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27/05/2013 | Benghazi: ocultando la verdad

Armando Gonzalez

Quiero desearle a Hillary un feliz Día de las Madres. Ella tiene a su hija. Pero yo no tengo a mi hijo por causa de ella. Pat Smith, madre de una de las víctimas en el consulado de Estados Unidos en Benghazi, Libia

 

En cuestión de días, al presidente Obama se le ha llenado el bote de agua con tres escándalos simultáneos. El asesinato del embajador de Estados Unidos y tres oficiales estadounidenses en Benghazi, Libia; la revelación que el Servicio de Rentas Internas (IRS) ha estado investigando al Tea Party y otras instituciones conservadoras, y la noticia que el Departamento de Justicia ha invadido la privacidad de reporteros de Prensa Asociada. Por cuestiones de espacio, he limitado esta columna a Benghazi, pero con mi promesa que los otros dos escándalos serán objeto de próximas columnas.
Para nosotros, columnistas conservadores, esta administración es el regalo que sigue regalando.


La tragedia de Benghazi ocurrió el 11 de septiembre de 2012 cuando se conmemoraban 11 años del ataque de fanáticos musulmanes a las torres gemelas en Nueva York. Esta vez, fanáticos musulmanes atacaron nuestro consulado mal protegido en Benghazi, Libia. La administración Obama, a solo cinco semanas de las elecciones presidenciales de noviembre, se dio a la tarea de ocultar la verdad sobre los acontecimientos. ¿Por qué? Durante la campaña presidencial, el Partido Demócrata usó una línea de propaganda que celebraba la captura y ejecución de Osama bin Laden y sugería que al-Qaeda era una organización destruida. La realidad de Benghazi, un ataque exitoso liderado por una organización terrorista, Ansar al Sharia, con lazos con al-Qaeda, iba en contra de todo el esfuerzo propagandístico de la campaña presidencial demócrata. Y aquí comienza este escándalo.


A medida que los oficiales de inteligencia de Estados Unidos organizaban la información obtenida, llegaron rápidamente a la conclusión, aun cuando el ataque estaba teniendo lugar, que terroristas con lazos con al-Qaeda estaban involucrados en la acción. Pero altos oficiales de la Casa Blanca trataban de “oscurecer” la verdad que emergía y reducir la importancia del ataque donde el embajador Chris Stevens y otros tres oficiales fueron asesinados. Esto sería respaldado en el resumen para información ( talking points) que la Casa Blanca prepararía.


Pero los talking points originales fueron preparados por oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el resultado no fue del agrado de la Casa Blanca. La vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, expresó su preocupación que miembros del Congreso utilizarían los talking points para criticar al Departamento de Estado por “no prestar atención a las advertencias de la CIA”. Esto hizo que los oficiales de inteligencia hicieran algunos cambios a los talking points. Pero Nuland contestó en un e-mail que los cambios no eran suficientes y que sus superiores (no especificó “quienes”) estaban disgustados. “Los cambios no satisfacen al liderazgo de mi edificio” concluyó Nuland. La Casa Blanca, por su parte, informó que “las preocupaciones del Departamento de Estado tienen que ser tomadas en cuenta”.

El resultado fue que Mike Morrell, subdirector de la CIA, hizo cambios sustanciales a los talking points (eliminó 148 de las 248 palabras originales), eliminó las referencias a “extremistas islámicos”, las advertencias de la CIA sobre al-Qaeda en Libia, las referencias a jihadists en El Cairo, la mención que el consulado de Estados Unidos en Benghazi estaba bajo vigilancia musulmana y el reporte de cinco ataques recientes en Benghazi contra “intereses extranjeros”, incluyendo al embajador británico que optó por cerrar su consulado y marcharse.


Estos talking points fueron puestos en manos de Susan Rice, embajadora de Estados Unidos ante la ONU quien, al día siguiente, domingo, compareció en cinco programas de televisión y comenzó la absurda historia de que la “manifestación violenta” (no usó “ataque”) era el resultado de un video en YouTube que era ofensivo a los musulmanes. Es interesante que los servicios de inteligencia de Estados Unidos nunca mencionaron el video de YouTube en todo lo que escribieron. Sin embargo, en días subsiguientes, el presidente Obama repitió lo del video en comparecencias televisivas (David Letterman, The View) y ante la Asamblea de la ONU.


En su comparecencia ante un comité de la Cámara, Gregory Hicks, el segundo oficial de Estados Unidos en Libia (y primero después del asesinato del embajador Stevens) descibió su reacción al ver a Susan Rice declarar en cinco programas de televisión. Hicks dijo: “Me quedé con la boca abierta. Fue embarazoso”.


Y, toda esta sarta de mentiras, para proteger una campaña política. La primera baja de un conflicto es la verdad.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 


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