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21/05/2006 | Castro: un millonario detrás de la fachada

Gerardo Reyes

Al gobernante cubano Fidel Castro lo han llamado asesino, terrorista, genocida, pero nada de eso parece perturbarlo tanto como que le digan millonario. En su caso ha entendido que es lo mismo que si lo llamaran ladrón.

 

No se podría explicar de otra manera que haya dedicado seis horas de una intervención pública la semana pasada para atacar un informe de la revista Forbes que lo presentó como dueño de una fortuna de $900 millones.

Fue tal la ofuscación con la publicación que ofreció renunciar a su cargo si se llega a comprobar que tiene un solo dólar en una cuenta bancaria, una amenaza de la que no se tiene antecedentes en la larga vida pública del mandatario.

''Es una campaña para pintarme como un ladrón [. . .] Tengo el honor de poder decir que no poseo ni cuento en mi haber con un solo dólar [. . .] Toda mi fortuna, señor Bush, cabe en el bolsillo de su camisa'', advirtió Castro, quien oficialmente recibe un sueldo mensual de 700 pesos cubanos.

La diatriba televisada ha puesto de nuevo sobre el tapete la pregunta sobre los métodos con que la prestigiosa revista de negocios le cuenta los billetes a Castro y de paso ha puesto al exilio cubano a revivir las historias de barrio y de ministerio en torno a la fortuna de los poderosos en la isla.

Forbes reconoce que el cálculo de la fortuna de reyes y gobernantes del mundo ``es más arte que ciencia''.

Calcular lo oculto

El Nuevo Herald preguntó a la revista cuáles métodos aplican para calcular la riqueza de Castro advirtiendo que hay dudas y críticas.

En un mensaje electrónico la vocera de Forbes, Meghan Womack, indicó que la revista se ratifica en los resultados de sus evaluaciones y lo que dicen sus fuentes.

Explica que la publicación ``calcula los ingresos de Castro de la misma manera que lo haría con cualquier dueño privado de una fortuna''.

El proceso es el siguiente: los periodistas ponderan el valor de los negocios propiedad del gobierno a partir de un análisis del flujo de capital y entonces se le adjudica un porcentaje minoritario a Castro, ''la persona que tiene un férreo control y gobierna esta nación durante más de cuatro décadas'', agrega la respuesta de Womack.

El valor de las empresas cubanas se calcula comparándolas con firmas de la misma actividad en sistemas capitalistas donde su valor es de público conocimiento.

Aclara la revista que en relación con la exigencia de Castro sobre las pruebas de cuentas bancarias en el exterior, ``expresamente declaramos que no tenemos en cuenta semejante dinero basado en rumores (``rumored money'').

La pregunta que queda en el aire -- y que no fue respondida por la revista en un segundo mensaje electrónico enviado el jueves -- es: ¿con qué criterio los periodistas obtienen el porcentaje minoritario que Castro presuntamente mantiene en cada una de las empresas cubanas?

Anterioremente, la publicación utilizaba un método más simple. Presumía que Castro era propietario personal de un porcentaje, alrededor del 10 por ciento, del Producto Interno Bruto. En 1996, esta sencilla operación de regla de tres le atribuyó a Castro una fortuna de $150 millones.

Jesús Marzo Fernández, un ex alto funcionario cubano, que fue consultado por la revista, dijo a El Nuevo Herald que si bien reconocía que los reporteros habían hecho un buen trabajo en el seguimiento de la información disponible, le pareció alta la suma que se le atribuye a Castro.

''No tengo duda de la fortuna de Castro, lo que sí puede ser cuestionada es la magnitud de la misma'', expresó Fernández. ``Quiero ser objetivo, es un poco alta, $900 millones es mucho dinero''.

Fernández, quien fue secretario de la Comisión de Divisas del Consejo de Ministros a mediados de la década de 1990, explicó que más allá de la cuantía, el patrimonio de Castro no debe estudiarse como un botín personal para darse grandes lujos como ''comprar una casa en la Riviera Francesa'' o algo parecido.

''El objetivo de esa fortuna es tener una cantidad de dinero disponible por si en Cuba hay una transición poder contar con dinero suficiente'', afirmó el economista.

Partidas secretas

A juicio de Manuel de Beunza, un ex alto funcionario de la inteligencia cubana que manejaba asuntos financieros del Ministerio del Interior de Cuba, las cuentas de Forbes ''se quedaron cortas''. Sin embargo no se aventuró a calcular su monto.

Como ejemplo del refinamiento operativo de los fondos de Castro, De Beunza, quien también fue consultado por la revista, recordó que en Inglaterra funciona el banco Havin que es totalmente controlado por el gobernante y que en el resto del mundo se crearon 270 empresas que manejan dinero cuyo destinatario es el mandatario.

En una ocasión, De Beunza entregó personalmente $2 millones a Castro a través de su fiel ayudante José Chomy Miyar Barruecos, según lo declaró a otra publicación.

Al preguntarle El Nuevo Herald si los dineros a nombre del gobernante cubano y su manejo podrían equipararse a las ''partidas secretas'' de las que dispone cualquier mandatario en América Latina, respondió que el criterio de disposición de esos fondos es muy amplio para encasillarlo en un solo género.

''Puede servir para comprar cuchillos de Rambo en Africa, como ocurrió cuando salió la película de Rambo y se compraron 1,500 cuchillos para tropas especiales del ejército, o para regalarle un central azucarero a los sandinistas de $45 millones'', explicó de Beunza.

También ha servido para adquirir en Canadá los abrigos de piel para que Fidel y una comitiva de 50 funcionarios asistieran a los funerales de Leonid Brezhnev en 1982. De Beunza sostuvo que el avión de Castro estuvo dos días estacionado en un aeropuerto de Canadá esperando que estuvieran listo los abrigos.

Quizás la fuente más completa de la revista Forbes para calcular la fortuna del gobernante es un informe que preparó la analista política y activista María C. Werlau el año pasado para la la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE)

Werlau comentó a El Nuevo Herald que ha sido consultada durante varios años por la revista. Explicó que elaboró el informe, escrito en inglés, porque se percató de que la información sobre el tema, a pesar de ser muy valiosa, estaba dispersa en textos publicados en español, algunos muy conocidos en el exilio cubano, pero ignorados por la prensa internacional.

''El estimado de Forbes parece estar muy por debajo de los vastos recursos económicos que controla Fidel Castro personalmente'', comentó Werlau. ''El efectivo que pueda tener en depósito en su red de cuentas bancarias es prácticamente imposible de estimar, ya que es muy difícil dilucidar lo que entra y sale de esas cuentas'', anotó Werlau.

Agregó que Castro posee un conglomerado de empresas dentro de Cuba y a nivel mundial, así como propiedades de bienes raíces, cuyo valor se podría estimar de manera sistemática.

'En función al valor de mercado de esos activos, se podría llegar a su `net worth' con mayor precisión'', agregó la analista.

El cálculo de Forbes hasta ahora, según ella, sólo ha contemplado una fracción de las empresas y ningún activo en bienes raíces.

''El que aparezca Castro en la lista de Forbes'', concluyó, ``es muy positivo en el sentido de que saca a la luz pública un fenómeno poco conocido fuera de círculos muy cerrados, sobre el cual, curiosamente, han existido amplios testimonios durante años''.

La base de la recopilación del laborioso estudio de 26 páginas de Werlaw es anecdótica. No contiene un documento definitivo que comprometa a Castro con una transferencia bancaria o un pago millonario, pero está colmada de declaraciones de testigos privilegiados que describen, en diferentes épocas y circunstancias, operaciones sórdidas e inescrupulosas que implican a Castro y su entorno.

''Lo que es asombroso de los relatos de los desertores es su consistencia, que es más impresionante porque se origina en fuentes independientes que no tienen relación la una con la otra, que tienen un acceso disímil a la estructura del poder, y cuyos testimonios cubren diferentes eventos y escenarios'', agregó la analista política.

El estudio da por sentado que Cuba es técnicamente una economía socialista controlada por Castro, quien dispone en forma arbitraria de todas los recursos financieros y económicos de la isla.

En ese contexto y basándose en el archivo recaudado, la autora identifica como fuentes de ingreso de Castro, las llamadas ''reservas del Comandante'', compuestas por un porcentaje de lo percibido por:

• Turismo, remesas y los dividendos de los negocios de las empresas cubanas en la isla y el exterior.

• Ingresos de cubanos empleados en el exterior bajo la autoridad del gobierno cubano.

• La venta de bienes cubanos a extranjeros.

• La venta en el exterior de arte cubano, artesanías, joyas, antigüedades.

• Ingresos por narcotráfico y actividades criminales realizadas por grupos terroristas con la ayuda o coordinación de Cuba.

Prestamista en Jefe

Al respecto, Fernández recordó una anécdota que ilustra la manera en que Castro maneja sus finanzas y las del Estado cubano como si fueran dos bolsillos de un mismo pantalón.

Alrededor del año 91, relató Marzo Fernández, se necesitaba unos $20 millones para pagar una importación de trigo y harina de trigo y había una crisis de liquidez. Su jefe, el vicepresidente del Consejo de Ministros, le recordó que en otras ocasiones que se había presentando una urgencia similar con el pago de cargamentos de petróleo, el Comandante había prestado dinero de sus cuentas personales.

Así que Marzo Fernández se dirigió por escrito a Carlos Lage, secretario ejecutivo del Consejo de Ministros, y éste pasó la misiva a Castro.

De acuerdo con Marzo Fernández, Castro respondió a mano en la misma carta de petición, que aceptaba el préstamo pero les advertía que su dinero no era para cubrir las deficiencias y la mala planificación de la administración pública, por lo cual aplicaría una multa equivalente al 10 por ciento.

''Al día siguiente me llamaron y me llamó Pepín Naranjo y me preguntó dónde quería el dinero si en este banco o en el otro y se decidió que lo pondría en francos suizos en el Banco de Rotterdam'', explicó Marzo Fernández.

A pesar de que el método de Forbes, cuando se trata de Castro, no es excesivamente riguroso, el gobernante cubano le otorgó una importancia inusitada a la publicación convocando en una comparecencia especial a miembros del Consejo de Ministros.

Y a tiempo que se refería a ''los bandidos de Forbes'', ofrecía explicaciones pueriles de inocencia y austeridad, entre las que incluyó el cálculo del número de maletines (1,000) en los que cabría la fortuna que le endilgan para sacarla de Cuba.

''Mi padre poseía miles de hectáreas de tierra'', aseguró Castro. ``Al triunfo de la Revolución, esas tierras fueron entregadas a obreros y campesinos. Tengo el honor de poder decir que no poseo ni cuento en mi haber con un solo dólar''.

Miami Herald (Estados Unidos)

 


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