La detención de Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, es la primera prueba de fuego del gobierno de Enrique Peña Nieto: Revelará si su intención es generar una “corrupción organizada” o limpiar a profundidad el Estado mexicano, señala Edgardo Buscaglia, doctor en derecho, especialista en temas de delincuencia organizada y presidente del Instituto de Acción Ciudadana para la Justicia y la Democracia, A.C.
En
entrevista con Proceso, Buscaglia reconoce que la captura es importante, pero
no definitoria. La suspicacia acompaña sus palabras: “Un capo nunca se traslada
con un autito, un contador y una persona manejando, esa gente se mueve con una
infraestructura de protección mucho más sofisticada. Si la descripción que ha
hecho el vocero del gobierno federal es compatible con la realidad, a mí me da
la sensación de que se trata de una entrega pactada.
“Puede
ser pactada en la medida que se ajuste a beneficios procesales y la autoridad
obtiene información valiosa de esa persona. Mi preocupación es que el Estado
mexicano no ha llegado a un pacto entre las fuerzas políticas como para que la
información que se obtenga del Z-40 se traduzca en acusaciones penales contra
políticos y empresarios de importancia.”
Para el
especialista, El Z-40 es un eslabón más de una larga cadena de grupos
criminales en México, no el líder principal: “Los Zetas son un grupo criminal
que causa mucha violencia, mediáticamente muy cubierta, atroz, pero no es el
grupo criminal más sofisticado y más institucionalizado de México, el cual es
Sinaloa, que es el más poderoso en México y ha infiltrado la mayoría de las
instituciones”.
Todo
depende, dice, de lo que hagan con Treviño Morales: “Detenerlo es el primero de
muchos pasos. Si la detención va a quedar en la usual extradición y en la
ausencia de investigaciones patrimoniales en México, va a quedar como un pie de
página. Si se traduce en investigaciones patrimoniales que lleven a políticos,
a empresarios y a cientos de personas vinculadas a través de los años a Los
Zetas, al Cártel del Golfo en el pasado, entonces esta captura puede generar un
efecto multiplicador”.
–Durante
los dos gobiernos anteriores hubo una lucha focalizada del Estado contra el
Cártel del Golfo y Los Zetas. Detuvieron a muchos lugartenientes, pero eso no
ha significado un debilitamiento de esas organizaciones; por el contrario, se
han expandido. ¿A qué se debe esto? –se le plantea a Buscaglia.
–Los
Zetas han aplicado una estrategia exitosa de diversificación de sus delitos
económicos más allá de drogas, y también se diversificaron geográficamente,
invadiendo territorios antes ocupados por franquicias de los cárteles del
Golfo, de Sinaloa y de Tijuana.
“En la
medida en que corrompen a los políticos, amenazan a las policías. Su
infraestructura física, patrimonial, que les permite producir, distribuir y
almacenar, nunca se tocó y siguió extendiéndose por más detenciones que hayan
sufrido. Más aún, comenzaron a tejer alianzas con la Mara Salvatrucha, con
grupos brasileños y argentinos, y se expandieron como una alianza
multinacional, a través de esas alianzas tácticas.
“(…)
Pueden detener a cientos de Treviños, pero si algunos gobiernos siguen
subsidiando sus actividades, van a continuar en expansión, aunque detengan a
Treviño tras Treviño.”
Buscaglia
señala que Los Zetas sobreviven como cualquier trasnacional: “Son una empresa.
Como Microsoft ha sobrevivido a Bill Gates, lo mismo va a suceder –salvando las
diferencias éticas– con Los Zetas”.
–Si esta
detención no va acompañada de la voluntad de desmantelar la organización, ¿qué
es?
–Me
preocupa que la información que va a proporcionar El Z-40 sea utilizada por un
presidente que, como ya demostró, sabe utilizar el sistema judicial como un
arma discrecional de castigo político a sus adversarios. Temo que la
información del Z-40 sea utilizada al estilo de Putin en Rusia, como un
mecanismo de imposición de disciplina política a sus adversarios.
“De
alguna manera, lo que el presidente Peña Nieto está demostrando que pretende
hacer, sin instituciones que lo ayuden, es establecer un mecanismo de
corrupción organizada a través de un mecanismo de disciplina política: ahí
están los casos de Elba Esther Gordillo y Andrés Granier. Él está mandando mensajes
de disciplina política. Quiere alinear al sistema político más allá de su
partido para que él pueda gobernar, pero sin llegar hasta una limpieza profunda
de la corrupción en México. Sólo quiere administrarla, organizarla. Esto puede
cambiar si toma acciones institucionales, pero yo no veo que lo haga, no veo
ninguna acción concreta contra la corrupción.”
–A
principios de 2013 Peña Nieto dijo que en un año se evaluaría su estrategia
contra el crimen organizado, pero los mexicanos no sabemos cuál es aquélla ni
qué nivel tiene la captura del Z-40 en esa estrategia que sólo él conoce
–comenta a la reportera.
–Los
reflejos de los presidentes mexicanos son autoritarios, porque de allí vienen.
Peña Nieto no tiene instintos democráticos. México sigue siendo un país sujeto
a una transición desde el autoritarismo que está lejos de concluir. Es un
reflejo autoritario del poder: “Sólo yo conozco la estrategia, no tengo por qué
someterla a juicio de la sociedad y no tengo que ponerla a juicio del Poder
Legislativo. Yo la sé y yo les voy a dar los resultados que yo quiera”.
–¿Los
mexicanos podemos creer que esta detención puede tener la sana intención de
combatir la corrupción, si no terminan gobernadores en la cárcel? La mayor
parte de los territorios de Los Zetas son gobernados por el PRI.
–Hay que
prevenir que no se llegue a la pax mafiosa. Mientras no haya gobernadores,
políticos y policías en la cárcel, va a ser un show más. La información valiosa
de contactos políticos del Z-40 corre el riesgo de convertirse en un mecanismo
de extorsión y no de justicia. Por otra parte, es una oportunidad histórica que
ojalá no se pierda como muchas otras que México ha dejado pasar desde la
alternancia de 2000.