Francia ha hecho valer su capacidad de veto para plasmar sus intereses en el acuerdo, que son los mismos que los de la industria audiovisual europea. Finalmente, este sector quedará excluido de las negociaciones, si bien la Comisión Europea podrá solicitar más adelante incorporarlo a las negociaciones con EEUU si lo cree oportuno. En cualquier caso será de nuevo el Consejo Europeo (es decir, los estados miembros) el que decida.

Qué hacer con la industria del cine ha sido prácticamente el único punto polémico en las discusiones entre los Veintisiete. Según el comisario de Comercio, Karel de Gucht, "el 98% del contenido se ha adoptado sin discusión". "Volveremos a tratar este asunto", ha asegurado el comisario.

"Se trata de un acuerdo y un texto equilibrado, puedo vivir con él", ha dicho de Gucht, que era partidario junto con la mayoría de países de incluir el mayor número de sectores, incluido el audiovisual, para iniciar las discusiones con la intención de obtener el acuerdo más ambicioso posible.

Según Bruselas, la industria del cine europeo estará protegida de la amenaza que supone el todopoderoso Hollywood aunque se incorpore a las negociaciones, ya que incluiría una serie de "líneas rojas" para asegurar la protección de esta industria. En concreto, Bruselas garantizaría que los Estados miembros podrán seguir subvencionando esta industria e imponiendo cuotas para asegurar una difusión mínima. "Ninguna de las disposiciones actuales será modificada con este acuerdo", aseguran. Y van más allá, ya que sostienen que «una vez que el acuerdo entre en vigor, la UE se reserva el derecho de adaptar nuevas regulaciones encaminadas a proteger el sector audiovisual europeo ante los cambios tecnológicos y la nueva era digital».

Un estímulo económico de 119.000 millones de euros

El acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos ha sido definido por la Comisión Europea como "el estímulo económico más barato posible", ya que se espera que tenga un impacto de 119.000 millones de euros al año en la economía europea y de 89.000 millones en EEUU.

A partir de este mandato, la Comisión iniciará una serie de rondas de contacto con el Departamento de Comercio norteamericano para ir planteando las bases del que será el acuerdo final. Para este año se esperan tres reuniones (una cada dos meses) y a finales de diciembre se evaluarán los avances. En cualquier caso el acuerdo no llegará hasta, por lo menos, mediados del año que viene, cuando las elecciones europeas ya hayan definido la nueva composición de la Eurocámara y se haya formado un nuevo Ejecutivo comunitario.

Europa es el mayor inversor en Estado Unidos, el segundo mayor destino de sus exportaciones de bienes y el primero en servicios. Sin embargo, a pesar de ello, sigue existiendo una enorme burocracia y disparidad en los estándares de calidad y normativas de regulación que en la práctica dificultan el comercio entre las dos áreas más desarrolladas del Planeta.

El objetivo de este mandato era que abarcara el mayor número de sectores e industrias que potencialmente podrán beneficiarse de los resultados que finalmente se obtengan. La UE estima que reduciendo la burocracia se obtendrá un ahorro equivalente a hasta el 20% de las tarifas que actualmente se aplican al intercambio comercial y que de media se sitúan en el 4%.

Por ejemplo, la UE quiere que los estándares de calidad en la industria automovilística europea sean admitidos en Estados Unidos, y viceversa, de tal modo que un vehículo que se ha demostrado seguro en un lado del Atlántico también lo sea al otro, evitando los costes adicionales que se derivan de las necesarias pruebas que se deben hacer ahora.

Otro ejemplo: el acuerdo podría liberalizar el mercado aeronáutico para que una aerolínea europea pueda operar en el mercado doméstico estadounidense. Ahora un avión puede volar desde París hasta Los Ángeles haciendo escala en Nueva York, pero si en este transbordo bajan la mitad de los pasajeros, la aerolínea tiene que hacer la segunda parte del viaje con la mitad del avión vacío porque no puede tomar pasajeros en territorio estadounidense.

Sí a la agricultura, no a los transgénicos

Las negociaciones también incluirán la agricultura, un sector en el que ambos lados tienen mucho que ganar. Europa quiere vender más productos elaborados que actualmente o están prohibidos (manzanas y varios tipos de quesos, por ejemplo) o tienen aranceles muy altos (la carne, por ejemplo, de un 30%). Por su parte, EEUU tiene interés en vender más materias primas al mercado europeo, como la soja y el trigo.

Lo que sí quedará excluido de las negociaciones serán los alimentos modificados genéticamente. "Las leyes básicas que regulan la seguridad alimenticia no formarán parte de las negociaciones", explica el portavoz comunitario, John Clancy.