La derecha hace y deshace a través de su instrumento, el Partido Republicano, mientras la izquierda espera que la derecha llegue al precipicio y se despedace en el fondo. La situación es tal que su solución se ve con claridad: están cambiando el precipicio por una serie de caídas escalonadas, unas aquí, otras más allá, pensando que la cosa es evitar la caída en picada y pretender que están resolviendo.

La derecha se siente elevada, caritativa, dadivosa, sufrida y sacrificada por lo que hacen para salvarnos. A sus líderes no les parece importar que lo que proponen sea, para el resto, un suicidio a la republicana. Quieren que el país entero tome medidas con reflejos del Kool-Aid que Jim Jones, el del Templo del Pueblo, sirvió a sus seguidores.
La izquierda zurda cae en el absurdo de pensar que resolverá todo dejando que los republicanos caigan al precipicio. Lo absurdo es que si caen los republicanos, caen los demócratas también. Aun así, hay que aceptar que la derecha lleva la batuta. El 2% superior está, después de todo, acostumbrado a dirigir, y el 98% a seguir.

La Cámara de Representantes, bajo control republicano nominal, está, en realidad, dominada por el ultra conservadorismo, una derecha que prefiere paralizar el país antes de transar con la izquierda. Así las cosas, este Congreso tiene el peor récord desde la guerra civil. Ni el ‘Do Nothing Congress’ de 1947 se le acerca. Ese año se aprobaron 906 proyectos. El actual Congreso ha aprobado solo 219, y cerca de la mitad son resoluciones bautizando calles, pistas, edificios y parques con nombres de difuntos ilustres. Es alucinante. Podría ser que todo no sea más que un espejismo del recalentamiento en sus cabezas. Podría ser, pero también podría ser algo sacado de un universo paralelo, de alguna realidad alterna a la que el resto no tiene acceso.

El Tea Party y la extrema derecha no están en sincronía con el resto, y no habría problema si ‘ellos’ se contentasen con ver la realidad como dicen verla. El problema es que insisten en hacer que ‘el resto’ también la vea como ellos. Quieren que se acepte la bondad del 2% más adinerado, que emplea y mantiene al resto. Alegan que cada centavo que les quitemos a ellos se lo estaremos quitando al resto. ¡Si es por nuestro bien que se resisten! El resto, además, no aprecia su dificultad, porque ya no es suficiente ser millonarios. Ahora necesitan ser bi-llonarios, y debemos ayudarlos para no ‘auto-quitarnos’ el pan que su bondad empresarial nos permite ganar. Buscan amor y cooperación de la clase media y obrera a pesar de haberlas llevado a perder lo que ganaron en los años de su bondad. Empezaron a perderlo con la devaluación del dólar.

Siguieron perdiéndolo cuando se llevaron sus industrias y empleos a otros países. Sus ahorros continuaron esfumándose con la crisis inmobiliaria y la depreciación de las casas y departamentos en los que el 98 %, ‘el resto’, invirtió sus ahorros. Ahora el 2% pide que el 98% los ayude, cuidándolos para que ellos los cuiden.

La Casa Blanca tiene el derecho que le da el deber de proteger a la ciudadanía, y necesita actuar, pero hay un sector entre ‘ellos’ que ve al gobierno como un peligro, e insiste, para defenderse del gobierno, en su derecho a las vacas sagradas de la segunda enmienda, sus armas. Andan feroces con sus armas sagradas, y hay resonancia entre quienes las defienden y los líderes republicanos del Congreso.

 
El 21 de diciembre del 2012 comenzó la Era de Acuario. Estaremos en ella hasta el año 4,172. La anterior empezó 148 años antes de Cristo. Hoy pareciera que el 2% no pasó por la era recién concluida. Piscis fue era de amor, y ellos confunden amor con querer. No es lo mismo ‘te quiero’ que ‘te amo’. El querer quiere para sí. El amor ama a otros. Ellos quieren, y quieren que el resto los ame para darles a ellos. Ese es su esquema, antediluviano, anterior a Piscis. Antes de Piscis estuvo Aries, y esto no es astrología, es astronomía que indica las constelaciones con las que el eje planetario se alinea en tránsitos de 2160 años en promedio. Aries, el macho cabrío, pelea a cabezazos por las cabras que quiere, y el liderazgo de la ultraderecha-tea partidista-republicana se enfrenta a cualquiera con su cabeza dura, testaruda, por el dinero que quiere. Andan atrasados dos eras. Ponen el provecho de ellos sobre el resto. Quieren ser cargados.