericia que es posible verificarla cotidianamente. La retórica y el relato ya no pueden esconder los errores de conducción política que se suceden.
