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19/06/2013 | Brasil estalla y pone a las autoridades a prueba

Veroniza Goyzueta

Más de 300.000 manifestantes ocuparon este lunes las mayores ciudades brasileñas contra las tarifas de transporte y la corrupción.

 

Las protestas contra el aumento del transporte, la corrupción, los gastos de la Copa Confederaciones, y la violencia policial, llevaron este lunes más de 300.000 brasileños indignados a las calles de São Paulo, Brasilia, Río de Janeiro, Curitiba y Belo Horizonte. Hubo enfrentamientos entre manifestantes y la policía en Río de Janeiro y en Belo Horizonte. En Brasilia, un grupo de jóvenes invadió la rampa del Congreso Nacional.
En São Paulo, donde el pasado jueves, los manifestantes fueron atacados por la policía con gases lacrimógenas y balas de goma, las protestas ocuparon pacíficamente las principales arterias de la zona sur y central de la ciudad, en dirección a la avenida Paulista y a la sede del Palacio del Gobierno del estado de São Paulo, cantando el himno nacional.
 
“Ven a la calle”, llamaban los manifestantes a quienes estaban en las oficinas de la avenida Faria Lima, uno de los centros financieros de la ciudad. Banderas de partidos políticos eran rechazadas por los manifestantes. No se veían manifestaciones como estas en Brasil desde 1992, cuando las protestas derribaron el entonces presidente Fernanco Collor de Mello.
 
Las manifestaciones pacíficas de jóvenes son legítimas y propias de la democracia”, declaró la presidenta Dilma Rousseff, a través de su portavoz, Helena Chagas. A través de su cuenta de twitter, horas antes de la marcha, el gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin informó que garantizaría el derecho de manifestación “de forma segura y pacífica, preservando la libertad de expresión”.

Un mar de gente marchó en São Paulo con banderas brasileñas y pancartas desde las cinco de la tarde, hora local, a partir del Largo de la Batata, un punto de comercio popular vecino a la calle Faria Lima, uno de los principales centros financieros de la ciudad, y desde allí se dirigieron a diferentes puntos de la ciudad, entre ellos, el puente colgante de la vía expresa Marginal Pinheiros, que es una de las imágenes postales de la ciudad.

Y conforme la noche avanzaba más gente tomaba las calles, gritando consignas, la mayoría de ellas contra Alckmin y la presidente Rousseff. A las diez de la noche, los manifestantes tomaron completamente la avenida Paulista, la misma que el pasado jueves fue el escenario de una acción abusiva de represión. A diferencia del jueves, cuando la policía se plantó sobre la Paulista, para que nadie entrase en la calle, que es la más emblemática de la ciudad, la policía ahora sólo acompañaba la marcha tímidamente.

En Río de Janeiro, hubo enfrentamientos después de que un grupo de manifestantes incendiase un vehículo frente a la sede de la Asamblea Legislativa del Estado y lanzó un cóctel molotov, provocando momentos tensos. Un grupo de personas derribó las grades de protección de la asamblea, hubo tiros y por lo menos seis policías fueron heridos. Las informaciones sobre quién lanzó el artefacto incendiario no eran precisas. La marcha, que reunió más de 100.000 personas en la avenida Río Branco, en el centro de Río de Janeiro, había transcurrido pacíficamente la mayor parte del tiempo.

En Brasilia también se registraron momentos de tensión, cuando un grupo rompió el bloque policial e invadió la rampa del Congreso. La policía recibió a los manifestantes con gas pimienta.

El jueves en São Paulo, la policía que bloqueó la Paulista, atacó manifestantes y periodistas, dos de ellos, heridos en los ojos con balas de goma. Varias personas fueron detenidas por portar vinagre, usado como antídoto contra los gases lacrimógenos. Fotos y videos difundidos por manifestantes en redes sociales mostraron arbitrariedades y abusos de la policía.

La pésima repercusión de esa protesta detonó las protestas de este lunes y del fin de semana, en las puertas de los estadios que reciben los partidos de la Copa de las Confederaciones. El sábado, la presidenta Rousseff fue abucheada por los presentes en la inauguración de ese evento.

Las protestas son encabezadas por el movimiento de estudiantes Pase Libre (MPL), que convoca las marchas en redes sociales para reclamar contra el aumento del transporte público en todo el país.

La ciudad de São Paulo, cuyo tráfico es uno de los más caóticos del mundo, tiene también uno de los precios del transporte más altos y una red de metro que es considerada insuficiente para atender la demanda de una población de más de 11 millones de personas. El precio de un billete de autobús cuesta lo equivalente a 1,13 euro, un aumento de un 6,7%, en una ciudad en la que el sueldo mínimo vale cerca de 266 euros.

Según datos difundidos por el MPL, por lo menos 37 millones de brasileños dejaron de usar autobuses por falta de dinero. “No tener acceso al transporte, es no tener acceso a la ciudad”, dicen manifiestos del grupo, que defiende el transporte gratuito. En São Paulo, es cada vez más notorio, el número de personas que usan bicicletas para ahorrarse el billete, a pesar de que la ciudad no ofrece ninguna seguridad para usar ese tipo de vehículo y del aumento de muertes de ciclistas. Las autoridades aún no dieron señales de que las tarifas bajarán.

 

ABC (España)

 



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